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miércoles, 26 de febrero de 2014

DOMINGO 8º DEL TIEMPO ORDINARIO

«Buscad primero el Reino de Dios»  (Mt 6,33)



No hay ninguna duda: el término mammona es el dinero personificado. Dicha personificación hace pensar que, según Jesús, el dinero es como una potencia capaz de someter el mundo entero y, con él, a las personas. Por este motivo, Lc 16,13 lo califica como «mammona de iniquidad», traducido en algunas ocasiones como «la inicua riqueza» o «el mezquino dinero».
Detengamos por un momento nuestra mirada en el principio de la página evangélica para subrayar su gran actualidad. Lo enunciado por Jesús de manera concluyente y decisiva nos impresiona y nos encausa. Habla de «amos» y de «servir», de «odio» y de «amor», de «preferencia» y de «desprecio». El lenguaje no puede ser más elocuente y claro.
Por último, hay que añadir que «servir» tiene en la Biblia, y con bastante frecuencia, un sentido cultual. Ante Dios, mammona es considerado por lo que es, un falso dios: un ídolo, un anti-dios. No olvidemos que el verbo griego duleuein no hace referencia exactamente a la actitud del siervo, sino a la del esclavo. La situación del que se encomienda a mammona se agudiza: renuncia a su libertad y se vende a su amo.


Aquí estoy, Señor, soy criatura tuya, débil y fuerte al mismo tiempo, pobre y rico, inseguro y crédulo. Haz que sepa perfeccionar en mí tu «imagen y semejanza» para vivir en la santidad de mi vocación y en la libertad de los hijos de Dios.
Aquí estoy, Señor, soy un pobre pecador, consciente de mi miseria espiritual y de tu infinita misericordia. Ayúdame, no permitas que me abata la fuerza del Malvado; ayúdame a buscar con ahínco la docilidad a tus mandamientos, el abandono a tu providencia entrañable.
Aquí estoy, Señor, soy hijo tuyo, hijo en el Hijo Jesús y hermano de todos. Concédeme estar siempre abierto al diálogo, ser sensible a las necesidades de los demás, mantenerme siempre disponible para el servicio desinteresado y generoso con los más necesitados.


Ved, hermanos míos, ved, hijos míos; considerad lo que os digo. Luchad contra vuestro corazón cuanto podáis. Si vierais que vuestra ira se levanta contra vosotros, rogad a Dios contra ella. Hágate Dios vencedor de ti mismo; hágate Dios vencedor no de un enemigo exterior a ti, sino de tu ánimo interior a ti. Él se hará presente y lo realizará. Quiere que le pidamos esto antes que la lluvia. Veis, en efecto, amadísimos, cuántas peticiones nos enseñó el Señor, y, entre todas, sólo una habla del pan de cada día, para que en cuantas cosas pensemos vayan dirigidas a la vida futura. ¿Por qué vamos a temer que no nos lo dé quien lo prometió al decir: «Buscad ante todo el Reino de Dios y su justicia, y Dios os dará lo demás. Pues ya sabe vuestro Padre lo que necesitáis antes de que vosotros se lo pidáis» (cf. Mt 6,8.32ss)? Muchos, en efecto, fueron sometidos a la tentación del hambre y, hallados ser oro puro, Dios no los abandonó. Hubieran perecido de hambre si nuestro pan interior de cada día hubiese faltado a su corazón. Anhelemos sobre todo ese pan.Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Puede él contemplar con ojos misericordiosos nuestra debilidad y vernos según aquello: Acuérdate de que somos polvo. Quien hizo al hombre del polvo y le dio vida, entregó a la muerte al Hijo único por este barro. ¿Quién puede explicar, o al menos pensar dignamente, cuan grande es su amor?

                                                                             Agustín de Hipona

Lecturas del día:

Vídeo de la semana:



NO A LA IDOLATRÍA DEL DINERO

EL Dinero, convertido en ídolo absoluto, es para Jesús el mayor enemigo de ese mundo más digno, justo y solidario que quiere Dios. Hace ya veinte siglos que el Profeta de Galilea denunció de manera rotunda que el culto al Dinero será siempre el mayor obstáculo que encontrará la Humanidad para progresar hacia una convivencia más humana.
La lógica de Jesús es aplastante: “No podéis servir a Dios y al Dinero”. Dios no puede reinar en el mundo y ser Padre de todos, sin reclamar justicia para los que son excluidos de una vida digna. Por eso, no pueden trabajar por ese mundo más humano querido por Dios los que, dominados por el ansia de acumular riqueza, promueven una economía que excluye a los más débiles y los abandona en el hambre y la miseria.
Es sorprendente lo que está sucediendo con el Papa Francisco. Mientras los medios de comunicación y las redes sociales que circulan por internet nos informan, con toda clase de detalles, de los gestos más pequeños de su personalidad admirable, se oculta de modo vergonzoso su grito más urgente a toda la Humanidad: “No a una economía de la exclusión y la iniquidad. Esa economía mata”.
Sin embargo, Francisco no necesita largas argumentaciones ni profundos análisis para exponer su pensamiento. Sabe resumir su indignación en palabras claras y expresivas que podrían abrir el informativo de cualquier telediario, o ser titular de la prensa en cualquier país. Solo algunos ejemplos.
“No puede ser que no sea noticia que muera de frío un anciano en situación de la calle y que sí lo sea la caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es iniquidad”.
Vivimos “en la dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”. Como consecuencia, “mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz”.
“La cultura del bienestar nos anestesia, y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esa vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un espectáculo que de ninguna manera nos altera”.
Como ha dicho él mismo: “este mensaje no es marxismo sino Evangelio puro”. Un mensaje que tiene que tener eco permanente en nuestras comunidades cristianas. Lo contrario podría ser signo de lo que dice el Papa: “Nos estamos volviendo incapaces de compadecernos de los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás”.

