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sábado, 30 de noviembre de 2013

JANUKKÁH


Estos días, nuestros hermanos mayores en la fe, el pueblo judío, celebra la fiesta de Janukkáh, o fiesta de las luces. Esa palabra significa "dedicar" o "inaugurar".
Se trata de una fiesta que conmemora la purificación del segundo templo posterior a las guerras de los macabeos. El helenismo se había impuesto en todo medio oriente y se obligó a dar culto a Zeus en el Templo de Jerusalén. A consecuencia de ello, hubo una insurrección armada judía y se logró expulsar de Israel a los helenistas, derrotando su ejército. Esto sucedió en el siglo II A.C.
Hay una tradición que explica por qué se celebra la Janukkáh como fiesta de la luz. Dice la leyenda que, tan pronto como el Templo estuvo purificado y había desaparecido toda huella del culto pagano, llegó el momento de encender la luz eterna. Pero entonces se dieron cuenta de que, entre todas las tinajas de aceite, sólo había una que seguía siendo ritualmente pura. Todas las demás tinajas estaban profanadas por haberse empleado para el culto a Zeus. El aceite de esa tinaja sólo bastaba para un día. Pero, gracias a un milagro, la lámpara pudo brillar ocho días con el aceite de dicha tinaja: tiempo suficiente para celebrar la inauguración y tiempo suficiente para traer aceite nuevo.
Desde aquí deseamos una feliz Janukkáh a todo el pueblo judío.

jueves, 28 de noviembre de 2013

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO

"Muéstranos, Señor, tu misericordia"  (Sal 84,8)



«Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras». Con estas palabras se abre la oración inicial de la liturgia de hoy. Nos indican, exactamente, el sentido de cuanto estamos viviendo. Dios, como Padre, está en el origen de todo bien y de nuestra misma vida, y nos pone como punto de llegada de nuestro camino «Cristo que viene». Nuestra existencia se desarrolla totalmente entre esta gracia de Dios que nos precede y la plena configuración con Cristo hacia la que nos encaminamos. Es, pues, su gracia la que suscita en nosotros esa capacidad para emprender el camino con obras buenas.
Mientras estamos de camino, la Palabra de Dios nos exhorta a ser como el profeta capaces de tener “visiones”. No en el sentido de abrigar sueños ilusorios, sino en el sentido de saber mirar a lo lejos: incluso si la ciudad está llena de idolatría, infidelidad, injusticia, el papel de la Iglesia es el de volverse hacia Dios, testimoniando que él es el único y llama a todos a sí. Orientándose y orientando a los otros a Dios, nuestra comunidad creyente manifiesta también el deseo de justicia que está en todos nosotros. Por otra parte, la Palabra nos invita a ser como el dueño prudente de una casa que sabe vigilar el tesoro que posee. Jesús no teme usar la imagen del ladrón, y es que corremos el gran riesgo de no acoger la gracia de Dios que se nos brinda y que nos la puedan robar por nuestra pereza, nuestra ignorancia, nuestra irresponsabilidad. No basta construir el signo del arca, como en tiempos de Noé, si luego esta arca no nos enseña a volver a Dios.


Es tu amor, Padre, el que nos pone de nuevo en camino hacia tu Hijo que viene. Te agradecemos este tiempo que nos regalas para poder acogerte y todas las ocasiones que nos brindas. Concédenos dejarnos visitar por tu gracia y que nuestra voluntad se deje sacudir por tu venida.
Padre, destierra de nosotros la pereza, la desgana y la desidia de ver “siempre lo mismo” y enséñanos a ponernos de nuevo en camino. Vence nuestra ignorancia que piensa conocerte ya lo suficiente. Vence nuestra tibieza que nos lleva a pensar que te amamos bastante. Vence nuestras rutinas que nos hacen creer que ya no podemos descubrir nada nuevo en tu compañía.
Después de conocer la luz, ayúdanos a no desear más el mundo de las tinieblas; después de haber intuido el camino de la paz, no permitas que seamos tentados por la arrogancia y el egoísmo; después de que nos has revestido del Señor Jesús y de introducirnos en la vida del Espíritu, no permitas que nos dejemos seducir por los deseos carnales.


Escogió para sí, aunque fuera tarde, a los que se han dejado vencer por el sueño, e incluso a los que han perdido a Cristo. De hecho, no se pierde a Cristo hasta el punto de que no vuelva si se le busca; pero vuelve a los que velan y siempre está disponible para los que se levantan; es más, está cercano a todos, porque está en todas partes y lo llena todo. Él no falla a nadie; superabunda para todos; de hecho abundó el pecado para que superabundase la gracia. La gracia es Cristo, la vida es Cristo, Cristo es la resurrección. Quien se levanta del sueño lo encuentra presente (San Ambrosio, Tratado sobre el evangelio de Lucas, V).

Vídeo de la semana:

Lecturas del día:


miércoles, 27 de noviembre de 2013

RETIRO DE ADVIENTO


El próximo día 14 de diciembre, sábado, se celebrará el retiro de Adviento de la Unidad Pastoral.
Comenzaremos a las 10:30 en el Colegio de los Agustinos, finalizando hacia las 7 de la tarde.
La reflexión sobre el Adviento será impartida por Carmen Burrieza, Sierva de San José.
Un día de oración y meditación personal y comunitaria centrada en la venida del Señor. Contamos con tu presencia.

LOS 10 CAMBIOS QUE PROPONE FRANCISCO

1 - La reforma de las estructuras eclesiásticas. El Papa quiere una Iglesia mucho más descentralizada y eso pasa por una mayor colegialidad y sinodalidad. Es decir, en lenguaje civil, por una mayor democratización. Una democracia que entrará en la Iglesia a través del mayor protagonismo de las Conferencia episcopales, desactivadas en la larga etapa involutiva anterior, y por la recuperación de la sinodalidad a todos los niveles de la estructura

2 - Entre las reformas estructurales, el Papa se atreve a hablar incluso de la reforma del propio papado. Del que dice algo impensable hasta ahora: que del "papado no puede esperarse la palabra definitiva y completa de todas las cuestiones que tienen que ver con la Iglesia". Un papado democratizado. Un Papa "primus inter pares" y no un Papa-rey. Es el fin de la época imperialista del papado romano.

3 - Activar la corresponsabilidad de los laicos en la Iglesia, para que realmente la sientan y la consideren suya. Desclericalizarla de arriba abajo. Que pase de ser una estructura piramidal a otra circular: Iglesia pueblo de Dios y casa de todos. Porque "Iglesia somos todos".

4 - Dar en la Iglesia un mayor protagonismo a la mujer, aunque el Papa vuelve a cerrar a la "discusión" el tema del sacerdocio femenino. Posiblemente, porque no lo vea maduro para el sensus fidelium y, por lo tanto, podría provocar desunión y hasta cismas o rupturas entre los hermanos de la casa eclesial.

5 - Volver a poner a la Iglesia en estado de misión, de salir a las periferias, de ser realmente "misionera". La Iglesia de las ovejas perdidas. La Iglesia voz de los sin voz. La Iglesia que deja de ser autorreferencial y mirarse al ombligo.
  
6 - Una Iglesia que sale de sus parroquias, movimientos y grupos estufa para llevar esperanza a los empobrecidos. Una Iglesia entendida como "instrumento de Dios para la liberación y la promoción de los pobres". Iglesia de los pobres y para los pobres que, por algo, son los preferidos de Dios.

7 - Una Iglesia libre frente a los poderes del mundo y con capacidad de denuncia profética. Y desde su libertad, una Iglesia que diga un triple no: a la economía de la exclusión, a la nueva idolatría del dinero y a las disparidades que engendra la violencia sistémica del capitalismo sin alma.

