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viernes, 31 de octubre de 2014

¿HALLOWEEN? ¡NO, GRACIAS!



1 - Porque es una fiesta pagana
2 - Porque no pertenece a nuestra cultura
3 - Porque es un rollo consumista
4 - Porque tener miedo a la muerte y a los muertos no es de cristianos.


jueves, 30 de octubre de 2014

LA ENFERMEDAD DE LAS 3 D

Mons. Osoro en su inicio como Arzobispo de Madrid, ha advertido que “el ser humano necesita que se le diga quién es. Yo digo que hay una gran enfermedad, y lo llamo la enfermedad de las 3D, y es importante que la descubramos y vivamos. Hay un desdibujamiento”.
En este sentido ha explicado que “cuando habla del ser humano, dice que es imagen de Dios, y que la descripción de lo que es de verdad esa imagen de Dios es lo que dice el Señor cuando dice que Dios es amor. El ser humano es imagen de ese Dios, que es amor. Ese desdibujamiento es una enfermedad. Cuando uno no sabe lo que es, camina mal”.
“La otra D, ha apuntado, es el desencanto, la desesperanza, la desilusión, motivadas por situaciones que son reales”. Y es que muchos jóvenes “no tienen trabajo, o están por horas. Eso es un desencanto, pero también lo es cuando tenéis razones incluso para saber vivir”.
Por último, la tercera D, que “es la desorientación. El ser humano, o vive como un vagabundo o vive como un peregrino. Al vagabundo le da igual estar hoy aquí, en Madrid, que en Valencia, Orense, Asturias, Oviedo, Santander. Al peregrino no, porque tiene metas.
Esa enfermedad no puedo quitarla solo, pero entre vosotros y yo podemos quitarla, porque podemos dar otra noticia distinta: que hay metas, esperanza, que nadie sobra en este mundo, que todos nos necesitamos, que no podemos hacer una cultura del descarte sino que tenemos que tenemos que hacer la civilización del amor, o lo que el Papa actual llama la cultura del encuentro, donde nadie sobra.


                                                                                          Raúl Román


CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS

"Dales, Señor, el descanso eterno; brille para ellos una luz perpetua. Descansen en paz. Amén"

Yo soy el camino, la verdad y la vida.

Ante la muerte se impone el silencio, ese silencio que, haciéndonos entrar en el diálogo de la eternidad y revelándonos el lenguaje del amor, nos pone en una comunicación profunda con este insondable misterio. Existe un vínculo fortísimo entre aquellos que han dejado de vivir en el espacio y en el tiempo y los que se encuentran aún inmersos en ellos. Si bien la desaparición física de las personas queridas nos hace sufrir su inalcanzable lejanía, mediante la fe y la oración experimentamos una más íntima comunión con ellos. Cuando parece que nos dejan es en realidad el momento en el que se establecen más firmemente en nuestra vida: siguen estando presentes en nosotros, forman parte de nuestra interioridad, los encontramos en esa patria que ya llevamos en el corazón, allí donde habita la Trinidad.
San Pablo nos anima a vivir de una manera positiva el misterio de la muerte, haciéndole frente día tras día, aceptándola como una ley de la naturaleza y de la gracia, para ser despojados progresivamente de lo que debe perecer hasta encontrarnos ya milagrosamente transformados en aquello en que debemos convertirnos. La «muerte cotidiana» se revela así más bien como un nacimiento: el lento declinar y el ocaso desembocan en un alba luminosa. Todos los sufrimientos, las fatigas y las tribulaciones de la vida presente forman parte de este necesario, de este cotidiano morir, a fin de pasar a la vida inmortal. Debemos vivir fijando nuestra mirada en el objeto de la bienaventurada esperanza, apoyándonos únicamente en la fidelidad del Señor, que nos ha prometido la eternidad.
Si vivimos así, cuando lleguemos al ocaso de esta vida no veremos caer las tinieblas de la noche, sino que aparecerá ante nosotros -una expectativa sorprendente, no obstante-, el alba de la eternidad y tendremos la inefable alegría de sentirnos una sola cosa con el Señor.
Después de una larga fatiga seremos plenamente suyos y esa pertenencia será plenitud de bienaventuranza en la visión cara a cara.


Señor, cada día se eleva desde la tierra una acongojada oración por aquellos que han desaparecido en el misterio: la oración que pide reposo para el que expía, luz para el que espera, paz para quien anhela tu amor infinito.
Descansen en paz: en la paz del puerto, en la paz de la meta, en tu paz, Señor. Que vivan en tu amor aquellos a los que he amado, aquellos que me han amado. No olvides, Señor, ningún pensamiento de bien que me haya sido dirigido, y el mal, oh Padre, olvídalo, cancélalo.
A los que pasaron por el dolor, a los que parecieron sacrificados por un destino adverso, revélales, contigo mismo, los secretos de tu justicia, los misterios de tu amor. Concédenos esa vida interior para que en la intimidad nos comuniquemos con el mundo invisible en el que están: con ese mundo fuera del tiempo y del espacio que no es lugar, sino estado, y no está lejos de nosotros, sino a nuestro alrededor; que no es de muertos, sino de vivos. 
(Primo Mazzolari).


Señor, Señor Jesús, tú eres la vida eterna de la patria verdadera y eterna, puesto que tú nos la has procurado.
Tú eres la lámpara de la casa paterna que ilumina suavemente, tú eres el sol de la justicia en la tierra, tú eres el día que no llega nunca al término, tú eres el lucero del alba. Allí sólo tú eres el templo, el sacerdote y la víctima.
Tú sólo el rey y el jefe, el Señor y el maestro; tú eres el sendero de la unificación, tú eres el manantial y la paz, tú eres la dulzura infinita. Allí todos los que te pertenecen te siguen, y tú estás siempre, no te vas nunca, diriges la casta danza sobre los prados de la alegría...

Por eso, cuando se despierta en nosotros la nostalgia de la vida eterna, de la patria verdadera, de la comunión con todos los santos allá arriba en la ciudad que está sobre los montes elevados, entonces debemos convertirnos aquí abajo en humildemente pequeños en la casa del Señor, debemos cargar sobre nosotros la aflicción junto con nuestra Madre dolorosa, la Iglesia.
(Quodvultdeus de Cartago, cit. en K. Rahner,Mater Ecclesiae, Milán 1972, p. 108).


Lecturas del día:

Vídeo:





miércoles, 29 de octubre de 2014

TODOS LOS SANTOS

"Vosotros sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto"  (Mt 5,48)



La santidad pertenece únicamente a Dios, y nadie puede reclamarla nunca para sí. La distancia entre nuestro carácter de criaturas y el Creador, la fractura entre nuestros deseos y nuestras realizaciones, la necesidad de ajustar las cuentas con los compromisos y dolores de la historia nos impiden creer que nuestra filiación divina sea algo que se nos debe. Desde este punto de vista, el balance de la historia es aún ruinoso: no somos santos.
Con todo, podemos construir la santidad en parte, armonizando nuestra propia vida con el designio de justicia que Dios ha pensado para el mundo. Lo hacen «los pobres en el espíritu», que no consiguen encontrar en ellos mismos motivos para ir hacia delante y se confían al grano de mostaza del Reino de Dios. Lo hacen los «servidores» del Señor, que intentan imitar el obrar misericordioso de Dios en la historia para convertirse en un posible signo de salvación, en un poco de levadura del Reino de Dios.
Se trata de tareas desmesuradas, que nadie consigue llegar a término por sí solo. Únicamente si nos confiamos a aquella parte todavía no revelada de nosotros mismos, a la semejanza que nos hace hijos e hijas de Dios y amados por él, sólo si creemos y nos confiamos con fe y amor a la promesa de nuestro bautismo, llegaremos a comprender cómo la salvación forma parte ya de nuestra vida y que es propio de la santidad de Dios sostener nuestra santidad.