De  Eclesalia.net



martes, 25 de febrero de 2014

PEDID QUE SEAMOS BUENOS SERVIDORES, NO PATRONES

El Papa recuerda a curas, obispos y cardenales que “no deben considerarse dueños de la Iglesia”
(Ángelus 23 de febrero 2014)
Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
En la segunda lectura de este domingo, St. Paul dice: "Nadie pone su jactancia en los hombres, porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, la vida , la muerte , lo presente, el futuro, todo es vuestro, Mas vosotros sois de Cristo y Cristo de Dios "( 1 Cor 03:23 ) . ¿Por qué dice que el Apóstol? Debido a que el problema que se enfrenta es el de las divisiones en la comunidad de Corinto, donde se había formado de los grupos que se relacionan con diversos predicadores considerando la cabeza , diciendo: "Yo soy de Pablo , yo soy de Apolos , yo de Cefas ... " (1:12 ) . St. Paul explica que esta forma de pensar es errónea, porque la comunidad no pertenece a los apóstoles, pero son - los apóstoles - que pertenecen a la comunidad , pero la comunidad , en conjunto, pertenece a Cristo !
De esto se desprende que la pertenencia a la comunidad cristiana - diócesis, parroquias, asociaciones y movimientos - diferencias no se contradicen el hecho de que todo el mundo, mediante el Bautismo, tenemos la misma dignidad: todo, en Jesucristo, somos hijos de Dios , y esto es nuestra dignidad : En Jesucristo somos hijos de Dios ! Los que han recibido un ministerio de liderazgo, la predicación, la administración de los sacramentos, no deben ser considerados propietarios de poderes especiales, maestros, sino para servir a la comunidad, lo que ayuda a recorrer el camino de la santidad con alegría.
La Iglesia de hoy se basa en el testimonio de este estilo de vida pastoral a los nuevos cardenales, con quien celebró la misa de esta mañana. Saludamos a todos los nuevos cardenales, con una ronda de aplausos. Saludos a todos! El Consistorio de ayer y celebración eucarística de hoy nos ofrecieron una valiosa oportunidad para experimentar la catolicidad, la universalidad de la Iglesia, bien representada por los variados antecedentes de los miembros del Colegio de Cardenales se reunió en estrecha comunión en torno al Sucesor de Pedro. Y que el Señor nos dé la gracia de trabajar por la unidad de la Iglesia, para construir esa unidad, porque la unidad es el conflicto más importante! La unidad de la Iglesia es Cristo, los conflictos son problemas que no siempre son de Cristo.
Los momentos litúrgicos y celebración, tuvimos la oportunidad de vivir en los últimos dos días, para todos nosotros fortalecer en la fe y el amor por Cristo y por su Iglesia! También los invito a apoyar a estos pastores y para ayudarlos con la oración, para que siempre guiar a las personas con el celo que se ha confiado a ellos, mostrando toda la ternura y el amor del Señor. Pero, ¿qué necesidad de la oración tiene un obispo , un cardenal , un papa , por lo que puede ayudar a avanzar en el Pueblo de Dios ! Digo " ayuda “, que es servir al Pueblo de Dios, de modo que la vocación del obispo, el Cardenal y el Papa es precisamente esta : ser un siervo , para servir en el nombre de Cristo . Ruega por nosotros, porque somos buenos servidores, buenos siervos, no buenos anfitriones! Todos juntos , a los obispos , sacerdotes , personas consagradas y fieles laicos deben ofrecer el testimonio de una Iglesia fiel a Cristo , animada por el deseo de servir a nuestros hermanos y listo para reunirse con valentía profética a las expectativas ya las necesidades espirituales de los hombres y mujeres de la nuestro tiempo. La Virgen María nos acompañe y nos proteja en este viaje.

Enviado por Miguel Ruano




¿POR QUÉ OS AGOBIAIS? A CADA DÍA LE BASTA SU PROPIO AFÁN

            Además de ser uno de los textos literariamente más bellos y poéticos de los Evangelios, el pasaje que leeremos el próximo domingo nos deja varios mensajes muy claros pero difícilmente asumibles para el hombre contemporáneo.  Se nos dice que no nos agobiemos por la comida y el vestido. Para muchos, los que no tienen ni trabajo, ni pensiones, ni ingresos estables, la cosa no es tan fácil. De aire ni se come ni nadie se viste. Entendemos, como creo que Jesús lo entendería y entiende mucho mejor que nosotros, que los que carecen de techo propio,  de rentas y de medios para comprar en los supermercados, sobre todo si pesan sobre ellos hipotecas impagables,  que anden no sólo preocupados sino también agobiados, molestos, irritables y propensos a salir a la calle a protestar contra la codicia y la corrupción que a ellos les ha llevado a esa situación.

            Pero Jesús habla de otra cosa. Del afán y la codicia de quienes “banquetean espléndidamente y visten con lujo, de lino y púrpura” Lc 16, 19). Esto a la vez que grandes mayorías empobrecen a marchas forzadas, son arrojadas a la trasera de la sociedad o buscan el modo de entrar, con grave riesgo de su propia vida, en las sociedades opulentas desde los Continentes del hambre y la miseria.  La respuesta de los opulentos (=epulones) es la pura demagogia verbal, porque no están dispuestos a perder ni el más mínimo de sus privilegios. Y menos aún un céntimo de sus cuantiosos sueldos, cuando no de sus negocios fraudulentos o defraudadores. Ahí estamos muchos. No sólo políticos y jueces. Lo peculiar del Evangelio, de la Buena Noticia de Jesús, es que no nos invita tanto a mirar con envidia o rencor a los de enfrente, sino a entrar dentro de nosotros mismos para ver dónde ponemos nuestra seguridad y confianza.