8 - Una Iglesia atenta de nuevo a los "signos de los tiempos" de los que hablaba el Concilio, especialmente a la sociedad de la información. Una Iglesia que, sin perder su esencia doctrinal, sepa comunicarse con la gente en el lenguaje actual. Ofreciendo "vino viejo en odres nuevos". Hasta en las homilías de los curas.

9 - Una Iglesia con las puertas siempre abiertas para todos y en cualquier momento. Por eso, el Papa exige que los sacramentos (bautismo, penitencia, confirmación, eucaristía, matrimonio y unción) sean para todos, no sólo para los perfectos. Porque es el enfermo el que necesita al médico.

10 - Una casa eclesial donde reine la alegría. Es la palabra que más repite el Papa en su hoja de ruta. Consciente de que, como decía, Santa Teresa, "un santo triste es un triste santo".

De  Religión Digital

                                        

CON LOS OJOS ABIERTOS

Las primeras comunidades cristianas vivieron años muy difíciles. Perdidos en el vasto Imperio de Roma, en medio de conflictos y persecuciones, aquellos cristianos buscaban fuerza y aliento esperando la pronta venida de Jesús y recordando sus palabras: Vigilad. Vivid despiertos. Tened los ojos abiertos. Estad alerta.
¿Significan todavía algo para nosotros las llamadas de Jesús a vivir despiertos? ¿Qué es hoy para los cristianos poner nuestra esperanza en Dios viviendo con los ojos abiertos? ¿Dejaremos que se agote definitivamente en nuestro mundo secular la esperanza en una última justicia de Dios para esa inmensa mayoría de víctimas inocentes que sufren sin culpa alguna?
Precisamente, la manera más fácil de falsear la esperanza cristiana es esperar de Dios nuestra salvación eterna, mientras damos la espalda al sufrimiento que hay ahora mismo en el mundo. Un día tendremos que reconocer nuestra ceguera ante Cristo Juez: ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, extranjero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Este será nuestro dialogo final con él si vivimos con los ojos cerrados.
Hemos de despertar y abrir bien los ojos. Vivir vigilantes para mirar más allá de nuestros pequeños intereses y preocupaciones. La esperanza del cristiano no es una actitud ciega, pues no olvida nunca a los que sufren. La espiritualidad cristiana no consiste solo en una mirada hacia el interior, pues su corazón está atento a quienes viven abandonados a su suerte.
En las comunidades cristianas hemos de cuidar cada vez más que nuestro modo de vivir la esperanza no nos lleve a la indiferencia o el olvido de los pobres. No podemos aislarnos en la religión para no oír el clamor de los que mueren diariamente de hambre. No nos está permitido alimentar nuestra ilusión de inocencia para defender nuestra tranquilidad.
Una esperanza en Dios, que se olvida de los que viven en esta tierra sin poder esperar nada, ¿no puede ser considerada como una versión religiosa de cierto optimismo a toda costa, vivido sin lucidez ni responsabilidad? Una búsqueda de la propia salvación eterna de espaldas a los que sufren, ¿no puede ser acusada de ser un sutil “egoísmo alargado hacia el más allá”?
Probablemente, la poca sensibilidad al sufrimiento inmenso que hay en el mundo es uno de los síntomas más graves del envejecimiento del cristianismo actual. Cuando el Papa Francisco reclama “una Iglesia más pobre y de los pobres”, nos está gritando su mensaje más importante a los cristianos de los países del bienestar.


De  Eclesalia.net

martes, 26 de noviembre de 2013

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO

DAOS CUENTA DEL MOMENTO EN QUE VIVÍS

            Así comienza una de las lecturas que la misa del domingo próximo nos ofrece, al comenzar un nuevo año litúrgico. Con este domingo comenzamos los cristianos  a prepararnos espiritualmente para la gran fiesta de la Navidad. Ya sabemos que hay otras preparaciones más publicitadas, más callejeras, más comerciales. Por supuesto, se trata de otra concepción de la Navidad. Lo que se ha dado en llamar la navidad del Corte Inglés,o la navidad sin niño. Son navidades que necesariamente hay que escribir con minúscula, aunque sean mucho más caras y sonadas.

            En realidad la Navidad (Nacimiento de Jesús) fue muy poco sonada. Apenas se enteraron, de entrada, sus padres y unos pocos pastores. Resulta que luego, con el correr de los años y los siglos, esa Navidad perdura y hasta da pie –quiérase o no- para que se celebren esas otras navidades. Quizá el Niño sonría y se alegre en cuanto perciba que, en efecto, los hombres gozan de un momento mayor de felicidad y hasta crece un poco la solidaridad, con motivo de su Navidad. Aunque muchos ni se acuerden de él. Y, tal y como van las cosas, incluso es posible que algunos ni sepan por qué se celebra la navidad ni por qué estas fiestas se llaman así.

            Sin embargo, no conviene conformarse. Vivimos tiempos demasiado interesantes y cruciales como para que dejemos pasar las oportunidades para aprender a ser más humanos, más solidarios, menos distraídos y superficiales. Y si es posible, más religiosos y más cristianos. Sin Dios, es imposible la esperanza.  A eso nos invita este primer domingo de Adviento: “daos cuenta del momento en que vivís”. O también, “estad preparados”, “estad en vela”. Se nos pide a todos un esfuerzo de reflexión, de oración si somos creyentes, de inconformismo con las rutinas y los hábitos que no nos hacen mejores, sino que, por el contrario, nos deshumanizan.

            El Sr. Amin Maalouf decía en 2010 al recibir su premio Príncipe de Asturias de las Letras: “La nuestra es una época descarriada. Si nos descuidamos, este siglo recién empezado será un siglo de retroceso ético; lo digo con pena, pero no lo digo a la ligera. Será un siglo de progresos científicos y tecnológicos, no cabe duda. Pero será también un siglo de retroceso ético. Se recrudecen las afirmaciones identitarias, violentas en muchísimas ocasiones y, en muchísimas ocasiones, retrógradas; se debilita la solidaridad entre naciones y dentro de las naciones; pierde fuelle el sueño europeo; se erosionan los valores democráticos; se recurre con excesiva frecuencia a las operaciones militares y a los estados de excepción... Abundan los síntomas. Ante este retroceso incipiente, no tenemos derecho a resignarnos ni a cederle el paso a la desesperación”.  

            ¿Cómo no ceder a la desesperación y dar paso a la esperanza? En un lenguaje más cercano, más nuestro, tendríamos que decir con Santa Teresa: No corren tiempos para hablar de Dios sobre negocios sin importancia. Y tampoco, añado yo, para dormirnos y hacer imposible la esperanza. Levantad la cabeza. Mirad. Escuchad, Caminad. Y, cuanto más podáis, AMAD.


                                                                               JOSÉ MARÍA YAGÜE

lunes, 25 de noviembre de 2013

FILIPINAS

En la colecta especial para los damnificados en Filipinas realizada durante esta semana pasada en la Unidad Pastoral se han recaudado 3000 €.
Gracias por vuestra generosidad.

domingo, 24 de noviembre de 2013

AVISOS SEMANA 25 DE NOVIEMBRE

Lunes 25
- A las 5 se reúne el Grupo de Mayores en el centro de la Anunciación.
- También a las 5, en los locales de la Anunciación, taller de punto de la UP.

Miércoles 27
- Oración de Silencio a las 5 en la Anunciación, con exposición del Santísimo.
- A las 8 de la tarde se reúne el Equipo de Liturgia de la UP en San Mateo para programar el tiempo de Adviento y Navidad.