Padre santo, tú nos has llamado hijos tuyos. Nosotros te damos gracias por tu santidad, que conduce la historia. No comprendemos todavía hasta el fondo lo que significa sentirse amados por tu santidad, pero tú mantienes viva en nosotros la imagen que has proyectado para cada uno.
Hijo justo del Padre, tú nos has abierto un paso en la historia, donde conseguimos ver cómo actúa el Padre en la historia y cómo obra en ella el Hijo. Ayúdanos a imitar tu única filiación, haznos capaces de confiarnos al Padre.
Espíritu de justicia y de santidad, si tú no purificas nuestros corazones nunca seremos capaces de abrir nuestros ojos a la mirada de Dios, nunca seremos capaces de cantar las alabanzas de Dios en la liturgia, no conseguiremos llamarnos hijos. Infunde en nuestro corazón la capacidad de escuchar la voz del Padre que nos llama hijos suyos amados.


También nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Y lo que produce en nosotros la imagen divina no es otra cosa que la santificación, esto es, la participación en el Hijo en el Espíritu. Así que, después de que la naturaleza humana se hubiera encaminado a la perversión y se hubiera corrompido la belleza de la imagen, fuimos restaurados en el estado original, porque mediante el Espíritu ha sido reformada la imagen del Creador, es decir, del Hijo, a través del cual viene todo del Padre.
También el sapientísimo Pablo dice: «¡Hijos míos, por quienes estoy sufriendo de nuevo dolores de parto hasta que Cristo llegue a tomar forma definitiva en vosotros!» (Gal 4,19). Y él mismo mostrará que la figura de la formación de la que se habla aquí ha sido imprimida en nuestras almas por medio del Espíritu, proclamando: «Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad. Por nuestra parte, con la cara descubierta, reflejando como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosa, como corresponde a la acción del Espíritu del Señor» (2 Cor 3,17ss)      (Cirilo de Alejandría)


Lecturas de la festividad:




EN LAS MANOS DE DIOS

Los hombres de hoy no sabemos qué hacer con la muerte. A veces, lo único que se nos ocurre es ignorarla y no hablar de ella. Olvidar cuanto antes ese triste suceso, cumplir los trámites religiosos o civiles necesarios y volver de nuevo a nuestra vida cotidiana.
Pero tarde o temprano, la muerte va visitando nuestros hogares arrancándonos nuestros seres más queridos. ¿Cómo reaccionar entonces ante esa muerte que nos arrebata para siempre a nuestra madre? ¿Qué actitud adoptar ante el esposo querido que nos dice su último adiós? ¿Que hacer ante el vacío que van dejando en nuestra vida tantos amigos y amigas?
La muerte es una puerta que traspasa cada persona en solitario. Una vez cerrada la puerta, el muerto se nos oculta para siempre. No sabemos qué ha sido de él. Ese ser tan querido y cercano se nos pierde ahora en el misterio insondable de Dios. ¿Cómo relacionarnos con él?
Los seguidores de Jesús no nos limitamos a asistir pasivamente al hecho de la muerte. Confiando en Cristo resucitado, lo acompañamos con amor y con nuestra plegaria en ese misterioso encuentro con Dios. En la liturgia cristiana por los difuntos no hay desolación, rebelión o desesperanza. En su centro solo una oración de confianza: “En tus manos, Padre de bondad, confiamos la vida de nuestro ser querido”
¿Qué sentido pueden tener hoy entre nosotros esos funerales en los que nos reunimos personas de diferente sensibilidad ante el misterio de la muerte? ¿Qué podemos hacer juntos: creyentes, menos creyentes, poco creyentes y también increyentes?
A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más críticos, pero también más frágiles y vulnerables; somos más incrédulos, pero también más inseguros. No nos resulta fácil creer, pero es difícil no creer. Vivimos llenos de dudas e incertidumbres, pero no sabemos encontrar una esperanza.
A veces, suelo invitar a quienes asisten a un funeral a hacer algo que todos podemos hacer, cada uno desde su pequeña fe. Decirle desde dentro a nuestro ser querido unas palabras que expresen nuestro amor a él y nuestra invocación humilde a Dios:
“Te seguimos queriendo, pero ya no sabemos cómo encontrarnos contigo ni qué hacer por ti. Nuestra fe es débil y no sabemos rezar bien. Pero te confiamos al amor de Dios, te dejamos en sus manos. Ese amor de Dios es hoy para ti un lugar más seguro que todo lo que nosotros te podemos ofrecer. Disfruta de la vida plena. Dios te quiere como nosotros no te hemos sabido querer. Un día nos volveremos a ver”.


De  Eclesalia.net


martes, 28 de octubre de 2014

SANTOS Y DIFUNTOS

            Este año, sábado y domingo corresponden a dos fiestas de honda tradición en España: los Santos y los Difuntos. A estas alturas, por pequeña que sea la instrucción de los practicantes habituales, creo que todo el mundo entiende la diferencia entre las dos festividades, por más que tradicionalmente los difuntos se vengan celebrando en los cementerios el día 1 de noviembre, invadiendo la hermosísima festividad de los Santos.

            Santidad y muerte son dos realidades muy distintas y, en la teoría, no relacionadas. Sin embargo, a nadie se declara santo sino tras de su muerte. Algunos son proclamados santos inmediatamente de su muerte, lo que se llama “morir en olor de santidad”. La gente, el pueblo –más que la Jerarquía- percibe inmediatamente que un Juan XXIII o el Obispo Romero de El Salvador son santos. A veces, la jerarquía tarda mucho en reconocer la santidad y, en cambio, la ve y proclama cuando faltan las evidencias. Es muy posible que el olfato del pueblo sea más fino, preciso y hasta más acorde con lo que ocurre en el cielo que el de los pastores.

            Pero no se trata de polemizar sobre las hoy muy prolíficas declaraciones de santidad, sino de dilucidar lo que ésta es. A juzgar por la Liturgia del día de los Santos, la cosa es bien sencilla de entender: ser santos es querernos a nosotros mismos como hijos de Dios y, por tanto, vivir en lo posible como tales, en la obediencia a su voluntad. Esto se traduce en querer para sí la felicidad que Jesucristo, hablando de Sí mismo, enuncia en la bellísima página de las Bienaventuranzas. Y no otra. Por tanto quedan excluidos de la santidad los codiciosos, los violentos, los falsos, los arrogantes, los incapacitados para la misericordia, los retorcidos de pensamiento, los satisfechos y quienes no son operarios de la paz. Por el contrario,  santos son los pobres, los sencillos, los de fiar, los sinceros, los insatisfechos con este mundo que buscan cambiarlo, los compasivos y los constructores de la paz. Sobre todo cuando por ser y actuar así, son objeto de persecución por los corruptos de este mundo.

            A pesar de las apariencias, estos santos son legión. Muchos más de cuyos  nombres aparecen en el “taco” del Sagrado Corazón. Quizá tus padres, hermanos, tíos ya difuntos. Que pasaron desapercibidos pero dejaron con su vida, como las olas lo hacen en la playa, el eco del paso de Dios.

            Hay otros muchos que no han llegado a tanto. Vivieron. Sufrieron. Hicieron sufrir. Realizaron algunas cosas bien (¿quién no?), otras mal, amaron a su manera... Pero están en nuestra memoria. Muy amados unos, no tanto otros. Todos están “en las manos de Dios”, como dice en hermosa expresión el libro de la Sabiduría. A ellos nos unimos y recordamos, orantes, en nuestras visitas al cementerio. Y, en este año, al caer en domingo, en la santa misa muchos podremos escuchar preciosas lecturas que nos invitar a confiar en que, no por sus méritos, pero sí por la misericordia de Dios, han sido glorificados y gozan de la herencia de sus hijos. Dios es muy generoso en el perdón. Y encuentra los caminos, muy difíciles para nosotros, de lograr que el mal no quede impune pero salvando a quienes lo hacen. La muerte es purificadora.