            Ahí precisamente radica la clave de esa maravillosa página que comentamos. Si confiamos en el dinero y los bienes “propios” serviremos al dinero. En una escalada que nunca encuentra plena satisfacción. Viviremos para tener, acaparar, aparentar... Aparentar, eso es lo que significan las frecuentes alusiones evangélicas al modo de vestir. La sencillez y naturalidad de quien se interesa por la autenticidad del ser más que por la farsa del “parecer” no excluye la “elegancia”, que se manifiesta más en el porte que en lo que se porta. Pero sí excluye el insulto de pasarelas y alfombras rojas con miles de euros tirados en una noche, no lejos de los andrajosos, o millones despilfarrados en viajes “exclusivos” para comer en un restaurante de renombre.

            ¿Cuántos de los que nos llamamos cristianos confiamos realmente en que Dios vela por nosotros, nos protege, nos cuida, nos acaricia y nunca nos puede olvidar porque somos sus hijos? ¿Cuántos buscamos con verdad el Reino de Dios, el de la justicia, la verdad y la paz, intentando incorporar a los excluidos, como hacía Jesús con los leprosos, las mujeres doblemente marginadas, los ciegos sentados al borde del camino...? ¿O también nosotros cultivamos la “mundanidad”, de la que habla Francisco Papa, olvidándonos de Dios y pasando indiferentes ante la miseria humana? Sobra derroche, afán y estrés. Falta confianza,  solidaridad y paz interior. ¿No os parece? 

         
                                                                                     JOSÉ MARÍA YAGÜE

domingo, 23 de febrero de 2014

sábado, 22 de febrero de 2014

AVISOS SEMANA 24 DE FEBRERO

Lunes 24
-  A las 5 nos reunimos el Grupo de Mayores en el centro de la Anunciación del Señor.
-  También a las 5, Taller de punto en los locales de la Anunciación.
-  A las 5:30 tendremos reunión de la Legión de María en  los locales de la  Iglesia de San Mateo.

 Miércoles 26
-  Oración de Silencio delante del Santísimo de 5 a 6 de la tarde en la Iglesia de la Anunciación del Señor.
-  A las 4:30 se reúne el Grupo de Habilidades Sociales en el centro de San Mateo.

Jueves 27 
-  A las 5 Grupo de Vida Ascendente en el centro de San Mateo.
-  También a las 5, clases de guitarra de la UP en el centro de la Anunciación.

Viernes 28
-  Eucaristía de mes en la capilla de la Hermandad Ferroviaria (C/ Paris) a las 6 de la tarde.
-  A las 8 continuamos con la Formación Bíblica en el centro de San Mateo.




jueves, 20 de febrero de 2014

DOMINGO 7 DEL TIEMPO ORDINARIO

"La caridad todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta"  (1 Cor 13,7).

Sed santos porque Yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo


Da la impresión que el evangelio de hoy nos propone algo imposible de practicar. Esta deducción nos parece lógica o, al menos, impregnada de sentido común, pues experimentamos, incluso superficialmente, lo que sucede dentro y fuera de nosotros. Y algo desencantados y, quizá, resignados nos preguntamos: ¿el Dios de Jesucristo qué idea tiene del hombre para proponerle semejante «osadía»? Inmediatamente podemos invertir la cuestión: ¿Qué imagen nos hemos hecho de Dios para considerar utópico el horizonte que nos despliega Jesús? Destruida la tablilla con el listado de penas calculadas sobre la base de la ofensa cometida y desenmascarados por Dios, nos mostramos titubeantes ante su modo de comportarse: «¿No puedo hacer lo que quiera con lo mío? ¿O es que tienes envidia porque soy bueno?» (Mt 20,15).
Ésta es la santidad de Dios, su radical diversidad respecto a la sabiduría del mundo. Sin embargo, corremos el riesgo de extraviarnos cuando, fascinados y atraídos por su perfección, caminamos fijándonos sólo en aquello que estimamos con sano realismo pero que apaga el interés de ese «sueño» de Dios, ver las espadas transformadas en arados.
No es posible vivir odiando, en enemistad profunda e irreversible. El daño interior provocado por una relación rota corroe nuestras mejores energías, nos sumerge en la convicción de que, antes o después, el otro pagará por cuanto ha hecho. El templo de Dios en nosotros se deteriora, y sentimientos de revancha lo saquean, lo deforman, lentamente, a veces sin que nos enteremos de ello hasta el momento en que, si no hemos apaciguado constantemente nuestras palabras y nuestros gestos, sentimos desencadenarse en nuestro interior una violencia devastadora. El perdón es el testamento escrito por Jesús en la cruz, la herencia y la bendición otorgadas desde el costado traspasado por donde pasa el odio esparcido a lo largo de las estaciones de la historia humana y de las páginas menores de nuestra historia. Dios nos cura con su perdón, que desciende como lluvia sobre justos e injustos para devolverles la viveza a nuestras asperezas; un don a implorar, procedente de lo alto, que podemos compartir con los otros.