Jueves 28
- Clases de guitarra de la UP a las 5 en los locales de la Anunciación.
- A las 6:15, exposición del Santísimo en la Anunciación.

Viernes 29
- Se comienza a las 7 de la tarde en el templo de San Mateo el rezo del Rosario, de lunes a sábado, con motivo de preparar la Fiesta de la Inmaculada.

Domingo 1
- Inicio del Tiempo de Adviento.

El retiro de Adviento de la Unidad Pastoral será el 14 de diciembre en el Colegio de San Agustín.

viernes, 22 de noviembre de 2013

ICONO DE CRISTO EN EL TRONO


El icono El Salvador entre las potencias, de Rublev (hacia 1410), es uno de los más bellos y sugerentes de toda la iconografía.
Este tipo de icono de Cristo entre las cohortes angélicas y los símbolos de los cuatro evangelistas tiene orígenes paleocristianos y es el centro de la déesis.

La inscripción superior IC XC son las iniciales de Jesucristo. Las tres letras que se aprecian con cierta dificultad en el nimbo crucífero Ο ω Ν significan "El que es", que hacen alusión al nombre con el que Dios se reveló a Moisés en el Sinaí.
Las figuras geométricas (rombo, cuadrado, óvalo) encierran imágenes de querubines y serafines.
Las cuatro esquinas que forma el óvalo verde en su intersección con el recuadro rojo (que representa el cielo extendido como un palio) contienen las imágenes antropomorfas de los evangelistas. El águila, San Juan. El león, San Marcos. El toro, San Lucas. Y el ángel, San Mateo.
El manto flotante que cae hacia la derecha representa la visión de Isaías 6, 1-4, en la que el manto del Señor llena el Templo.
Abajo, enmarcando los pies, las ruedas de fuego con ojos y alas de Ezequiel 1, 15-21.

Contemplemos este icono, recemos ante El que es.



jueves, 21 de noviembre de 2013

ÚLTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO: JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

"Acuérdate de mí cuando vengas como rey"  (Lc 23,42)


El pasaje de la Carta a los Colosenses nos pregunta si podemos prescindir de Cristo, dado que él es el artífice de la vida, de la nuestra y de la del mundo. Dado que hemos sido introducidos en su Reino, ¿podemos rechazar su primacía o escoger otras? Sería verdaderamente difícil comprender el sentido de nuestra vida. Es como si debiéramos actuar sin un modelo de referencia, sin una base, sin un principio unificador de nuestras capacidades: de la mente, del corazón, del cuerpo. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito, el principio, la cabeza, el primado, el pacificador. En él está la plenitud de la vida divina.
El «buen ladrón» decide confiarse a Jesús pidiéndole entrar a formar parte de su Reino. Reconoce la justicia de este rey precisamente en la hora en que parte para su más largo viaje, como en la parábola (cf. Lc 19,11-27). Jerusalén, sin embargo, que no ha reconocido ni acogido a Jesús, está a punto de hundirse (13,34ss; 19,41-44). Tenía el tesoro entre sus murallas, pero no lo apreció. No obstante, dejó que su rey fuera reconocido por todas las tribus de la tierra, lo ofreció en rescate por toda la humanidad. Según Lucas, el artífice de toda la creación llevó a cabo su designio desde Jerusalén, desde el centro de la historia de la salvación y del universo, reconciliando todo desde el interior de la creación. Ahora, todas las tribus de la tierra se reúnen en torno a él para ser pacificadas de nuevo en su sangre.
El mundo y el universo pueden tomar del tesoro de Cristo la sabiduría necesaria para crear las condiciones fundamentales para la vida de todo ser vivo. La fiesta de Cristo Rey es, pues, la fiesta de toda criatura que no encuentra espacio en esta tierra porque está aplastada por lógicas que no responden a la verdadera Sabiduría, lógicas de poder y de beneficio, lógicas que responden a la ley del más fuerte y no a la ley del perder la vida para que todos la tengan en abundancia.

Señor Jesús, hijo del amor de Dios, no por nuestros méritos hemos obtenido en herencia formar parte de tu Reino, sino que nos lo ha concedido el Padre, precisamente él, que mediante ti y por ti creó todas las cosas.
Tú, que padeciste la injusticia humana para encontrar a un condenado a muerte, ayúdanos a realizar hoy la justicia de tu Reino: el perdón del pecador, la fiesta para cada hombre arrebatado al reino de la muerte.
Aleja de nosotros la tentación de la violencia que reprime la violencia, el deseo de venganza, la voluntad de hacernos justicia nosotros mismos.
Haz que nuestros ojos, cegados por los espejismos del beneficio, puedan contemplar el tesoro de tu sabiduría; que nuestras mentes necias puedan intuir políticas de desarrollo y de paz; que nuestros corazones endurecidos se apasionen de nuevo ante el misterio de la vida contenido en el universo; que nuestras manos ensangrentadas trabajen en la construcción de tu Reino.
A ti, Señor, el honor, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El Hijo de Dios es el rey de los cielos. Más aún, por ser la verdad misma y la misma sabiduría y justicia, con razón afirmamos que se identifica con el mismo Reino. Este Reino, por tanto, no tiene sede ni por debajo ni por encima de nuestra dimensión, sino en todo lo que recibe el nombre de «cielo». En efecto, aunque eliminases aquel pasaje en el que se lee: «De ellos es el Reino de los Cielos» (Mt 5,3), podrías afirmar, no obstante, que el reino de ésos -mientras dura- es Cristo mismo, dado que extiende su poder incluso sobre cada uno de los pensamientos de aquel que deja de ser esclavo del pecado; ese pecado que, por el contrario, de señor lo convierte en el cuerpo mortal de aquellos que están prostituidos. Al decir, pues, que Cristo domina sobre cada pensamiento de alguien, pretendo dar a entender que allí donde haya justicia y sabiduría y verdad junto con todas las otras virtudes, allí ejerce el Señor su poder sobre aquel que se ha convertido él mismo en «cielo», llevando en sí mismo la imagen de realidades celestiales (Orígenes, Comentario al evangelio de Mateo, 14, 7).

Vídeo de la semana:

Lecturas del día:


miércoles, 20 de noviembre de 2013

ACUÉRDATE DE MÍ

Según el relato de Lucas, Jesús ha agonizado en medio de las burlas y desprecios de quienes lo rodean. Nadie parece haber entendido su vida. Nadie parece haber captado su entrega a los que sufren ni su perdón a los culpables. Nadie ha visto en su rostro la mirada compasiva de Dios. Nadie parece ahora intuir en aquella muerte misterio alguno.
Las autoridades religiosas se burlan de él con gestos despectivos: ha pretendido salvar a otros; que se salve ahora a sí mismo. Si es el Mesías de Dios, el “Elegido” por él, ya vendrá Dios en su defensa.
También los soldados se suman a las burlas. Ellos no creen en ningún Enviado de Dios. Se ríen del letrero que Pilatos ha mandado colocar en la cruz: “Este es el rey de los judíos”. Es absurdo que alguien pueda reinar sin poder. Que demuestre su fuerza salvándose a sí mismo.
Jesús permanece callado, pero no desciende de la cruz. ¿Qué haríamos nosotros si el Enviado de Dios buscara su propia salvación escapando de esa cruz que lo une para siempre a todos los crucificados de la historia? ¿Cómo podríamos creer en un Dios que nos abandonara para siempre a nuestra suerte?
De pronto, en medio de tantas burlas y desprecios, una sorprendente invocación: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. No es un discípulo ni un seguidor de Jesús. Es uno de los dos delincuentes crucificados junto a él. Lucas lo propone como un ejemplo admirable de fe en el Crucificado.
Este hombre, a punto de morir ajusticiado, sabe que Jesús es un hombre inocente, que no ha hecho más que bien a todos. Intuye en su vida un misterio que a él se le escapa, pero está convencido de que Jesús no va a ser derrotado por la muerte. De su corazón nace una súplica. Solo pide a Jesús que no lo olvide: algo podrá hacer por él.
Jesús le responde de inmediato: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Ahora están los dos unidos en la angustia y la impotencia, pero Jesús lo acoge como compañero inseparable. Morirán crucificados, pero entrarán juntos en el misterio de Dios.
En medio de la sociedad descreída de nuestros días, no pocos viven desconcertados. No saben si creen o no creen. Casi sin saberlo, llevan en su corazón una fe pequeña y frágil. A veces, sin saber por qué ni cómo, agobiados por el peso de la vida, invocan a Jesús a su manera. “Jesús, acuérdate de mí” y Jesús los escucha: “Tú estarás siempre conmigo”. Dios tiene sus caminos para encontrarse con cada persona y no siempre pasan por donde le indican los teólogos. Lo decisivo es tener un corazón que escucha la propia conciencia.