                                                                                     JOSÉ MARÍA YAGÜE


domingo, 26 de octubre de 2014

AVISOS SEMANA 27 DE OCTUBRE

Lunes 27
A las 5 de la tarde en el centro de Anunciación del Señor se reúne el  Grupo de Mayores.
A las 8 se convoca al Grupo de Doctrina Social de la Iglesia en el centro de la Anunciación del Señor.

Martes 28
Oración de Silencio, con exposición del Santísimo, a las 6 en la Anunciación.

Jueves 30
Clases de guitarra de la Unidad Pastoral a partir de las 5 en los locales de la Anunciación.
A las 6 de la tarde en el centro de San Mateo comienza la “Escuela de familia" para todos los padres de catequesis.

Viernes 31 
A  las 5 se reúne le Grupo de Tricotar en el centro de la Anunciación del Señor.
A las 8 dentro de la jornada del DOMUND tendremos Oración Misionera y mesa redonda en la Iglesia de la Anunciación del Señor.
                                                              
CÁRITAS DE LA UP
La Acogida de Cáritas son los lunes y jueves de 11 a 1 en la Iglesia de Ntra. Sra. de Fátima.
Orientación laboral: los lunes y jueves de 12 a 1 en el despacho de San Mateo
La formación del Equipo de Cáritas son los lunes a las 4:30 en los locales de la parroquia de Fátima y los martes a las 4,30 en el centro de San Mateo.           

RECAUDACIÓN DEL PRIMER DOMINGO DE MES DE OCTUBRE:
San Mateo ------------------- 756 Euros
Anunciación de Señor ----  336  Euros


RECAUDACIÓN DEL DOMUND – 2014:
San Mateo -------------------- 1357 Euros
Anunciación del Señor -----   300 Euros

1 de Noviembre (Todos los Santos) el horario de misa como un domingo.




jueves, 23 de octubre de 2014

DOMINGO 30 DEL TIEMPO ORDINARIO

"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y al prójimo como a ti mismo" (Mt 22,37.39)



La respuesta de Jesús al escriba con la cita del "Escucha, Israel" nos ayuda a aclarar qué conlleva amar a Dios, una actitud que no puede entenderse como el mero sentimiento con el que una persona ama a otra para hacerle el bien. En el Antiguo Testamento, "amar a Dios" es escucharlo, es confiar en su palabra prometedora, es condicionar la vida a la Palabra. Amar a Dios equivale a decidirse por Dios con la totalidad del ser; sin reservas. La actualidad de la respuesta de Jesús a la cuestión propuesta por el escriba sobre el precepto mas importante de la Ley ilustra aspectos de hoy día. Por ejemplo, numerosos bautizados vacilan y se preguntan qué hacer en situaciones particulares, y todo porque no han decidido en realidad qué es lo mas urgente o conveniente en la vida. Solo Dios es la causa por la cual vale la pena invertir todos los recursos vitales, la única en la que tiene sentido gastar la existencia.
La verdad del primer mandamiento depende de cómo se viva el segundo, el amor al prójimo. ¿Y qué es amar al prójimo según la perspectiva de Jesús? Jesús introduce una novedad en el concepto del prójimo que supera toda barrera: no es solo el amigo o el consanguíneo, sino también el extraño o extranjero, e incluso el enemigo (cf Mt 5,43-48). El prójimo no viene determinado ni definido por un listado de principios generales, sino por el amor concreto que descubre al otro y lo que puede hacer por él. Jesús nos enseña la realización perfecta de este amor concreto con su profunda compasión por cualquier persona necesitada, sana o enferma. En Jesús descubrimos el modelo supremo para hacemos próximos, el ejemplo donde inspiramos en las situaciones de "proximidad". Podemos enumerarlas bajo una triple tipología: el amor al prójimo como atención solicita ante las necesidades del otro, como perdón y reconciliación con el enemigo, y como servicio al amigo o al hermano.


Señor, te bendecimos porque nos muestras el sendero de la vida con el mandamiento del amor cuya practica nos acerca cada vez mas a ti y nos conforma mejor con Jesucristo, tu amadísimo Hijo.
Ayúdanos a amarte, destronando de nuestro corazón los ídolos y dejando que tu Palabra plasme en nosotros la criatura nueva, que te pertenece por entero. Te hacemos hueco en nuestra vida. Queremos amarte, Dios nuestro, como el único y reconocer que eres el guía de la vida. Tu nos permites superar las indecisiones en las pequeñas y grandes elecciones y nos ayudas a vencer nuestro pequeño yo "autárquico", que continuamente nos dice que para vivir hasta con nuestros propios recursos y que somos autónomos para amar. Que tu Palabra nos libere de la seducción de este yo "diminuto", chato de ideales, encorvado sobre si mismo y privado de amor y solidaridad con el prójimo.
Te pedimos que nos concedas la gracia de tu Espíritu para que podamos servirte fielmente amando a nuestros hermanos, especialmente a los necesitados y humildes, tus preferidos.


¿Qué pensáis, hijas, que es su voluntad? Que seamos del todo perfectas; que para ser unos con El y con el Padre, como su Majestad le pidió, mirad qué nos falta para llegar a esto. Acá solas estas dos que nos pide el Señor: amor de su Majestad y del prójimo; es en lo que hemos de trabajar; guardándolas con perfección, hacemos su voluntad, y Así estaremos unidos con El. Mas ¡qué lejos estamos de hacer como debemos a tan gran Dios estas dos cosas, como tengo dicho! Plega a Su majestad nos dé gracia para que merezcamos llegar a este estado, que en nuestra mano esta si queremos.
La mas cierta Señal que - a mi parecer - hay de si guardamos estas dos cosas es guardando bien la del amor del prójimo; porque si amamos a Dios no se puede saber (aunque hay indicios grandes para entender que lo amamos), mas el amor del prójimo, si. Y estad ciertas que mientras mas en este os viereis aprovechadas, mas lo estáis en el amor de Dios; porque es tan grande el que Su Majestad nos tiene que en pago del que tenemos al prójimo hará que crezca el que tenemos a Su Majestad por mil maneras; en esto yo no puedo dudar  (Teresa de Jesús: "Moradas del castillo interior").


Lecturas del día:

Vídeo de la semana:


AVISOS SEMANA 20 OCTUBRE

Lunes 20
A las 4:30 se convoca al Grupo de Mayores en el centro de San Mateo.
A las 8 se convoca al Grupo de Doctrina Social de la iglesia en el centro de la Anunciación del Señor.

Martes 21
4:30 Grupo de la Legión de María en los locales  de San Mateo.
Oración de Silencio a las 6 en la iglesia de la Anunciación, con exposición del Santísimo.

Miércoles 22
4:30 en el centro de San Mateo se convoca al Grupo de Habilidades Sociales.

Jueves 23
A las 6 en la capilla de la Hermandad Ferroviaria tendremos la eucaristía de mes.
A las 8 habrá Exposición del Santísimo en el Iglesia  de San Mateo.
Taller de Guitarra de la UP a partir de las 5 en los locales de la Anunciación.

Viernes 24
A las 5 se reúne le Taller de Tricotar en el centro de la Anunciación del Señor.
A las 7:30 dentro de la jornada del DOMUND tendremos la eucaristía de los ancianos y enfermos en la Iglesia de San Mateo.
        