Dios quiere que seamos perfectos en todos los órdenes y en todas partes. Antiguamente, en la Ley, se decía: «Amarás al amigo y odiarás al enemigo»; tal precepto fue dado por necesidad, y con carácter provisional, a un pueblo terreno y carnal, por ello se explica este dicho: «Ojo por ojo, diente por diente». Ahora, a un pueblo evangélico le han sido entregados mandamientos de una doctrina celeste y de una justicia próxima a la perfección; se nos ordena amar a los enemigos, amar a quien nos odia, orar por quienes nos calumnian y persiguen; sólo de este modo mereceremos ser dignos hijos de Dios, quien -bueno como es- al repartir sus dones no hace distinción entre buenos y malos, justos e injustos: se trata de bienes que se gozan aquí abajo, frutos de un don celeste del Padre. El Espíritu Santo, por boca de Isaías, nos espolea a custodiar celosamente tales normas evangélicas cuando proclama: «Escuchad la Palabra del Señor los que tembláis ante su Palabra. Vuestros hermanos, que os detestan y os rechazan por mi causa, dicen: “Que el Señor muestre su gloria para que veamos vuestra alegría”. Pues quedarán confundidos». También David, y con rectitud, lo corrobora en un salmo: «Señor, mi Dios: si he hecho eso, si he devuelto mal por mal, que quede desamparado frente a mis enemigos» [...].
El Señor nos da a entender que es imposible alcanzar un amor perfecto si sólo amamos a quienes estamos seguros de conseguir a cambio un amor igual, pues -y no es ningún secreto- un amor parecido lo podemos ver entre los paganos y los pecadores. El Señor quiere que superemos la ley del amor humano mediante la ley del amor evangélico 
(Cromacio de Aquilea, Comentario al evangelio de Mateo, tratado 26,1,1-11,1).

Lecturas del día:
http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2014-02-23

Vídeo de la semana:
http://www.youtube.com/watch?v=0vA6M9zp2JU&list=UUUpxM9aeGr1dAVvlSX9VFdQ&feature=c4-overview


miércoles, 19 de febrero de 2014

UNA LLAMADA ESCANDALOSA

La llamada al amor es siempre seductora. Seguramente, muchos acogían con agrado la llamada de Jesús a amar a Dios y al prójimo. Era la mejor síntesis de la Ley. Pero lo que no podían imaginar es que un día les hablara de amar a los enemigos.
Sin embargo, Jesús lo hizo. Sin respaldo alguno de la tradición bíblica, distanciándose de los salmos de venganza que alimentaban la oración de su pueblo, enfrentándose al clima general de odio que se respiraba en su entorno, proclamó con claridad absoluta su llamada: “Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os calumnian”.
Su lenguaje es escandaloso y sorprendente, pero totalmente coherente con su experiencia de Dios. El Padre no es violento: ama incluso a sus enemigos, no busca la destrucción de nadie. Su grandeza no consiste en vengarse sino en amar incondicionalmente a todos. Quien se sienta hijo de ese Dios, no introducirá en el mundo odio ni destrucción de nadie.
El amor al enemigo no es una enseñanza secundaria de Jesús, dirigida a personas llamadas a una perfección heroica. Su llamada quiere introducir en la historia una actitud nueva ante el enemigo porque quiere eliminar en el mundo el odio y la violencia destructora. Quien se parezca a Dios no alimentará el odio contra nadie, buscará el bien de todos incluso de sus enemigos.
Cuando Jesús habla del amor al enemigo, no está pidiendo que alimentemos en nosotros sentimientos de afecto, simpatía o cariño hacia quien nos hace mal. El enemigo sigue siendo alguien del que podemos esperar daño, y difícilmente pueden cambiar los sentimientos de nuestro corazón.
Amar al enemigo significa, antes que nada, no hacerle mal, no buscar ni desear hacerle daño. No hemos de extrañarnos si no sentimos amor alguno hacia él. Es natural que nos sintamos heridos o humillados. Nos hemos de preocupar cuando seguimos alimentando el odio y la sed de venganza.
Pero no se trata solo de no hacerle mal. Podemos dar más pasos hasta estar incluso dispuestos a hacerle el bien si lo encontramos necesitado. No hemos de olvidar que somos más humanos cuando perdonamos que cuando nos vengamos alegrándonos de su desgracia.
El perdón sincero al enemigo no es fácil. En algunas circunstancias a la persona se le puede hacer en aquel momento prácticamente imposible liberarse del rechazo, el odio o la sed de venganza. No hemos de juzgar a nadie desde fuera. Solo Dios nos comprende y perdona de manera incondicional, incluso cuando no somos capaces de perdonar. 


De  Eclesalia.net

martes, 18 de febrero de 2014

FRENTE A LA LEY DEL TALIÓN, PURA GRATUIDAD

            La Ley del Talión supuso en un momento de la historia un avance frente a la venganza indiscriminada. Por supuesto, hay en el “ojo por ojo” más justicia que en el juramento de Lamec que aparece en el capítulo 4 del libro del Génesis: “yo maté a un hombre por una herida que me hizo y a un muchacho por un cardenal que recibí. Caín será vengado siete veces, mas Lamec lo será setenta veces siete”. Entendido ”el ojo por ojo” en su sentido literal, significa no sobrepasarse en la venganza ni tampoco en el castigo impuesto por los jueces por los agravios y delitos. Aún así, nos suena brutal. Si bien la venganza puede responder a un movimiento interior de restablecer la justicia, nunca sirve para apagar la sed de ésta y, por el contrario, termina en resentimiento. No sólo no cura al agresor sino que enferma más y más al agraviado. Por eso, poner en práctica la ley del Talión no rompe la espiral de violencia. Así lo ha dicho con su estilo directo el papa Francisco. Y no dejaría de ser cierto lo atribuido a  A. Einstein que, más o menos, reza así: “si aplicamos la ley del Talión terminaremos todos ciegos”.

            He visto en estos días la excelente película “Luz de domingo” de José Luis Garci. La escena central es una múltiple y dura violación de una mujer ante los ojos del novio en las vísperas de la boda. Una conversación  entre el padre y el ya esposo de la víctima es la clave. El esposo sólo busca  la curación de su esposa. El padre desea la venganza. El espectador se va identificando con el esposo, a quien se califica de santo, que logra la felicidad de su esposa. Lástima de final. Se impone la solución del padre. Magnífico personaje interpretado por Alfredo Landa. Pero, en definitiva, sangre y muerte. ¿A quién beneficia tal salida? ¿A los esposos que han sabido iniciar una vida nueva? ¿Al espectador del drama?  Personalmente hubiese deseado otro final. Y me pregunto si la venganza puede ser la “luz de domingo”.