De  Eclesalia.net

martes, 19 de noviembre de 2013

...Y LA CIUDAD SE LLENÓ DE ALEGRÍA



Éffeta inundará esta noche la ciudad de alegría. No puedes faltar a la celebración de la eucaristía en San Juan de Sahagún (a las 20.15 h.) y a la posterior peregrinación hasta la Plaza Mayor, donde está previsto que a las 21.20 h. se realice un gesto mágico y simbólico con el que se pretende hacer una llamada a la responsabilidad eclesial. ¡Te esperamos!

UN REY MUY ESPECIAL

            Ciertos títulos de Jesús suenan extraños. ¿Qué tiene que ver Jesús de Nazaret, el nacido en un pesebre y muerto en una Cruz, el aldeano de Nazaret e itinerante sin casa fija –como los que viven hoy en la calle- con un rey de los antiguos o de los nuevos?  Sin embargo, Jesús se proclama Rey ante Pilato. Y en la Cruz, aparece la inscripción: Jesús Nazareno, Rey de los Judíos. Precisamente aquí está la clave para entender este título aplicado a Jesús. Jesús recibe este título sólo y exclusivamente en el contexto de la Pasión y de su Muerte. Queda claro para quien quiere entenderlo, que por  cierto no son muchos. No lo han entendido, desde luego, muchos papas, obispos y párrocos en la historia de la Iglesia. Muchos antes y bastantes todavía ahora –muy cercanos a nosotros en el espacio y en el tiempo- parece que siguen entendiendo la autoridad de Jesucristo, y la de él derivada que es la de la Iglesia, como ejercicio de un poder terreno, como “la de los jefes de los pueblos que los dominan y tiranizan”.  Hay ciertamente cambios y muy relevantes. Es palmario que el papa Francisco ha cambiado en poco tiempo la imagen de la autoridad en la Iglesia. No sabemos hasta donde puede llegar y cuáles serán los resultados. De momento asistimos a la realidad de un papa que calza, se mueve y vive como uno más. Y que se acerca a la gente, como Jesús.

            Casualmente, en esta semana anterior a la fiesta de Cristo Rey, se reúnen los obispos españoles para elegir nuevo Secretario de la Conferencia Episcopal. Y seguramente cambiarán impresiones sobre la elección que deberán realizar en marzo del nuevo Presidente. Esperamos que el estilo papal de Francisco gravite sobre las cabezas de nuestros obispos, que terminen con los politiqueos que les acompañaron en otras elecciones y que busquen los servidores de esos ministerios entre los dispuestos a ejercerlos evangélicamente, con el estilo y según el modelo que el mismo Papa al que tanto citan (o quizá ya menos que a papas anteriores) les propone.

            Esto vale también para los sacerdotes, sobre todo los párrocos, que dirigen comunidades. No puede hoy entenderse ningún ministerio eclesial que no evoque al Cristo que reina desde la Cruz. No puede tener otro sentido lo que nos enseña la liturgia de la fiesta de Cristo Rey: en el Evangelio del día se proclama la Crucifixión de Cristo. Y desde aquella Cruz, acogiendo al pecador y ofreciéndole su misericordia. Es justamente la receta que acaba de ofrecer el Papa al mundo de hoy: un medicamento nuevo llamado misericordina. ¿Pueden tener otro remedio los males de este mundo? Esperamos que, al final del año de la fe y ante el próximo Adviento, todos tratemos de entender y practicar lo que significa Cristo Rey clavado en la Cruz.


                                                                          JOSÉ MARÍA YAGÜE CUADRADO

domingo, 17 de noviembre de 2013

AVISOS SEMANA 18 DE NOVIEMBRE

Lunes 18 
- A las 4:30 nos reunimos el Grupo de Mayores en Centro de San Mateo.
- Taller de punto de la UP en los locales de la Anunciación, a las 5

Martes 19
- A las 8:15 h. en la iglesia de San Juan de Sahagún tendremos el Último Momento del Foro Effeta:
“...Y la ciudad se llenó de alegría”.

Miércoles 20
- A las 5 en el templo de la Anunciación del Señor habrá Oración de Silencio, con exposición del Santísimo.

Jueves 21
- Grupo de Vida Ascendente en el centro en el centro San Mateo a las 5.
- Clases de guitarra de la UP a las 5 en los locales de la Anunciación.
- A las 8 tendremos exposición del Santísimo en la Iglesia de San Mateo.

Viernes 22 
- Formación bíblica a las 8 en el centro de San Mateo.

Domingo 24 
- A las 5:30 en la Catedral Nueva, con el Sr. Obispo a la cabeza, la comunidad diocesana cerraremos el Año de la Fe rezando las Vísperas . Por eso pido a toda la Unidad Pastoral (niños, adolescentes, jóvenes, adultos, matrimonios, mayores) que participemos para manifestar públicamente la alegría de nuestra Fe en Jesús. 

jueves, 14 de noviembre de 2013

33 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"Nos visitará el sol que nace de lo alto"  (Lc 1,78)


Icono con imágenes del Apocalipsis. S. XVI



La Palabra de Dios presenta la posibilidad de hacer, de construir, de trabajar en torno a un proyecto como algo real en cada momento de la historia, incluso en los más tenebrosos. Ante el hundimiento de cierto modelo de vida y la disgregación de los valores tradicionales, sería un acto de desconfianza decir: «No puedo hacer nada». Sería, además, vivir fuera del tiempo intentar volver a poner en pie viejas instituciones, echando de menos con nostalgia la vida de un tiempo pasado, mostrándonos incapaces de dialogar con el mundo actual.
El compromiso que tenemos es el de construir el Reino de Dios en el hoy, reconociéndolo como tiempo de salvación en el que Dios nos pide que trabajemos en su nombre.
Pablo, en un pasaje de la primera Carta a los Corintios, habla de la obra de edificación de la comunidad, de trabajar con el mejor material, que será cribado y valorado al final (1 Cor 3,12-17). Del mismo modo que las construcciones son sometidas a prueba en los cataclismos, así los desbarajustes de la historia ponen a prueba la resistencia de una comunidad cristiana, el aguante de nuestra fe. En determinados momentos se ve cómo hemos construido, qué material hemos empleado, en qué proyectos está basado. ¿Se apoya nuestra casa en la foca que es Cristo (cf. Mt 7,24-27)?
La certeza de que habrá un final no puede llevarnos a dejar de remar, sino a garantizar un futuro a nuestros hermanos, a obrar de modo que todos se sientan inflamados y alegrados por la aparición del «sol de justicia». De ahí la imposibilidad de huir de este tiempo. El trabajo cotidiano, sea del tipo que sea, es el lugar de la fiel espera de la intervención definitiva de Dios por parte del hombre, es el lugar donde, como cristianos, estamos llamados a dar un buen testimonio de Cristo. La vida cotidiana, el silencio, la sencillez, son los caminos que hemos de escoger, en este tiempo, para hablar de la sabiduría ante los poderosos del mundo.