La Acogida de Cáritas de la UP son los lunes y jueves de 11 a 1 en la Iglesia de Ntra. Sra. de Fátima.
La formación del Equipo de Cáritas es los lunes a las 4:30 en los locales de la parroquia de Fátima y los martes a las 4:30 en el centro de San Mateo.           



miércoles, 22 de octubre de 2014

CREER EN EL AMOR

La religión cristiana les resulta a no pocos un sistema religioso difícil de entender y, sobre todo, un entramado de leyes demasiado complicado para vivir correctamente ante Dios. ¿No necesitamos los cristianos concentrar mucho más nuestra atención en cuidar antes que nada lo esencial de la experiencia cristiana?
Los evangelios han recogido la respuesta de Jesús a un sector de fariseos que le preguntan cuál es el mandamiento principal de la Ley. Así resume Jesús lo esencial: lo primero es “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser”; lo segundo es “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
La afirmación de Jesús es clara. El amor es todo. Lo decisivo en la vida es amar. Ahí está el fundamento de todo. Lo primero es vivir ante Dios y ante los demás en una actitud de amor. No hemos de perdernos en cosas accidentales y secundarias, olvidando lo esencial. Del amor arranca todo lo demás. Sin amor todo queda pervertido.
Al hablar del amor a Dios, Jesús no está pensando en los sentimientos o emociones que pueden brotar de nuestro corazón; tampoco nos está invitando a multiplicar nuestros rezos y oraciones. Amar al Señor, nuestro Dios, con todo el corazón es reconocer a Dios como Fuente última de nuestra existencia, despertar en nosotros una adhesión total a su voluntad, y responder con fe incondicional a su amor universal de Padre de todos.
Por eso añade Jesús un segundo mandamiento. No es posible amar a Dios y vivir de espaldas a sus hijos e hijas. Una religión que predica el amor a Dios y se olvida de los que sufren es una gran mentira. La única postura realmente humana ante cualquier persona que encontramos en nuestro camino es amarla y buscar su bien como quisiéramos para nosotros mismos.
Todo este lenguaje puede parecer demasiado viejo, demasiado gastado y poco eficaz. Sin embargo, también hoy el primer problema en el mundo es la falta de amor, que va deshumanizando, uno tras otro, los esfuerzos y las luchas por construir una convivencia más humana.
Hace unos años, el pensador francés, Jean Onimus escribía así: “El cristianismo está todavía en sus comienzos; nos lleva trabajando solo dos mil años. La masa es pesada y se necesitarán siglos de maduración antes de que la caridad la haga fermentar”. Los seguidores de Jesús no hemos de olvidar nuestra responsabilidad. El mundo necesita testigos vivos que ayuden a las futuras generaciones a creer en el amor pues no hay un futuro esperanzador para el ser humano si termina por perder la fe en el amor.


De  Eclesalia.net


martes, 21 de octubre de 2014

A VUELTAS CON EL “AMOR”


            Martín Buber decía acerca de la palabra “Dios”:

«Dios... es la palabra más vilipendiada de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan mancillada, tan mutilada... Las generaciones humanas han hecho rodar sobre esta palabra el peso de su vida angustiada, y la han oprimido contra el suelo.
Yace en el polvo y sostiene el peso de todas ellas. Las generaciones humanas, con sus partidismos religiosos, han desgarrado esta palabra. Han matado y se han dejado matar por ella...
Los hombres dibujan un monigote y escriben debajo la palabra «Dios». Se asesinan unos a otros, y dicen: «lo hacemos en nombre de Dios...» Debemos respetar a los que prohíben esta palabra, porque se rebelan contra la injusticia y los excesos que con tanta facilidad se cometen con una supuesta autorización de «Dios». ¡Qué bien se comprende que muchos propongan callar, durante algún tiempo, acerca de las «últimas cosas» para redimir esas palabras de las que tanto se ha abusado!»”.
Continúa planteándose el mismo autor si será posible “purificar la Palabra de «Dios» de tanto vilipendio y mancillamiento”. Él piensa que no sólo es posible sino necesario y que habrá que levantarla del suelo y erigirla en un momento histórico trascendental.

            He traído a colación estos famosos párrafos del filósofo judío, porque habría que decir otro tanto del término quizá más usado en nuestro lenguaje humano: “el amor”. También esta palabra ha sido maltratada, vilipendiada, desprestigiada hasta el infinito. Pero de amor y casi sólo de amor trata el Evangelio de Jesucristo. ¡Es tan necesaria hablar de Dios y de Amor! Dios es amor, dice la Biblia. Jesucristo es la expresión más elocuente de ese AMOR de Dios a los hombres. Y el mismo Jesús propone como principal, si no único mandamiento: “amar a Dios sobre con toda tu alma, con todo tu corazón, con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo”.

            ¡Cuán lejos estamos de entender y practicar el amor! Es, sin embargo, la clave suprema para traer al mundo la paz y la tan proclamada igualdad humana. Con tal de que la entendamos como Jesús, siguiendo las viejas enseñanzas de su Pueblo: “no oprimirás ni vejarás al emigrante... no explotarás a viudas y huérfanos... no serás usurero con el pobre... si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol”.

            A lo que hay que añadir hoy: serás fiel a tu palabra, juramento o promesa cuando contraes matrimonio, cuando te comprometes a servir a tu Pueblo como gobernante, maestro, médico, sacerdote... Renunciarás a tu bienestar, te sacrificarás en tus gustos, aficiones, lujos con tal de que tus hermanos los hombres puedan vivir con dignidad. Si así te comportas, has empezado a entender, dignificar la palabra AMOR y a disfrutar de su ejercicio. Sólo entonces entenderás también la palabra DIOS.

                                                                     JOSÉ MARIA YAGÜE





viernes, 17 de octubre de 2014

EL ANTIVIRUS MISIONERO

Monseñor Figaredo en Camboya

“Aunque agradezcan la colaboración económica que podamos brindarles, no nos engañemos: los necesitamos a ellos mucho más que ellos a nosotros…”

A España, la crisis del ébola la ha pillado con la moral muy baja de defensas, descompensados los niveles éticos y con la flora intestinal arrasada a base de tragar tanto despropósito. De ahí tal vez que la capacidad de indignar, lenta de reflejos, se eriza por el sacrificio de un perro y se amodorra con los recortes que han desmantelado un sistema que propicia que un virus nos ponga en jaque, dejando la grandeza como sociedad madura retratándose a sí misma en las redes sociales. Aunque tampoco los medios de comunicación más convencionales se han resistido a la tentación de volver a cuestionarse la repatriación de los dos misioneros infectados por ébola.
En tiempos donde la solidez de las personas se mira por el saldo que tiene su tarjeta, que eleva a tronos televisivos a figurines de cartón piedra y los vende como modelos, cuesta digerir el desprecio al testimonio de esos dos héroes. Otros miles como Miguel o Manuel nos dignifican en los vertederos del mundo. Es bueno recordarlo en la semana del DOMUND. Pero, aunque agradezcan la colaboración económica que podamos brindarles, no nos engañemos: los necesitamos a ellos mucho más que ellos a nosotros. Son los mejores conocedores de las miserias del mundo, de las raíces de los problemas y no solo del final o de la anécdota, como ha señalado Kike Figaredo, de gira estos días en España para concienciar sobre las misiones. La anécdota para una complacida conciencia primermundista es el perro sacrificado. La raíz: la miseria, la explotación y el abandono tras el pillaje de siglos. El final conocido es la muerte de los misioneros y los gastos generados. La raíz es la que hacen crecer esos hombres y mujeres que zurcen los pedazos de un África rota por las potencias, creando asistencia sanitaria donde había hechiceros, desarmando resentimientos étnicos, educando a los huérfanos del sida y, ahora, acogiendo a los del ébola, los nuevos apestados, dando calor a mujeres violentadas en cuerpo y alma, devolviendo la dignidad a niños usados como máquinas de guerra…

En realidad, los misioneros y misioneras conforman un impagable sistema inmunológico para la sociedad. Su testimonio, que asoma a sus bocas y ojos cuando les preguntas por su alegría permanente, nos previene ante la mezquindad. Aunque siempre hay algún contagio.