            Ciertamente, la impunidad no es la solución a los delitos humanos. Y menos aún cuando no media el arrepentimiento del infractor. Es peor todavía cuando el fanatismo lleva a justificar el crimen y a reírse de las víctimas.  La solución evangélica es la única. Devolver bien por mal. Amar a los enemigos. Pero no se puede imponer a nadie. La imposición sería una nueva injusticia. Sólo puede brotar de un corazón que ve desde mucho más arriba. Y que va más lejos. Cuando se vive en la más pura gratuidad produce redención. Es resurrección. Así vivió Jesús su propia muerte y algunos santos después. Él sí es luz de domingo.

            En la Literatura Universal hay dos ejemplos fantásticos. La joven Sonia de Crimen y Castigo que sigue al asesino hasta Siberia por puro amor. O el ladrón Valjean que, ocultado ante la policía su latrocinio por el obispo robado, se convierte en un santo, en la obra de Víctor Hugo Los miserables. Dos obras en las que a la actitud policíaca y judicial, enfermiza y motivada por la búsqueda del éxito profesional, se opone el puro amor como única salida al mal. Sólo por el amor y la gratuidad se ha redimido a los delincuentes. ¿Hay algún otro bien equiparable o más deseable?


                                                                                     JOSÉ MARÍA YAGÜE

domingo, 16 de febrero de 2014

AVISOS SEMANA 17 DE FEBRERO

Lunes 17
-  A las 4:30 reunión del grupo de mayores en el centro de San Mateo
-  Taller de punto a las 5 en el centro de la Anunciación.

Martes 18
-  Legión de María a las 4:30 en los locales de San Mateo

Miércoles 19
-  Oración de Silencio a las 5 en la Anunciación, con exposición del Santísimo.

Jueves 20
-  Taller de guitarra a las 5 en el centro de la Anunciación.
-  Escuela de Familia de 6 a 7 para padres de niños y preadolescentes de catequesis en el centro de San Mateo.
-  Exposición del Santísimo a las 8 en la iglesia de San Mateo.

Sábado 22
-  De 5 a 7:30 Taller de Tiempo Libre para niños y preadolescentes de la UP en el centro de la Anunciación.

Campaña de Manos Unidas.
El 19 de febrero, miércoles, en el despacho de la Anunciación y de San Mateo ser recogerá embutido, fiambres, queso...  para la operación bocata, de 5 a 7.
El jueves 20 celebraremos el bocata solidario en el centro de San Mateo. Los tickets se pueden adquirir en los despachos de San Mateo y de la Anunciación antes de misa de 6 a 7.

En el despacho de la Anunciación del Señor de 6 a 6:45 pueden pasar de lunes a viernes a abonar la cuota parroquial.


sábado, 15 de febrero de 2014

JESÚS EN LA PLAYA DEL TARAJAL

Grupo de inmigrantes buscando cobertura de móvil a la orilla del mar en Yibuti.

Esta vez no bajaron corriendo, sino lentamente, con velas, linternas y todo lo que pudiera iluminar una noche tan oscura, sin luna.

Una procesión en silencio, desde los montes hasta la playa del Tarajal. La playa de la muerte. De nuevo cientos de inmigrantes convocados para tener un recuerdo, una oración, un deseo de que una tragedia de este tipo no se vuelva a repetir. Les acompañan miembros de la ONG Caminando Fronteras, Red Interlavapiés, Ferrocarril Clandestino, SOS Racismo, Servicio Jesuita a Migrantes, Asociación sin Papeles, Coordinadora de Barrios, Madres Unidas y muchas otras personas solidarias con sus luchas y esperanzas.
Al llegar a la playa se reunieron en círculo, unidos unos a otros, dándose calor y esperanza. La valla con sus cuchillas asesinas a un lado. El mar abierto al otro. Solo se escuchaban las olas cuando rompían sobre la arena ensangrentada, en medio de los gritos ahogados de la desesperación y la rabia. Pero, en medio de esa calma tensa, se oyó la voz de alguien que les llamó desde una barca situada a tres o cuatro metros de la playa. Asombrados, enmudecidos, dolientes, escucharon atentos sus palabras:
- Esta noche hemos sido convocados por las 15 personas que perdieron la vida al intentar cruzar esta valla infame de muerte. Hoy seguimos denunciando sobre esta tierra sagrada, por la muerte infame de nuestros hermanos, todas las vallas y fronteras que separan, que hieren, que matan a personas deseosas de vivir en un país de acogida, fraterno, donde puedan sobrevivir al hambre, la persecución, la guerra.
- Estas personas que han muerto aplastadas por la indiferencia, oprimidas por el racismo, ahogadas por el pragmatismo, tenían familia, nombres y apellidos: Keita Ibrahim, Blaise Fotchin, Armand Debordo Bakayoko, Yves Martin Bilong, Larios Fotio… Nombramos a los que se han identificado, para hacerlos presentes en esta noche fría de la Europa libre y civilizada, donde pueden circular libremente los capitales, o los inmigrantes ricos, pero no los empobrecidos que estáis aquí, en esta playa, con enorme tristeza y dolor contenido.
- Pero yo os digo a vosotros y a todas las personas solidarias que les acompañáis, protegéis, cuidáis, buscáis papeles o trabajo y denunciáis las injusticias que se cometen contra ellos y ellas:
- Felices seréis si habéis comprendido que la pluralidad, las culturas, la diversidad os enriquece, os hace crecer como personas, os invita a sentiros como hermanos de una sola familia humana.
- Felices sois ya quienes acogéis con profundo respeto y calor a quienes vienen de lejos, de fuera de nuestras fronteras, quienes os acordáis de cuando vuestros abuelos, vuestros padres o vuestros hijos y hermanos hoy han tenido que emigrar a otro país.
- Seréis dichosos si gritáis a toda la sociedad que nadie es extranjero, que ningún lugar es propiedad privada. Porque todos y todas somos ciudadanos, vecinos, compatriotas.
- La dicha se mostrará en vuestros ojos si disfrutáis al ver en el metro, en el autobús, en el parque a tantas personas, de diferentes razas, culturas, religiones, que dan tanto calor y color a la vida.
- Seréis perseguidos, difamados, incomprendidos si defendéis a los inmigrantes ante tantos ataques de racismo, de desprecio, de odio, de indiferencia, de nacionalismo excluyente. Pero la satisfacción y la libertad interior no os la podrá quitar nadie.
- Os invadirá el gozo cuando descubráis que todas las naciones y culturas son el resultado de una mezcla de muchos pueblos que, a lo largo de los siglos, han creado los países de los que hoy formamos parte.
- Os llenaréis de regocijo cuando acudáis presurosos, como esta noche, a las llamadas de quienes defienden los derechos de los inmigrantes, cuando se respeten sus derechos, cuando consigan trabajo, integración, amistad, cercanía.
- Solo seréis felices de verdad si trabajáis por un mundo sin fronteras, por romper prejuicios, por la multiculturalidad, por conocer otras culturas y religiones, por hacer sentirse como en su casa a quienes vienen de lejos, solos, asustados, apenados y les ofrecéis cariño, respeto y solidaridad.
Entonces bajó de la barca, y se integró en el círculo de la fraternidad sin fronteras. Hoy volverán a refugiarse en los montes cercanos. Pero cualquier otro día volverán a intentar saltar la valla de la vergüenza. Porque el Espíritu de la libertad y la dignidad, la santa Ruah, les habita y les da fuerza, esperanza y audacia. Y, ¡ay de quienes no lo entiendan así! Es el inaceptable pecado contra el Espíritu del buen Dios, Padre y Madre de los inmigrantes y de todos los oprimidos de nuestro mundo.
Decenas de personas curiosas, con uniforme o sin él, les miraban ocultos por la oscuridad detrás de la valla. Parte de ellos permanecían indiferentes, otros cumpliendo las órdenes de vigilancia a que les obligaban las autoridades políticas, forzadas a su vez por las inhumanas directrices europeas. Pero muchos otros sentían deslizarse por su rostro las lágrimas que brotaban, culpables y desafiantes a la vez, desde el manantial de su corazón.