Señor Jesús, concédeme hoy tu espíritu de perseverancia, para llevar adelante los compromisos que me han sido confiados.
Concédeme poder amar a los que me persiguen y haz que, a tu vuelta, me puedas encontrar dispuesto.
Que yo pueda resplandecer por tu justicia delante de los hombres gracias a tu luz en el momento de tu venida.
Te ruego también por mis compañeros de trabajo y por aquellos que, a causa de su profesión, están lejos de sus seres queridos. Llena de valor su corazón y recompénsales por sus fatigas.


Vemos, un mar turbado desde los abismos, navegantes que flotan muertos sobre las olas y otros sumergidos, las tablas de los barcos sueltas, las velas desgarradas, los mástiles destrozados, los remos sueltos de las manos de los remeros, los pilotos no sentados al timón, sino en el puente, con las manos entre las rodillas: gimen por su impotencia frente a los elementos, gritan, se lamentan, sollozan; no se divisa ni el cielo ni el mar, sino sólo las tinieblas profundas, impenetrables y turbias, hasta tal punto que ni siquiera se puede ver al vecino, y de todas partes caen monstruos marinos sobre los navegantes.
Pero ¿por qué intento describir lo que no se puede? Aunque busque cualquier imagen que exprese los males presentes, mi discurso queda superado por la realidad y retrocede. Sin embargo, aunque lo vea bien, no renuncio a la buena esperanza, pensando en el piloto de todo el universo, que no supera la borrasca con su arte, sino que deshace el huracán con un ademán. No lo hace de buenas a primeras o de inmediato, sino que acostumbra a actuar así: no aniquila los males al principio, sino cuando han crecido, cuando llegan al extremo, cuando los más ya desesperan: entonces realiza sus prodigios y sus maravillas, mostrando de este modo su poder y ejercitando en la paciencia a aquellos sobre quienes han caído los males.
No te abatas por tanto. Una sola cosa, oh Olimpia, hay que temer, una sola es la tentación verdadera: el pecado. Nunca he cesado de repetir este discurso a tus oídos: todo lo demás son fábulas, aunque se hable de insidias, de hostilidades, de engaños, de calumnias, de insultos, de acusaciones, de confiscaciones, de exilio, de espadas afiladas, de mar, de guerra en toda la tierra. Por muy glandes que sean estas tribulaciones, son temporales, limitadas; subsisten sólo en el cuerpo mortal y no perjudican al alma vigilante. Por eso, el bienaventurado Pablo, queriendo mostrarnos la mezquindad de lo que es útil y de lo que es doloroso en la vida presente, lo resume todo con una sola expresión diciendo: «Las realidades que se ven son transitorias». ¿Por qué, entonces, tienes miedo de lo que es transitorio y discurre como la corriente de un río? Así son, en efecto, las realidades presentes, sean favorables o molestas (Juan Crisóstomo, Carta a Olimpia, 1,1).

Vídeo de la semana:

Lecturas del día:


miércoles, 13 de noviembre de 2013

TIEMPOS DE CRISIS

En los evangelios se recogen algunos textos de carácter apocalíptico en los que no es fácil diferenciar el mensaje que puede ser atribuido a Jesús y las preocupaciones de las primeras comunidades cristianas, envueltas en situaciones trágicas mientras esperan con angustia y en medio de persecuciones el final de los tiempos.
Según el relato de Lucas, los tiempos difíciles no han de ser tiempos de lamentos y desaliento. No es tampoco la hora de la resignación o la huida. La idea de Jesús es otra. Precisamente en tiempos de crisis “tendréis ocasión de dar testimonio”. Es entonces cuando se nos ofrece la mejor ocasión de dar testimonio de nuestra adhesión a Jesús y a su proyecto.
Llevamos ya cinco años sufriendo una crisis que está golpeando duramente a muchos. Lo sucedido en este tiempo nos permite conocer ya con realismo el daño social y el sufrimiento que está generando. ¿No ha llegado el momento de plantearnos cómo estamos reaccionando?
Tal vez, lo primero es revisar nuestra actitud de fondo: ¿Nos hemos posicionado de manera responsable, despertando en nosotros un sentido básico de solidaridad, o estamos viviendo de espaldas a todo lo que puede turbar nuestra tranquilidad? ¿Qué hacemos desde nuestros grupos y comunidades cristianas? ¿Nos hemos marcado una línea de actuación generosa, o vivimos celebrando nuestra fe al margen de lo que está sucediendo?
La crisis está abriendo una fractura social injusta entre quienes podemos vivir sin miedo al futuro y aquellos que están quedando excluidos de la sociedad y privados de una salida digna. ¿No sentimos la llamada a introducir algunos “recortes” en nuestra vida para poder vivir los próximos años de manera más sobria y solidaria?
Poco a poco, vamos conociendo más de cerca a quienes se van quedando más indefensos y sin recursos (familias sin ingreso alguno, parados de larga duración, inmigrantes enfermos…) ¿Nos preocupamos de abrir los ojos para ver si podemos comprometernos en aliviar la situación de algunos? ¿Podemos pensar en alguna iniciativa realista desde las comunidades cristianas?
No hemos de olvidar que la crisis no solo crea empobrecimiento material. Genera, además, inseguridad, miedo, impotencia y experiencia de fracaso. Rompe proyectos, hunde familias, destruye la esperanza. ¿No hemos de recuperar la importancia de la ayuda entre familiares, el apoyo entre vecinos, la acogida y el acompañamiento desde la comunidad cristiana…? Pocas cosas pueden ser más nobles en estos momentos que el aprender a cuidarnos mutuamente.


De  Eclesalia.net 


lunes, 11 de noviembre de 2013

EN TIEMPOS DIFÍCILES... CONFIANZA Y RESISTENCIA

             “Haiyan deja un reguero de desolación a su paso por la región central de Filipinas, donde las autoridades estiman que hay más de 10.000 muertos, aunque no hay cifras oficiales totales. Este "super tifón", el mayor del año en el mundo, deja hasta ahora 4,5 millones de afectados y más de 300.000 desplazados. Se estima que ha destruido entre el 70 y el 80% de la población de Tacloban” (El Mundo digital, 10 de noviembre).

            Esta noticia puede ser leída en cualquiera de los periódicos de esta fecha. Jesús había pronosticado: “se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo...”.

            Son las mismas cosas, dicho con lenguajes distintos según la época. Nuestro mundo no se libra del mal. Cuando éste arrecia, es frecuente esperar la solución de mesías salvadores. También Jesús contaba con ello: “cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “el momento está cerca”; no vayáis tras ellos”.  La invitación del Señor para los tiempos calamitosos por catástrofes naturales, cambios sociales vertiginosos y desconcertantes, crisis económicas o cualquiera otra tragedia, es “no tengáis pánico”. Como también: no os dejéis engañar. Las soluciones inmediatas y fáciles, sean de signo violento o prodigioso, no resuelven los problemas.