De  Vida Nueva


jueves, 16 de octubre de 2014

DOMINGO 29 DEL TIEMPO ORDINARIO

"Yo soy el Señor; y no hay otro"  (Is 45,5)

Icono del Salvador entre las potencias. A. Rublev (S. XV)
Él es el Rey de la historia.


La primera lectura nos recuerda que, a pesar de todas las apariencias, las autoridades de este mundo reciben el poder de Dios, que es el Señor de la historia. Esto no quiere decir que se trate de un poder absoluto, de derecho divino y, por lo tanto, inopinable, sino todo lo contrario: quiere decir que todo poder esta llamado, siempre y en todo momento, a responder ante Dios de la veracidad y justicia de su propio ejercicio. Este es el reclamo de la celebre sentencia evangélica sobre el tributo debido al Cesar y la entrega completa a Dios.
Inspirarse en la Palabra de Jesús para tratar la problemática del poder y la responsabilidad del cristiano en el mundo significa distinguir dos planos distintos, el de Dios y el de los hombres, y saberlos interrelacionar significa separar la cuestión del poder terreno —legítimo e ilegítimo— de las exigencias de la voluntad de Dios. El evangelio nos recuerda que no solo se debe responder de las decisiones públicas ante los hombres, sino que todos son responsables de sus decisiones, públicas y privadas, ante Dios.
Como el poder del Cesar alcanza exactamente hasta donde llegan las monedas con su efigie, Así el poder de Dios llega hasta donde alcanza su imagen. Y puesto que el hombre es la criatura modelada por Dios a imagen y semejanza (Gn 1,26), se sigue que, en cuanto "imagen" de Dios, pertenecemos plenamente a Dios, que cualquier dimensión de nuestra vida se refiere a él, incluida la política. Esto no nos mengua, sino mas bien nos ayuda a liberamos de espejismos ante el poder y de colisiones frente a regimenes económicos, políticos y militares que impidan a la humanidad realizar con libertad y justicia su vocación de ser imagen de Dios. Distinguir los dos planos, indicados claramente por Jesús también nos pone en guardia frente a las recurrentes tentaciones integristas que anidan solapadamente bajo formas de "fundamentalismo cristiano".



Señor, tu eres el Rey de la historia y todo lo que haces es para bien de los que te aman: incluso en las pruebas más difíciles. Te pedimos que con la ayuda del Espíritu veamos con la luz de la fe los complejos acontecimientos de la historia y contemplemos la mano amorosa que dirige el maravilloso proyecto de salvación de tu pueblo y de toda la humanidad. Te damos gracias porque nos llamas a colaborar en tus designios y nos pides que asumamos responsabilidades civiles y políticas. La Palabra de tu Hijo es esclarecedora: nos enseña a tomar conciencia de que el poder humano no puede ser ni "demonizado" ni divinizado, sino que en él se debe manifestar la orientación de nuestra libertad.
Te damos gracias por crearnos a tu imagen y descubrirnos la grandeza de la vocación cristiana. Gracias porque podemos responderte con pequeñas y grandes cosas en la vida cotidiana, en el trabajo, en la política, en el voluntariado, en los asuntos sociales y mundanos, sin evadirnos del compromiso, la fatiga, ni las pruebas del tiempo: la fidelidad y la perseverancia, Gracias porque con tu ayuda podremos vivir todo esto, dándole al Cesar lo que es del César y a ti, nuestro Dios, cuanto es tuyo: nuestras vidas.



La misión propia que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social. El fin que le asignó es de orden religioso. Pero precisamente de esta misión religiosa derivan funciones, luces y energías que pueden servir pora establecer y consolidar la comunidad humana según la ley [...].
El concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad temporal y de la ciudad eterna, o cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el Espíritu evangélico. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta de que a propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente a los asuntos temporales, como si éstos fuesen ajenos del todo a la vida religiosa, pensando que éstos se reducen meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinados obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época. Ya en el Antiguo Testamento los profetas reprendían con vehemencia semejante escándalo. Y en el Nuevo Testamento sobre todo, Jesucristo personalmente conminaba graves penas contra él. No se creen, por consiguiente, oposiciones artificiales entre las ocupaciones profesionales y sociales, por una parte, y la vida religioso por otro. El cristiano que falta a sus obligaciones temporales falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre todo, o sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación. 

Concilio Vaticano II, constitución pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo actual,


Lecturas del día:

Vídeo de la semana:



miércoles, 15 de octubre de 2014

LOS POBRES SON DE DIOS

A espaldas de Jesús, los fariseos llegan a un acuerdo para prepararle una trampa decisiva. No vienen ellos mismos a encontrarse con él. Le envían a unos discípulos acompañados por unos partidarios de Herodes Antipas. Tal vez, no faltan entre estos algunos poderosos recaudadores de los tributos para Roma.
La trampa está bien pensada: “¿Es lícito pagar impuestos al César o no?”. Si responde negativamente, le podrán acusar de rebelión contra Roma. Si legitima el pago de tributos, quedará desprestigiado ante aquellos pobres campesinos que viven oprimidos por los impuestos, y a los que él ama y defiende con todas sus fuerzas.
La respuesta de Jesús ha sido resumida de manera lapidaria a lo largo de los siglos en estos términos: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Pocas palabras de Jesús habrán sido citadas tanto como éstas. Y ninguna, tal vez, más distorsionada y manipulada desde intereses muy ajenos al Profeta, defensor de los pobres.
Jesús no está pensando en Dios y en el César de Roma como dos poderes que pueden exigir cada uno de ellos, en su propio campo, sus derechos a sus súbditos. Como todo judío fiel, Jesús sabe que a Dios “le pertenece la tierra y todo lo que contiene, el orbe y todos sus habitantes” (salmo 24). ¿Qué puede ser del César que no sea de Dios? Acaso los súbditos del emperador, ¿no son hijos e hijas de Dios?
Jesús no se detiene en las diferentes posiciones que enfrentan en aquella sociedad a herodianos, saduceos o fariseos sobre los tributos a Roma y su significado: si llevan “la moneda del impuesto” en sus bolsas, que cumplan sus obligaciones. Pero él no vive al servicio del Imperio de Roma, sino abriendo caminos al reino de Dios y su justicia.
Por eso, les recuerda algo que nadie le ha preguntado: “Dad a Dios lo que es de Dios”. Es decir, no deis a ningún César lo que solo es de Dios: la vida de sus hijos e hijas. Como ha repetido tantas veces a sus seguidores, los pobres son de Dios, los pequeños son sus predilectos, el reino de Dios les pertenece. Nadie ha de abusar de ellos.
No se ha de sacrificar la vida, la dignidad o la felicidad de las personas a ningún poder. Y, sin duda, ningún poder sacrifica hoy más vidas y causa más sufrimiento, hambre y destrucción que esa “dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano” que, según el papa Francisco, han logrado imponer los poderosos de la Tierra. No podemos permanecer pasivos e indiferentes acallando la voz de nuestra conciencia en la práctica religiosa. 


De  Eclesalia.net 


martes, 14 de octubre de 2014

SANTA TERESA DE AVILA



Vuestra soy, para Vos nací:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad, eterna Sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, Alteza, un Ser, Bondad:
La gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así:

¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes.
Vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:

¿Qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce amor,
amor dulce, veisme aquí:

¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma:
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición.
Dulce Esposo y Redención
pues por vuestra me ofrecí:

¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida;
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad;
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí.

¿Qué queréis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo:
pues del todo me rendí,

¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración;
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
sólo hallo paz aquí:

¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
o, por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía.
Dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí y allí:

¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando
quiero por amor holgar;
si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando:
decid dónde, cómo y cuándo,
decid dulce Amor, decid:

¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra abundosa;
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
sea viña fructuosa,
o estéril, si cumple así:

¿Qué mandáis hacer de mí?
Sea José puesto en cadena,
o de Egipto adelantado,
o David sufriendo pena,
o ya David encumbrado.
Sea Jonás anegado,
o libertado de allí:

¿Qué mandáis hacer de mí?
Haga fruto o no lo haga,
esté callando o hablando,
muéstrame la ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo Vos en mí vivid.