Del blog  Otro mundo es posible, de Miguel Angel Mesa Bouzas



jueves, 13 de febrero de 2014

DOMINGO 6 DEL TIEMPO ORDINARIO

“El Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad”  (2 Cor 3,17).

Sofía, la Sabiduría divina construyó su casa.
Novgorod. Siglo XVI
Hacia mediados del siglo XVI en Rusia, los iconos se llenan de símbolos y de motivos alegóricos. Este ilustra el texto de los Proverbios X, 1-6: mientras que la personificación de la Sabiduría aparece en el medallón de la izquierda, el registro inferior representa a los criados que deguellan el ternero, preparan el vino y ponen la mesa - alusión evidente a la Eucaristía. Desde la cumbre de la torre, el rey Salomón se dirige a su pueblo, mientras que la Virgen al Niño, receptáculo de la Sabiduría, aparece en el medallón de la derecha. El sentido de la composición no es expresado por el ritmo o por la expresión, sino por los símbolos alegóricos: pues el icono pasa del mundo de la contemplación hacia el de la ilustración que requiere un esfuerzo mental del que quiere descifrar la complejidad de sus metáforas.


Respecto a la totalidad que nos manifiesta la sabiduría, las formas provisionales necesariamente se encuentran ligadas al principio de la coacción, de la constricción, y la constricción no es la ley del corazón. Esta condición de la existencia es una condición dura y hay que vivirla con la esperanza de que un día pasará este mundo, anclado en el pecado. Tenemos que preparar aquel mundo y, dentro de lo posible, anticiparlo ahora entre nosotros, sabiendo que se trata de una breve lluvia benéfica, de un fugaz rayo solar, ya que la verdadera estación está por llegar. Debemos, de alguna manera, insertar la levadura del futuro dentro del presente. Esta es nuestra tarea, en lo pequeño y en lo grande. Estas son las nuevas formas propuestas, clara y límpidamente, con la maravillosa y misteriosa música de las palabras evangélicas: «Habéis oído que se dijo, pero yo os digo». Nos encontramos en esta oscilación y es muy importante vivirla conscientemente, sin bandazos, sin fanatismos místicos que destruyen la antinomia de este mundo provisional, y sin mundanalidad -enorme en numerosos cristianos-, sino integrando las dos dimensiones y convirtiendo las palabras de la sabiduría en principio normativo de la sociedad, en regla de vida social. Ninguna sociedad responderá jamás, hasta que salgamos de este mundo transitorio, a las esperas y esperanzas que brotan de lo profundo. La respuesta que nos viene del Espíritu es una respuesta que brilla en el futuro, y sólo llega a nuestros días el reflejo de la luz (E. Balducci, Gli ultimi tempi, Roma 1998, 115).