            Entonces, ¿qué queda? La propuesta evangélica ofrece dos caminos complementarios: la confianza y la resistencia. La confianza de saber que nada ocurre que pueda impedir la realización del proyecto de Dios. Con retrocesos y avances, pero indeclinablemente, el Reino de Dios sigue adelante. A pesar de nosotros mismos, en muchas ocasiones. Estamos seguros porque todo contribuye al bien de los que Dios ama. Por ello, en las mayores contradicciones, podemos perseverar en la confianza. Y, de otro lado, la resistencia al mal. Nunca conformarse con el mal que llevamos dentro y con el que nos amenaza desde fuera. San Lucas utiliza mucho una expresión intraducible al español: epomoné. Que significa perseverancia, paciencia, resistencia, aguante... Eso a lo que no estamos hoy especialmente predispuestos. Nos cansamos y desesperamos fácilmente cuando no somos dueños de la situación y tenemos que remar contra corriente.

            Somos enormemente impacientes en la cultura hodierna. Sin embargo, sigue siendo una gran virtud y actitud positiva en la vida ante las dificultades. “La paciencia todo lo alcanza”, llegó a decir Santa Teresa. Paciencia que no es sólo esconder la cabeza y esperar que vengan por sí mismos tiempos mejores. La paciencia, para ser auténtica, ha de ser activa. Como la esperanza. Exige luchar contra el mal, esforzarse positivamente para que mejore todo lo que está a nuestro alcance. No tiene derecho a esperar nada bueno quien no construye positivamente. El bien no viene solo. Hay que aportarlo solidariamente.


                                                                                              José María Yagüe

domingo, 10 de noviembre de 2013

AVISOS SEMANA 11 DE NOVIEMBRE

Lunes 11
- A las 5 nos reunimos el Grupo de Mayores en Centro de la Anunciación del Señor.
- También a las 5 continúa el Taller de Punto  en el Centro de la Anunciación del Señor.

Martes 12
- A las 5 se reúne el Grupo de la Legión de María en los locales de San Mateo.

Miércoles 13 
- A a las 5 en  el templo de la Anunciación del Señor habrá Oración de Silencio, con exposición del Santísimo.

Jueves 14
- A las 6:15 h. tendremos Exposición del Santísimo en la Iglesia de la Anunciación del Señor.
- De 5 a 7 de la tarde sigue el Taller de Guitarra en el centro de la Anunciación del Señor.

Viernes 15
- A las 12 tendremos Eucaristía al finalizar la semana cultural de la Asociación de Jubilados San Juan Bosco en la Iglesia de la Anunciación del Señor.


jueves, 7 de noviembre de 2013

ACTO DE EFFETA EN LA UNIDAD PASTORAL

El pasado martes día 5 de noviembre tuvo lugar en nuestra Unidad Pastoral el tercer momento de una serie de cinco organizados por el foro Effeta y dirigidos a toda la diócesis en el marco del Año de la Fe.
El que se desarrolló en nuestra UP se centró en la Fe que irradia, contagia y atrae.

El acto se dividió en tres partes:
1 - Reflexión - meditación acerca de la Fe que irradia, contagia y atrae, en el templo de San Mateo.
2 - Procesión de la luz.
3-  Lectura de un manifiesto y concierto de música en la Plaza de Barcelona.




























32 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona"  (Lc 24,39)

Numerosos iconos representan la zarza ardiente como una alusión a la Virgen


Señor Jesús, también a nosotros, como un día a tus discípulos, nos resulta difícil comprender tu anuncio de pasión-muerte-resurrección. También nosotros nos comportamos más como saduceos, buscando de todas las maneras afirmarnos en la vida, que como cristianos capaces de perder la vida por tu causa y por el Evangelio.
Tú, que has venido a darnos a conocer al Dios de la zarza, haznos testigos animosos de tu pascua y lleva a cabo en nosotros la bienaventurada esperanza de estar contigo siempre en la gloria del Reino de Dios, nuestro Padre.


Así pues, resucitará la carne: idéntica, completa e íntegra. Dondequiera que se encuentre, será depositada junto a Dios, por obra del fidelísimo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, que restituirá Dios al hombre y el hombre a Dios, el espíritu a la carne y la carne al espíritu: ha unido ya ambos en su persona (…).
Eso que tú consideras un exterminio es una simple partida. No sólo el alma se aleja, sino que también la carne se retira mientras tanto: al agua, al fuego, a los abismos, a las fieras. Cuando parece disolverse así, es como si fuera transfundida en vasos. Si después también los vasos desaparecen, porque se disuelven y son reabsorbidos en lo lortuoso de su madre la tierra, de ésta será formado de nuevo Adán, el cual oirá de Dios estas palabras: «¡Resulta que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros!» (Gn 3,22). Entonces será verdaderamente consciente del mal del que ha escapado y del bien en el que ha confluido. ¿Por qué, alma, sientes odio por la carne? Nadie te es tan prójimo ni a nadie debes amar tanto, después de Dios; nadie es tan hermana tuya, porque también contigo nace ella en Dios (Tertuliano, La resurrección de la carne, 63).



Entre las diferentes formas de la corporeidad existe un abismo imposible de colmar a veces: una piedra no se convierte en pájaro. Otras formas corpóreas, sin embargo, aunque presentan diferencias, están en una relación vital, constituyen las fases de un único desarrollo, como por ejemplo la semilla y la planta que de ella nace. En este caso, el abismo queda superado por el misterio del grano que germina. Sin embargo, para superarlo es necesario lo que Pablo llama «el morir». La semilla debe entrar en la tierra y morir en ella, es decir, perder su forma, a fin de que pueda nacer la nueva planta. Y he aquí el paso: lo mismo sucede en el hombre. También en el hombre está presen- te la corporeidad en dos formas: la terrena y la celestial; de ellas, la primera es semilla de la segunda. También ellas están separadas por la muerte. El cuerpo deberá ser depositado en la tierra y descomponerse; sólo entonces se convertirá en el cuerpo nuevo, celestial. Pero he aquí la diferencia: la planta «nace» verdaderamente «de la semilla», de sus virtualidades y funciones; no así, en cambio, el cuerpo celestial del terrestre. A través de su descomposición, la semilla vive de una manera directa en la nueva planta. El cuerpo humano será resucitado después de la muerte. Aquí domina otro poder, que no brota del interior de la estructura humana, sino de la libertad de Dios (R. Guardini, Le cose ultime, Milán 21997, pp. 69ss).

Lecturas del día:

Vídeo de la semana.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

SIN PALABRAS (2)



DECISIÓN DE CADA UNO

Jesús no se dedicó a hablar mucho de la vida eterna. No pretende engañar a nadie haciendo descripciones fantasiosas de la vida más allá de la muerte. Sin embargo, su vida entera despierta esperanza. Vive aliviando el sufrimiento y liberando del miedo a la gente. Contagia una confianza total en Dios. Su pasión es hacer la vida más humana y dichosa para todos, tal como la quiere el Padre de todos.
Solo cuando un grupo de saduceos se le acerca con la idea de ridiculizar la fe en la resurrección, a Jesús le brota de su corazón creyente la convicción que sostiene y alienta su vida entera: Dios “no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos son vivos”.
Su fe es sencilla. Es verdad que nosotros lloramos a nuestros seres queridos porque, al morir, los hemos perdido aquí en la tierra, pero Jesús no puede ni imaginarse que a Dios se le vayan muriendo esos hijos suyos a los que tanto ama. No puede ser. Dios está compartiendo su vida con ellos porque los ha acogido en su amor insondable.
El rasgo más preocupante de nuestro tiempo es la crisis de esperanza. Hemos perdido el horizonte de un Futuro último y las pequeñas esperanzas de esta vida no terminan de consolarnos. Este vacío de esperanza está generando en bastantes la pérdida de confianza en la vida. Nada merece la pena. Es fácil entonces el nihilismo total.
Estos tiempos de desesperanza, ¿no nos están pidiendo a todos, creyentes y no creyentes, hacernos las preguntas más radicales que llevamos dentro? Ese Dios del que muchos dudan, al que bastantes han abandonado y por el que muchos siguen preguntando, ¿no será el fundamento último en el que podemos apoyar nuestra confianza radical en la vida? Al final de todos los caminos, en el fondo de todos nuestros anhelos, en el interior de nuestros interrogantes y luchas, ¿no estará Dios como Misterio último de la salvación que andamos buscando?
La fe se nos está quedando ahí, arrinconada en algún lugar de nuestro interior, como algo poco importante, que no merece la pena cuidar ya en estos tiempos. ¿Será así? Ciertamente no es fácil creer, y es difícil no creer. Mientras tanto, el misterio último de la vida nos está pidiendo una respuesta lúcida y responsable.
Esta respuesta es decisión de cada uno. ¿Quiero borrar de mi vida toda esperanza última más allá de la muerte como una falsa ilusión que no nos ayuda a vivir? ¿Quiero permanecer abierto al Misterio último de la existencia confiando que ahí encontraremos la respuesta, la acogida y la plenitud que andamos buscando ya desde ahora?