¿Qué mandáis hacer de mi?
Vuestra soy, para Vos nací:
¿Qué mandáis hacer de mí?


 


RENACE LA ALEGRÍA


            Con este lema nos aprestamos a celebrar un año más la Jornada Mundial de las Misiones, el otrora popular DOMUND. Como siempre, esta jornada se celebra el tercer domingo de octubre, coincidente este año con el domingo 29 del tiempo ordinario en el que leemos el conocido Evangelio del “Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del César”.

            El lema procede de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco que lleva por título “La alegría del Evangelio”. En tiempo de frustraciones, quejas y tan graves como múltiples desajustes en nuestra sociedad y en el mundo entero, el Papa nos invita a no dejarnos robar la alegría. Alegría que sólo puede provenir, para ser auténtica y duradera, del encuentro con Jesús. Así nos lo dice el Papa:

            “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. Éste es el fin de la actividad misionera: ayudar a extender esta alegría, anunciando a todos la posibilidad de nacer y renacer al encuentro con Dios. Un renacer a la vida de fe que, como tantas veces comprueban los misioneros, ha sido revelado a los pequeños. Los misioneros, llenos de alegría, comparten con los más pobres su experiencia de encuentro con Cristo. Los que  reciben este anuncio y abren su corazón a él, también acogen con alegría la Buena Noticia de la salvación. Francisco nos dice cuál es el origen de esta gran alegría: “El amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta nosotros y, por obra del Espíritu Santo, nos envuelve”; y además, nos invita a participar en ella: “¿Por qué no entramos también nosotros en este río de alegría?”. 

            Los dos párrafos anteriores son parte de la campaña con la que las Obras misionales pontificias (OMP) invitan a todos los cristianos a orar por las misiones y colaborar económicamente con los misioneros. Constituyen una fantástica invitación. En mundo tan carente de alegría y sobrado de lamentos, es muy de agradecer que se nos muestre el modo de encontrar la alegría profunda y duradera, endógena. Muy distinta y contraria a la que es  producto de experiencias finalmente decepcionantes.

            Sí. La clave está en el encuentro con Jesucristo.  Es lo único que explica la alegría, la fortaleza y la libertad que nos muestran muchos misioneros viviendo en las condiciones de vida más adversas, expuestos a enfermedades, a atentados y a un sinnúmero de riesgos en países distintos y distantes de sus raíces culturales. Quizá el secreto está en que se han atrevido a “dar a Dios lo que es de Dios”. Es decir, a ofrecer su vida, sus capacidades, su todo al único que recompensa con creces. Pero no por interés personal, sino por haber reconocido que el centro de sí mismos no es otro que el Señor y que eso se expresa cuando se es capaz de “perder su vida por Cristo y su Evangelio”. Es decir, en la práctica, por los otros y, en concreto, por los más pobres. Tal es el mensaje del Domund de este año: renacer a la alegría por el encuentro con Jesucristo. ¿Nos atreveremos a iniciar en serio el camino hacia él?

                                                                                      JOSÉ MARÍA YAGÜE




AVISOS SEMANA 13 DE OCTUBRE

Los lunes y los jueves  de 12 a 1 se abre la Oficina de empleo de Cáritas de la UP en el despacho de San Mateo.
El martes 14 de octubre a las 5 se convoca al Grupo de Mayores en el centro de la Anunciación del Señor.
Jueves 16 de octubre a las 5 comenzara el Grupo de Vida Ascendente en el centro de San Mateo.
También el jueves, de 5 a 7, clases de guitarra en el centro de la Anunciación.
Viernes 17 de Octubre a las 8 se reanuda la Formación Bíblica en el centro de San Mateo.
Todos los martes en la Iglesia de la Anunciación del Señor  de 6 a 7 de la tarde habrá Oración de Silencio, con exposición del Santísimo.
El próximo domingo 19 en la misa de 1 de San Mateo, se celebrará el día del Domund a nivel diocesano.

Durante el mes de octubre a las 7 de la tarde en la Iglesia de San Mateo, rezo del Rosario (de lunes a sábado) y en la Anunciación del Señor a las 6:15 lunes, miércoles, viernes y sábado antes de la misa.



lunes, 13 de octubre de 2014

TENGO PREPARADO EL BANQUETE

            Raramente los comentaristas del Evangelio nos fijamos en los destinatarios de las palabras de Jesús. Sin embargo, es frecuente que los evangelistas expliciten a quienes se dirige preferentemente Jesús. En el caso de la parábola del banquete de bodas que el Rey prepara para su hijo, esta denuncia tiene un destino preciso: los sacerdotes y “ancianos” del pueblo. Entrecomillo “ancianos” porque no se trata de los mayores de edad, sino de los notables, los dirigentes, los que parten y reparten el bacalao. La parábola que leíamos el domingo pasado de los arrendatarios asesinos que se quedan con todos los frutos de la viña también se dirigía a los mismos.

            Jesús sabía que “el mayor problema” de Israel, de su pueblo, no era la gente llana y empobrecida. El mayor problema eran los dirigentes. En su tiempo, la clase dirigente estaba conformada por los sacerdotes (poder religioso), los saduceos (poder económico) y los “ancianos” (poder político). Todos ellos subordinados a un poder superior que, en ese momento, lo detentaba el Imperio de Roma. Estoy inclinado a pensar que a la pregunta de las encuestas sobre los principales problemas de nuestro país, ya no hay que responder con el paro, el terrorismo (ahora el las minorías radicales musulmanas), la deuda con la que nacen los españolitos que vienen al mundo (más bien pocos), ni con ningún otro que no sea el de los dirigentes. Sí, éste es el gran problema: nuestros dirigentes

            Unos, endiosados, iluminados y locos, manipuladores de la opinión pública y empeñados en destruir la unidad nacional; otros, especialistas en incumplir lo que prometieron (por ejemplo traicionándose a sí mismos y a quienes les votaron no reformando leyes injustas e inhumanas), corruptos muchos y encubridores todos de latrocinios generalizados; los de más allá, populistas, acertados quizá en el análisis y la crítica a los demás, pero instalados en la utopía y no exentos ellos mismos de corrupción; y los de más acá, a la deriva, sin alternativas que no sean el insulto y las ocurrencias de turno, al más puro estilo de quienes negaron mendazmente lo evidente (la crisis económica) y nos condujeron a la ruina.  Difícil solución la de este gran mal, porque, efectivamente, toda sociedad necesita dirigentes. Y no se atisba la llegada de quienes quieran serlo con vocación de servicio. Ni tampoco se adivinan los valores morales en una sociedad generadora de fuerza humanizadora y solidaria, de donde emerjan buenos dirigentes.  

            Sí parece claro que nuestra sociedad va tomando conciencia del problema. Pero no es suficiente. Esa conciencia ha de llevar, no sólo a la crítica sino a una mayor lucidez a la hora de votar y, por supuesto, a una mayor honradez en la gestión de los asuntos personales (por ejemplo, el pago de impuestos) y profesionales. Seguramente, habrá que manifestarse contra las injusticias del sistema, pero echándose  a la calle sólo para reclamar pequeños intereses particulares y menos aún con la violencia, sino para reclamar el saneamiento de nuestra vida pública.

            Gran desafío al que estamos abocados los españolitos, sobre todo los de a pie.