«Pondré mi Ley en su interior, la escribiré en su corazón» (Jr 31,33). Si escudriñamos qué esconde la profundidad de nuestro corazón, si nos empleamos a fondo para descifrar lo escrito por una mano sabia y discreta, descubrimos que «lo que el ojo no vio», a veces misterioso hasta para nosotros, Dios lo ha preparado, lo ha diseñado, como un proyecto viable para nuestra vida; un proyecto que nos invita a vivir la única ley que nos hace libres, la del amor. Guiados por el Espíritu vivimos en el mundo anunciando una «Buena Noticia» que nos anima a vivir como cristianos adultos, a superar esas faltas de madurez que podrían llevarnos a una fe construida sobre una obediencia estéril y formal: «Cuando yo era niño, hablaba como niño, razonaba como niño; al hacerme hombre, he dejado las cosas de niño» (1 Cor 13,11). Para entrar en el Reino de los Cielos, Jesús pide una justicia superior a la observancia mecánica y desencarnada; solicita una adhesión capaz de interiorizar la norma y manifestar las verdaderas intenciones del corazón.
Esta nueva justicia transforma las dimensiones más profundas y personales de la relación con Dios en la cualidad de las relaciones que el discípulo establece con los hermanos. Dios «conoce las acciones de los hombres» y sabe que en una ofensa también se puede ocultar la voluntad de destruir al otro, que en una mirada, a veces, está latente el deseo de poseer, incluso con prepotencia, lo que no nos pertenece. Dios, que lo «ve todo», no acepta que el hombre reemplace con prácticas cultuales la exigencia de construir caminos de reconciliación, porque la misericordia vale más que los sacrificios.
Vivir según este estilo de vida nuevo, que Jesús ha inaugurado y que el Espíritu mantiene vivo, significa comprender la voluntad de Dios inmersos en la lógica del mundo, una lógica que parece sobrepasar la sabiduría oculta en nuestro interior. Entre el «sí» al camino evangélico y el «no» pronunciado a los «dominadores de este mundo», entre la vida y la muerte, pidamos que nuestra elección sea sin titubeos, inclinada al compromiso y no confusa o tibia.



Vídeo de la semana:
http://www.youtube.com/watch?v=551cmXQWZAY

Lecturas del día:
http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2014-02-16



miércoles, 12 de febrero de 2014

NO A LA GUERRA ENTRE NOSOTROS

Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo. Era lo mejor que habían recibido de él. En esa Ley se encierra la voluntad del único Dios verdadero. Ahí pueden encontrar todo lo que necesitan para ser fieles a Dios.
También para Jesús la Ley es importante, pero ya no ocupa el lugar central. Él vive y comunica otra experiencia: está llegando el reino de Dios; el Padre está buscando abrirse camino entre nosotros para hacer un mundo más humano. No basta quedarnos con cumplir la Ley de Moisés. Es necesario abrirnos al Padre y colaborar con él en hacer una vida más justa y fraterna.
Por eso, según Jesús, no basta cumplir la ley que ordena “No matarás”. Es necesario, además, arrancar de nuestra vida la agresividad, el desprecio al otro, los insultos o las venganzas. Aquel que no mata, cumple la ley, pero si no se libera de la violencia, en su corazón no reina todavía ese Dios que busca construir con nosotros una vida más humana.
Según algunos observadores, se está extendiendo en la sociedad actual un lenguaje que refleja el crecimiento de la agresividad. Cada vez son más frecuentes los insultos ofensivos proferidos solo para humillar, despreciar y herir. Palabras nacidas del rechazo, el resentimiento, el odio o la venganza.
Por otra parte, las conversaciones están a menudo tejidas de palabras injustas que reparten condenas y siembran sospechas. Palabras dichas sin amor y sin respeto, que envenenan la convivencia y hacen daño. Palabras nacidas casi siempre de la irritación, la mezquindad o la bajeza.
No es este un hecho que se da solo en la convivencia social. Es también un grave problema en la Iglesia actual. El Papa Francisco sufre al ver divisiones, conflictos y enfrentamientos de “cristianos en guerra contra otros cristianos”. Es un estado de cosas tan contrario al Evangelio que ha sentido la necesidad de dirigirnos una llamada urgente: “No a la guerra entre nosotros”.
Así habla el Papa: “Me duele comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aún entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odios, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?”. El Papa quiere trabajar por una Iglesia en la que “todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis”.


De  Eclesalia.net

martes, 11 de febrero de 2014

EL PRINCIPIO DE AUTORIDAD

           Hasta hace casi 20 años tuvimos en Salamanca un obispo –que lo fue de la diócesis más de 30- al que los mayores recordamos con afecto, algunos con mucho afecto. En concreto, el que suscribe lo quería y él me quería. Algunos decían que era muy buena persona y no tan buen obispo. Quizá su mayor defecto consistía en su renuencia a tomar decisiones que pudieran molestar a cualquiera. Bondadoso y tolerante, fácilmente podía transigir con comportamientos interesados de algunos. Recuerdo muy bien algo que me dijo a propósito de un articulillo mío en el que defendía la objeción de conciencia de un joven salmantino que llegó a ir a la cárcel por su resistencia a la “mili”. Creo que fue el único fue a prisión por este “delito”. Faltaban entonces menos de 20 años para que el servicio militar dejara de ser obligatorio. Don Mauro, nuestro obispo, defendía que los jóvenes deberían ir al servicio militar, o al menos cumplir  los servicios sustitutivos que impusieran los jueces o las autoridades militares, que esto no lo recuerdo bien. No contento con la publicación de mi artículo, me lo hizo saber con una sentencia tajante: “no se puede conculcar el principio de autoridad”. Y yo me pregunto hoy, treinta años después, ¿dónde ha quedado eso del principio de autoridad? Más aún, ¿qué es eso del principio de autoridad? Desde los padres, pasando por los periodistas y llegando a jueces y políticos de la más alta responsabilidad, en aras de una libertad concebida muy “sui generis”, y de una falsa democracia, en nuestra sociedad ha desaparecido el principio de autoridad.