De  Eclesalia.net

martes, 5 de noviembre de 2013

CREO EN LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

            El 1 de noviembre, en el principal cementerio de Roma, el Papa celebró una Eucaristía. Otra novedad del papa Francisco. En la homilía dijo algo chocante: “hay que echar el ancla en el cielo”. El ancla se tira hacia abajo, como lastre para que el barco no se mueva. Paradójicamente, se nos invita a arrojar nuestra ancla hacia arriba. Se supone que para dejarnos imantar hacia las alturas, hacia lo mejor y trascendente.

            Lo tenemos difícil en los tiempos que corren. Cuando el único horizonte de la vida es el dinero, la honra, el poder... es difícil creer en la resurrección. Instalados en la sociedad de bienestar, la única lucha que parece merecer la pena hoy es defender este bienestar. Que se lo digan si no a los políticos de izquierdas o de derechas.  Son tan seductoras y variadas las ofertas de nuestro mundo que fácilmente sucumbimos a sus encantos. Y dejamos que nuestra barca se enrumbe hacia los cantos de sirena de las satisfacciones presentes. De eso se quejaba Pablo en una de sus cartas. Uno de sus acompañantes lo había dejado solo, “enamorado de este mundo”. Y no es que no tengamos que amar este mundo. ¿Cómo no amarlo cuando es obra y creación de Dios, el amigo de la vida? Lo empobrecedor no es amar el mundo, el presente y disfrutar de él. Lo terrible es cuando ese amor y ese disfrute se convierten en excluyentes. Eso es tanto como castrar lo mejor del ser humano. ¿Habremos  perdido de vista la promesa de la gloria y la imantación fundamental hacia el cielo para vivir y gozar del Dios de la vida en la eternidad?

            Creemos los cristianos en una salida para este mundo de dolor y de pecado. Creemos en una “tierra nueva y un cielo nuevos”, en los que no hay dolor ni lágrimas, porque todo eso es pasado. Cielos y tierra en los que habita la justicia, y se bebe gratis de la fuente de la vida. Porque Dios está en el centro y le veremos “cara a cara”. No significa la fe en la resurrección un desinterés por el mundo y menos aún una “fuga mundi”. Es el mundo, la obra de Dios, el que hay que liberar de la corrupción y el desorden que los humanos hemos introducido en él con nuestro pecado. La fe en la resurrección significa que hay que resucitar cada día, ya desde ahora mismo, a una vida nueva, en que todos los seres y, sobre todo, cada una de las personas sean amados en sí mismos, como Dios las ama, porque son su obra.

            Si no hay resurrección, Dios es un mentiroso y los que creemos en ella unos desgraciados. Así lo dice San Pablo. ¿Es, pues, la resurrección tras la muerte una ilusión humana sin fundamento? ¿Un narcótico para paliar nuestras penas? Así lo han pensado algunos. Pero no es así. Es la promesa firme de Dios, del Dios de vivos y no de muertos, del que puede sacar vida de la muerte. En Él creemos, esperamos y por eso amamos. No es ésta una fe para espíritus débiles. Sólo pueden mantenerla los fuertes, los que están dispuestos a luchar hasta entregar la propia vida para mejorar la de los demás. Porque mantienen una esperanza que no será defraudada.


                                                            JOSÉ MARÍA YAGÜE CUADRADO

lunes, 4 de noviembre de 2013

SILENCIO Y ESPÍRITU



La oración nos revela la Presencia y cuál es el mejor camino, el más corto, para esa unión inefable que no podremos expresar jamás.
El descubrimiento del silencio, más allá de todo lo exterior, comporta una lucha y la adquisición de un hábito. Los fantasmas que se desencadenan a nuestros pasos pretenden declarar imposible la superación de las circunstancias, fáciles o difíciles, para nuestro fin.
Ahora bien, la convicción de la dimensión sin medida de lo escondido, la certeza de lo que es, es decir del "contenido" profundo, de la profundidad de todas las cosas, del "sentido" que poseen y de que lo no-manifestado es siempre mayor, es ya una ayuda importante para abrir un paso "a través" y aproximarnos al misterio y a la trascendencia. Memoria de lo secreto. Certeza de la Presencia. Aceptación de que lo mayor prefiera celarse... Gusto y alegría en trabajar en la aventura de descubrir... Todo ello es una invitación para dar con lo no sospechado, para alcanzar lo que nos supera: "que ni ojo vio, ni oído oyó..."
La atención a esta dimensión que poco a poco se abre y se proyecta en nuestra peregrinación nos coloca en un camino siempre más alto y más empinado.
La plegaria es, en esta aventura maravillosa, la respiración nuestra. La oración nos revela la Presencia y cuál es el mejor camino, el más corto, para esa unión inefable que no podremos expresar jamás.
En Él, con Él... El Espíritu ora en nosotros, y nos regala su respiro. Participando de Él, viviendo de Él, entraremos en el silencio inefable que supera toda imaginación y todo deseo.

De   El Testigo Fiel



domingo, 3 de noviembre de 2013

AVISOS SEMANA 4 DE NOVIEMBRE

Lunes 4
- A las 4:30 Grupo de Habilidades Sociales en el centro de San Mateo
- En la Eucaristía de las 7:30 de San Mateo el Grupo de Limpieza de la UP celebrará a San Martín de Porres (Fray Escoba).

Martes 5
- A las 8:15 en San Mateo, tercer momento de renovación de la fe (Foro Effeta)

Miércoles 6
- A las 5, Oración de Silencio en la Anunciación.
- También a las 5, se reúne el Grupo de Pastoral de la Salud de la UP en el centro de la Anunciación.

Jueves 7
- A las 5, clases de guitarra de la UP en el centro de la Anunciación.
- A las 8 exposición del Santísimo en San Mateo.