           
                                                                                  JOSÉ MARÍA YAGÜE


INIVITACIÓN

Jesús conocía muy bien cómo disfrutaban los campesinos de Galilea en las bodas que se celebraban en las aldeas. Sin duda, él mismo tomó parte en más de una. ¿Qué experiencia podía haber más gozosa para aquellas gentes que ser invitados a una boda y poder sentarse con los vecinos a compartir juntos un banquete de bodas?
Este recuerdo vivido desde niño le ayudó en algún momento a comunicar su experiencia de Dios de una manera nueva y sorprendente. Según Jesús, Dios está preparando un banquete final para todos sus hijos pues a todos los quiere ver sentados, junto a él, disfrutando para siempre de una vida plenamente dichosa.
Podemos decir que Jesús entendió su vida entera como una gran invitación a una fiesta final en nombre de Dios. Por eso, Jesús no impone nada a la fuerza, no presiona a nadie. Anuncia la Buena Noticia de Dios, despierta la confianza en el Padre, enciende en los corazones la esperanza. A todos les ha de llegar su invitación.
¿Qué ha sido de esta invitación de Dios? ¿Quién la anuncia? ¿Quién la escucha? ¿Dónde se habla en la Iglesia de esta fiesta final? Satisfechos con nuestro bienestar, sordos a lo que no sea nuestros intereses inmediatos, nos parece que ya no necesitamos de Dios ¿Nos acostumbraremos poco a poco a vivir sin necesidad de alimentar una esperanza última?
Jesús era realista. Sabía que la invitación de Dios puede ser rechazada. En la parábola de “los invitados a la boda” se habla de diversas reacciones de los invitados. Unos rechazan la invitación de manera consciente y rotunda: “no quisieron ir. Otros responden con absoluta indiferencia: “no hicieron caso”. Les importan más sus tierras y negocios.
Pero, según la parábola, Dios no se desalienta. Por encima de todo, habrá una fiesta final. El deseo de Dios es que la sala del banquete se llene de invitados. Por eso, hay que ir a “los cruces de los caminos”, por donde caminan tantas gentes errantes, que viven sin esperanza y sin futuro. La Iglesia ha de seguir anunciando con fe y alegría la invitación de Dios proclamada en el Evangelio de Jesús.
El papa Francisco está preocupado por una predicación que se obsesiona “por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia”. El mayor peligro está según él en que ya “no será propiamente el Evangelio lo que se anuncie, sino algunos acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas. El mensaje correrá el riesgo de perder su frescura y dejará de tener olor a Evangelio”.


De  Eclesalia.net


NOTA

Este fin de semana no he podido crear la entrada correspondiente al 28 domingo del tiempo ordinario por cuestiones totalmente ajenas a mi voluntad. Ya lo siento.
Espero poder ir retomando el blog progresivamente.

                                                                         Juan Montero 

QUÉ ES UN CONSEJO PASTORAL DE LA PARROQUIA



El Consejo Parroquial de Pastoral es una novedad vivamente recomendada por el Concilio Vaticano II. Es el organismo que, en comunión con la Iglesia Diocesana, intenta realizar la unidad y la corresponsabilidad de presbíteros, religiosos y seglares en el cumplimiento de la misión de la Iglesia en el ámbito de la comunidad parroquial o en el de una unidad pastoral, esforzándose para que la Iglesia sea fiel a su misión y eficiente en el desempeño de la misma en su realidad concreta. La finalidad del Consejo es la programación, animación, coordinación y revisión de toda la acción pastoral de la Parroquia. El Código de Derecho canónico recoge la teología conciliar en el canon 536.
Los rasgos más destacables son que el consejo pastoral tiene voto meramente consultivo, y se rige por las normas que establezca el Obispo diocesano. 
Este consejo es definido como «un órgano colegiado "permanente" de carácter consultivo...». Sus miembros son: natos, elegidos y nombrados.
.- Son natos el párroco, los vicarios parroquiales, los diáconos, y los laicos instituidos en los ministerios estables de lector y de acólito. Los miembros elegidos lo son por un entre participantes de las principales acciones pastorales, comunidades (eclesiales, de vida consagrada y vida apostólica insertas activamente en la parroquia), asociaciones y movimientos apostólicos y otras institu­ciones de especial importancia para la comunidad parroquial. También cabe que haya miembros nombrados, en este caso directamente por el párroco.
La definición prosigue que «es un órgano colegiado... que, representando a toda la comunidad parroquial...»,  Pero la relación entre representación y elección no es siempre de conexión: ni en la familia, ni en la comunidad política, ni en la Iglesia. La representación no siempre tiene a la elección como medio de realizarse: en la Iglesia viene de la misión de Cristo a su autoridad, que es vicaria de Cristo Cabeza y representa al Cristo total, a la Iglesia. La elección no expresa, pues, la esencia de la representatividad política; pero es un medio de realizarla. Por esto los ordenamientos jurídicos tienden a mayor ecuación entre representación y elección como expresión de mayor democraticidad, sobre todo donde los elegidos responden ante el pueblo. En los consejos pastorales, la mayoría de sus miembros son laicos pertenecientes a diversas realidades pastorales y que no han recibido el sacra­mento del orden; ni han sido elegidos por la comunidad parroquial (aunque lo hayan sido en su grupo o asociación); «gozan sólo de voto consultivo» (c. 536, § 2), no participan de la autoridad del jerarca (Obispo, en el consejo diocesano; párroco en el parroquial): tal consejo no tiene, pues, título alguno para poder decir que «representa a toda la comunidad parroquial» «a la parro­quia». Es a lo sumo representativo, no representante. Con otras palabras: el Consejo es un reflejo de la parroquia, y por tanto se representa sólo a sí mismo.
El canon 512 sobre el consejo pastoral diocesano lo esta­blece también con más que suficiente claridad: no habla de representar, sino de que los miembros del consejo «sean escogidos de modo que a través de ellos quede realmente configurada (configuretur: que otros traducen por "reflejada") la porción del pueblo de Dios que constituye la diócesis, teniendo en cuenta sus distintas condiciones sociales y profesiones, así como también la parte que tienen en el apostolado tanto personalmente como asociados con otros.
Es importante hacer notar todo eso, para hacer crecer la tarea pastoral diaria como quiere la Iglesia, no como nosotros queremos, y que este consejo no venga a querer ser ejecutivo, y menos fiscalizador y juez de las asocia­ciones y entidades apostólicas.
La definición de consejo pastoral parroquial termina diciendo que «es un órgano... consultivo que, representando a toda la comuni­dad parroquial, promueve, potencia y dinamita las tareas pastorales de la misma».
Conociendo bien las realidades de nuestro ser y hacer diario en la parroquia y en la Unidad pastoral, mejoraremos en la tarea de evangelizar con la alegría que nos da el Evangelio.



Raúl Román Sánchez


sábado, 4 de octubre de 2014

AVISOS SEMANA 6 DE OCTUBRE

Lunes 6
- A las 4:30 se convoca al Grupo de Habilidades Sociales en el centro de San Mateo.

Martes 7
- Oración de Silencio de 6 a 7 en la Anunciación del Señor.

Miércoles 8
- A las 4:30 Grupo de Mayores en el centro de San Mateo.
- A las 4:45 se convoca al Grupo de Pastoral de la Salud en el centro de la Anunciación.
- Rezo del Rosario Misionero a las 7 en la iglesia de San Mateo.

Jueves 9
- Clases de Guitarra de la UP de 5 a 8 en los locales de la Anunciación.
- Exposición del Santísimo a las 8 en la iglesia de San Mateo.

HORARIO DE MISAS
Anunciación del Señor -  Lunes, miércoles, viernes y sábados a las 6:45
                                         Domingos a las 12
San Mateo - Lunes a sábados a las 7:30
                    Domingos a las 11 y a la 1

OFICINA DE EMPLEO DE CÁRITAS DE LA UP
Lunes y jueves de 12 a 1 en el despacho de San Mateo.