Viernes 8
- Grupo de Formación Bíblica a las 8 en el centro de San Mateo.

sábado, 2 de noviembre de 2013

PARA JESÚS NO HAY CASOS PERDIDOS

Jesús alerta con frecuencia sobre el riesgo de quedar atrapados por la atracción irresistible del dinero. El deseo insaciable de bienestar material puede echar a perder la vida de una persona. No hace falta ser muy rico. Quien vive esclavo del dinero termina encerrado en sí mismo. Los demás no cuentan. Según Jesús, “donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
Esta visión del peligro deshumanizador del dinero no es un recurso del Profeta indignado de Galilea. Diferentes estudios analizan el poder del dinero como una fuerza ligada a pulsiones profundas de autoprotección, búsqueda de seguridad y miedo a la caducidad de nuestra existencia.
Sin embargo, para Jesús, la atracción del dinero no es una especie de enfermedad incurable. Es posible liberarse de su esclavitud y empezar una vida más sana. El rico no es “un caso perdido”. Es muy esclarecedor el relato de Lucas sobre el encuentro de Jesús con un hombre rico de Jericó.
Al atravesar la ciudad, Jesús se encuentra con una escena curiosa. Un hombre de pequeña estatura ha subido a una higuera para poder verlo de cerca. No es desconocido. Se trata de un rico, poderoso “jefe de recaudadores”. Para la gente de Jericó, un ser despreciable, un recaudador corrupto y sin escrúpulos como casi todos. Para los sectores religiosos, “un pecador” sin conversión posible, excluido de toda salvación.
Sin embargo, Jesús le hace una propuesta sorprendente: “Zaqueo, baja en seguida porque tengo que alojarme en tu casa”. Jesús quiere ser acogido en su casa de pecador, en el mundo de dinero y de poder de este hombre despreciado por todos. Zaqueo bajó en seguida y lo recibió con alegría. No tiene miedo de dejar entrar en su vida al Defensor de los pobres.
Lucas no explica lo que sucedió en aquella casa. Sólo dice que el contacto con Jesús transforma radicalmente al rico Zaqueo. Su compromiso es firme. En adelante pensará en los pobres: compartirá con ellos sus bienes. Recordará también a las víctimas de las que ha abusado: les devolverá con creces lo robado. Jesús ha introducido en su vida justicia y amor solidario.
El relato concluye con unas palabras admirables de Jesús: “Hoy ha entrado la salvación en esta casa. También este es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. También los ricos se pueden convertir. Con Jesús todo es posible. No lo hemos de olvidar nadie. El ha venido para buscar y salvar lo que nosotros podemos estar echando a perder. Para Jesús no hay casos perdidos. 


De  Eclesalia.net

viernes, 1 de noviembre de 2013

31 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"Baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa"  (Lc 19,5).


Acogida. Ésta podría ser la palabra clave de la liturgia de este domingo. Zaqueo es su intérprete. Acoger a Jesús significa para él recibir la salvación de Dios, su amistad y su perdón. Junto con Zaqueo también son artífices de la acogida los tesalonicenses, que han dejado espacio y tiempo al anuncio del Evangelio y que están llamados a preparar el momento de su encuentro con Jesús a través de la fidelidad y la disponibilidad a realizar lo que está bien a los ojos de Dios en un tiempo difícil, en un tiempo en el que sería más conveniente no exponerse con el nombre de cristiano.
Acogida significa, para el libro de la Sabiduría, buscar los caminos para abrirse al diálogo con hombres de diferente origen y cultura, que forman parte de la creación y se encuentran bajo la mirada compasiva de Dios. Su existencia bajo el mismo cielo, querida por el Creador del universo, cancela la distinción entre puro e impuro, entre seres de primera y de segunda categoría, y trae consigo el reconocimiento de una fraternidad universal.
Acogida significa, para nosotros, anular las distancias que nos separan todavía de Jesús. Es demasiado fácil ser espectadores, sentados y sin ser molestados, ante el paso de Jesús. Es mejor bajar y permitir que Jesús nos conozca mejor, entre las paredes de nuestra casa, en las estancias del corazón. Es allí donde nace una relación de amistad y de amor con él, es allí donde nos encontraremos en condiciones de hablarle de nuestra vida. La acogida no es un adorno ni una cuestión de formalidad: es esencial para que nazca una relación cualitativamente diferente con Jesús y con las personas que encontremos. La familiaridad con Jesús nos permite, además, desprendernos de la sed del beneficio, del deseo de riquezas y de las preocupaciones que éstas suscitan (cf. Lc 8,14; 10,38-42): «Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (12,34).
Si estamos en condiciones de acoger a Jesús en nuestra vida cotidiana, con opciones concretas de conversión, podremos salirle al encuentro en la gloria, en el momento de su vuelta como Señor y Juez del universo.
                                  

Concédenos, Señor Jesús, la misma gloria que experimentó Zaqueo cuando te recibió en su casa.
Concédenos la alegría de tu perdón y de tu amistad.
Concédenos poder dar con alegría nuestras riquezas a los pobres, ser amigos suyos en el cielo y en la tierra.
Concédenos la alegría de acogerte en el pobre, en el extranjero, en el enfermo, en las personas que no conseguimos soportar.
Concédenos un corazón libre y puro, capaz de amar. Concédenos el tesoro de estar contigo en el Reino del Padre.

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Es cierto que cada uno de nosotros hace bien a su propia alma cada vez que socorre con misericordia las necesidades de los otros. Nuestra beneficencia, por tanto, queridos hermanos, debe ser pronta y fácil, si creemos que cada uno de nosotros se da a sí mismo lo que otorga a los necesitados. Oculta su tesoro en el cielo el que alimenta a Cristo en el pobre. Reconoce en ello la benignidad y la economía de la divina piedad: ha querido que tú estés en la abundancia a fin de que por ti no esté el otro en necesidad y de que por el servicio de tu buena obra liberes al pobre de las necesidades y a ti mismo de la multitud de tus pecados. ¡Oh admirable providencia y bondad del Creador, que ha querido poner en un solo acto la ayuda para dos!
El domingo que viene, por tanto, tendrá lugar la colecta. Exhorto y amonesto a vuestra santidad que os acordéis todos de los pobres y de vosotros mismos y, según las posibilidades de vuestras fuerzas, veáis a Cristo en los necesitados; a Cristo, que tanto nos ha recomendado a los pobres, que nos ha dicho que en ellos vestimos, acogemos y le alimentamos a él mismo (León Magno, Sermones, 6).



Hoy os hablaré de la pobreza. Debemos permanecer fieles, de manera simultánea, al pensamiento mismo de Cristo y a la solicitud concreta de nuestro amor por los que sufren las injusticias y la miseria. Por consiguiente, es a la luz de una comprensión cada vez más profunda del Evangelio, que debemos redescubrir cada día, como debe ir formándose poco a poco en el fondo de nuestro corazón, en nuestros reflejos, en nuestros juicios -en una palabra, en todo nuestro comportamiento-, el verdadero pobrecito de Jesús, tal como él lo desea, tal como él lo quiere. Una pobreza así está llena de alegría y de amor, y debemos esmerarnos en evitar oponer a esta pobreza, que es cosa delicada y divina, una falsificación humana que tal vez tuviera su apariencia, que tal vez pudiera hasta parecer a algunos más «materialmente» auténtica, pero correría el riesgo de resolverse en dureza, en juicios sumarios, en condenas, en desunión, en rupturas de la caridad. Seremos pobres porque el espíritu de Jesús estará en nosotros, porque sabemos que Dios es infinitamente sencillo y pobre de toda posesión y, sobre todo, porque queremos amar como él a los pobres y compartir su condición

Recordad siempre que el amor consuma todo en Dios, que el amor condujo a Cristo a la tierra y que los hombres siempre tienen sed de amor. Si vuestra pobreza no es simplemente unrostro de amor, no es auténticamente divina. Las exigencias de la pobreza no pueden estar por encima de las exigencias de la caridad: desconfiad de las falsificaciones demasiado humanas de la pobreza. La tentación del pobre son la envidia, los celos, la aspereza del deseo, la condena de todos los que poseen más que él.
 (R. Voillaume, Come loro, Cinisello B. 1987, pp. 412ss).

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