Durante el mes de octubre, rezo del Rosario de lunes a sábado a las 7 en San Mateo y a las
6:15 en la Anunciación del Señor.



viernes, 3 de octubre de 2014

SAN FRANCISCO




¡Santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro! Hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra: para que te amemos con todo el corazón (cf. Lc 10,27), pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, empleando todas nuestras energías y los sentidos del alma y del cuerpo en servicio, no de otra cosa, sino del amor a ti; y para que amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos, atrayendo a todos, según podamos, a tu amor, alegrándonos de los bienes ajenos como de los nuestros y compadeciéndolos en los males y no ofendiendo a nadie 


Lecturas del día:


27 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"Somos tu viña y tu pueblo, Señor ten piedad de nosotros"



Releamos dos frases que resumen la lectura profética y el pasaje evangélico: "La viña del Señor todopoderoso es el pueblo de Israel, y los hombres de Judá, su plantel escogido. Esperaba de ellos derecho y no hay mas que asesinatos, esperaba justicia y solo hay lamentos" (Is 1,7). "Jesús les dijo: ¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en piedra angular; esto es obra del Señor y es realmente admirable? Por eso os digo que se os quitará el Reino de Dios y se entregará a un pueblo que dé a su tiempo los frutos que al Reino corresponden" (Mt 21, 42-43).
Dios se ha manifestado y ha hablado con los patriarcas, les ha propuesto establecer una alianza con ellos y, para proveer al pueblo, le ha elegido un terreno, la tierra prometida, y una descendencia futura, numerosa, "como las estrellas del cielo y la arena del mar".
Abrahán, Isaac y Jacob, a pesar de sus "crisis", pero confiando en Dios y guardando la alianza, han encaminado los pasos de su vida hacia la constitución del "pueblo de Israel". con el Éxodo, guiado por Moisés, y la instalación en la tierra prometida, realizada por Josué, aparece visiblemente el "pueblo de Israel". Superado el periodo de los jueces, surge David y, con él, el reino unido de Judá e Israel, tipo del "Reino mesiánico". Rápidamente sobreviene la división y con ella, la débil fidelidad a la alianza del pueblo elegido. El "pueblo de Israel" y el "Reino de Dios" siempre han mantenido una relación difícil y conflictiva. Los profetas en vano han vociferado apasionadamente la fidelidad de Dios y la infidelidad del pueblo. Después de la caída del Reino del Norte y posteriormente, la del Reino del Sur la situación ha sido de un sufrimiento difícil de aliviar.
La responsabilidad colectiva de los labradores y, según la conclusión de la parábola, de Israel, emerge con fuerza. Dios, el "amigo" y el "dueño", ha dicho y ha hecho cuanto podía para que fructificase la viña y los labradores asumieran la responsabilidad. Los resultados son amargos e Israel es responsable. Sin embargo, Dios no se da por vencido: como en otras ocasiones, no se rinde ante el pasado.
Jesús denuncia el pecado del pueblo elegido con la parábola de los labradores homicidas. El auténtico final, expresión de la misericordia del Padre celeste, es la urgencia y apremio de la invitación de Oseas: "Vuelve, Israel, al Señor; tu Dios, pues tu iniquidad te ha hecho caer. Buscad las palabras apropiadas y volved al Señor decidle: "Perdona todos nuestros pecados; como ofrenda te presentamos las palabras de nuestros labios" " (Os 14,2-3).


Señor, Señor, tu que abarcas con tu mano inmaculada el orbe entero, ten paciencia. con nosotros y compadécete de nuestras iniquidades, recuerda tu compasión y piedad. Visítanos con tu bondad y concédenos, ayudados con tu gracia, huir el resto de este día de las múltiples tramas del Maligno y, con la gracia del Espíritu Santo, ampara nuestras vidas de sus insidias.
Por la misericordia y la bondad de tu Hijo unigénito, con el que eres bendecido, junto con el Espíritu Santo vivificante. Ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén 


Ven, luz verdadera. Ven, vida eterna. Ven, misterio oculto. Ven, tesoro escondido. Ven, realidad inenarrable. Ven, persona inconcebible. Ven, regocijo inconmensurable. Ven, luz sin ocaso. Ven, esperanza verdadera de los que serán salvados. Ven, despertar de quienes duermen. Ven, resurrección de los muertos. Ven, omnipotente, con voluntad hacedora, renueva y transforma todas las cosas. Ven, invisible, intangible e impalpable. Ven, tu que ni cambias ni te mudas y en cada momento nos visitas y vienes a quienes yacemos en el infierno, tu que estas en las alturas. Ven, sumamente deseado y continuamente repetido, inefable e indecible. Ven, alegría eterna. Ven, corona inmarcesible. Ven, púrpura divina y rey nuestro. Ven, cinturón límpido, repujado de piedras preciosas. Ven, diestro consejero, purpúreo y soberano. Ven, tu que has deseado y deseas mi alma infeliz.
Ve junto al que esté solo, y yo lo estoy, ven. Ven, me separaste de los demás y solitario estoy en esta tierra. Ven, tu que te has convertido en deseo dentro de mi y te has hecho desear por mi, incluso siendo totalmente inaccesible. Ven, mi oxigeno y mi vida. Ven, consuelo de mi pobre vida humana. Ven, mi alegría y mi delicia ilimitada 
(Simeón el Nuevo Teólogo, Invocación al Espíritu Santo)


Lecturas del día:

Vídeo de la semana:





miércoles, 1 de octubre de 2014

CRISIS RELIGIOSA

La parábola de los “viñadores homicidas” es un relato en el que Jesús va descubriendo con acentos alegóricos la historia de Dios con su pueblo elegido. Es una historia triste. Dios lo había cuidado desde el comienzo con todo cariño. Era su “viña preferida”. Esperaba hacer de ellos un pueblo ejemplar por su justicia y su fidelidad. Serían una “gran luz” para todos los pueblos.
Sin embargo aquel pueblo fue rechazando y matando uno tras otro a los profetas que Dios les iba enviando para recoger los frutos de una vida más justa. Por último, en un gesto increíble de amor, les envío a su propio Hijo. Pero los dirigentes de aquel pueblo terminaron con él. ¿Qué puede hacer Dios con un pueblo que defrauda de manera tan ciega y obstinada sus expectativas?
Los dirigentes religiosos que están escuchando atentamente el relato responden espontáneamente en los mismos términos de la parábola: el señor de la viña no puede hacer otra cosa que dar muerte a aquellos labradores y poner su viña en manos de otros. Jesús saca rápidamente una conclusión que no esperan: “Por eso yo os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca frutos”.
Comentaristas y predicadores han interpretado con frecuencia la parábola de Jesús como la reafirmación de la Iglesia cristiana como “el nuevo Israel” después del pueblo judío que, después de la destrucción de Jerusalén el año setenta, se ha dispersado por todo el mundo.
Sin embargo, la parábola está hablando también de nosotros. Una lectura honesta del texto nos obliga a hacernos graves preguntas: ¿Estamos produciendo en nuestros tiempos “los frutos” que Dios espera de su pueblo: justicia para los excluidos, solidaridad, compasión hacia el que sufre, perdón…?
Dios no tiene por qué bendecir un cristianismo estéril del que no recibe los frutos que espera. No tiene por qué identificarse con nuestra mediocridad, nuestras incoherencias, desviaciones y poca fidelidad. Si no respondemos a sus expectativas, Dios seguirá abriendo caminos nuevos a su proyecto de salvación con otras gentes que produzcan frutos de justicia.
Nosotros hablamos de “crisis religiosa”, “descristianización”, “abandono de la práctica religiosa”… ¿No estará Dios preparando el camino que haga posible el nacimiento de una Iglesia más fiel al proyecto del reino de Dios? ¿No es necesaria esta crisis para que nazca una Iglesia menos poderosa pero más evangélica, menos numerosa pero más entregada a hacer un mundo más humano? ¿No vendrán nuevas generaciones más fieles a Dios?


De  Eclesalia.net