            Lo último ya lo saben. Insultar, acosar, denigrar y armar gresca a la puerta de la casa de algunos responsables de las más altas instancias del Estado, es un legítimo derecho de los ciudadanos, en virtud de la democracia (ja, ja, ja...). Así lo dicta la sentencia de una jueza de la Audiencia Provincial de Madrid. ¿En qué estaba pensando su Señoría? ¿Podría yo dormir tranquilo en mi cama si se me ocurriese dejar caer en tono rebajado contra ella alguno de los insultos que esos “demócratas” vociferaron contra la Vicepresidenta del Gobierno Español? ¿O enviaría a la Policía Judicial en busca mía? Creo ser demócrata y, precisamente por ello, no me parecería mal que se me pidieran cuentas por desacato.

            Viene todo esto al hilo de la actualidad. Pero en el trasfondo tengo unas palabras del hombre más libre de la Historia humana y que murió precisamente por ser libre. Él dijo: “no he venido a abolir la Ley sino a llevarla a su plenitud”. Nuestro problema ha venido a ser que, bajo capa y so pretexto de libertad y democracia, nos hemos cargado la Ley. Claro que los maestros son los corruptos de las altas esferas quienes se pueden permitir pagar abogados, alargar in infinitum los juicios y después pedir indultos. Porque el pobre hombre que cogió lo que necesitaba para comer puede pudrirse en prisión preventiva durante meses o años. Así nos va. Sin principio de autoridad, que han de defender padres de familia, educadores, gobernantes y jueces, el río se revuelve. Y a río revuelto, ganancia de buceadores (de cloacas). Es decir, de los corruptores de nuestro sistema ya antidemocrático. Incluidos algunos o muchos jueces politizados, que se cargan de un plumazo el principio de autoridad.


                                                                        JOSÉ MARÍA YAGÜE CUADRADO

lunes, 10 de febrero de 2014

ANTE EL DRAMA




El Secretariado de Migraciones de la Diócesis de Cádiz y Ceuta manifiesta su honda preocupación y  profundo dolor ante uno de los más graves dramas humanos de la inmigración ocurridos en las cercanías de la frontera de Ceuta y que ha desembocado en la muerte de una decena de inmigrantes en el paso fronterizo de El Tarajal. 
Según las noticias conocidas hay trece fallecidos. Se sigue a la búsqueda de supervivientes. De los fallecidos algunos son por aplastamiento, según la información procedente de Marruecos, mientras que otros han sido hallados ahogados en el agua a pocos metros de la orilla, en uno de los asaltos más trágicos  en este paso fronterizo.
A través de este comunicado queremos expresar nuestra solidaridad con las familias de todos estos inmigrantes, al tiempo que denunciamos la muerte de todas estas personas inocentes y las causas que las originan.
Demandamos de los Gobiernos de todos los países afectados en estos graves sucesos generados por una inmigración que vive una situación muy desesperada, que se aborden las políticas y los medios necesarios para evitar que se repitan estos dramas y tragedias.

Encomendamos en nuestras oraciones a todos estos hermanos fallecidos y a sus familias. Desde el silencio de nuestra oración queremos hacer llegar hasta la otra orilla nuestro dolor y nuestra solidaridad y afecto, al tiempo que expresamos nuestro deseo de que este paso fronterizo terrestre y las aguas que separan las dos orillas dejen de ser espacios de dolor, sufrimiento, dramas y muertes y se conviertan en lugares de encuentro, amistad e intercambio entre los pueblos de los dos continentes.


sábado, 8 de febrero de 2014

AVISOS SEMANA 10 DE FEBRERO

Lunes 10
-  A las 5 nos reunimos el Grupo de Mayores en el centro de la Anunciación del Señor.
-  También a las 5 en el centro de la Anunciación, Taller de punto.

Martes 11
-  A las 4:30 tendremos reunión de la Legión de María en  los locales de la  Iglesia de San Mateo.
-  A las 6:15,  siendo el día de la Virgen de Lourdes, celebraremos en la Unidad Pastoral, el Día del Enfermo en la Iglesia de la Anunciación del Señor. A las 6:15 comenzamos con el rezo de Vísperas para continuar con la Eucaristía.

Miércoles 12
-  Grupo de Habilidades Sociales a las 4:30 en el centro de San Mateo.
-  Oración de Silencio delante del Santísimo de 5 a 6 de la tarde en la Iglesia de la Anunciación del Señor.

Jueves 13
-  Taller de Guitarra de la UP a las 5 en los locales de la Anunciación.

Hemos inaugurado la Campaña contra el hambre de Manos Unidas con el lema “Un mundo nuevo, proyecto común”.  El 20 de Febrero celebramos el “Bocata Solidario” y la unidad pastoral lo celebrará en el centro de San Mateo.  Los tickets se pueden adquirir en el despacho de San Mateo (Unidad Pastoral) o antes de misa en ambas iglesias.

En el despacho de la Anunciación del Señor de 6 a 6:45 pueden pasar de lunes a viernes a abonar la cuota parroquial. Gracias a todos.

jueves, 6 de febrero de 2014

5º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"Encomienda al Señor tu camino, confía en él, que él actuará"  (Sal 37,5ss).



Para las personas que buscan el sentido que anime su vida, la Palabra de Jesús abre perspectivas siempre inéditas, añade colores sorprendentes e impensables y proporciona el deseo de un proyecto de vida radicalmente diferente del que pueden ofrecer las realidades del «mundo». Una vez degustado el «sabor» nuevo de una existencia iluminada por Cristo, no hay más posibilidad para aquello que a menudo, y de modo mediocre, satisface fugazmente nuestros deseos de felicidad, dejándonos insatisfechos y decepcionados. Cuando permitimos que se avive el anhelo de una vida plena y «en abundancia» (cf. Jn 10,10), que dé sentido auténtico a nuestro ser y a nuestro obrar, permitimos que una fuerza, la del Espíritu, que trasciende nuestra valía, se manifieste al mundo a través de nosotros. «Sal» y «luz», tesoro valioso que llevamos en vasijas de barro, son dones no para retenerlos, sino para verterlos en los lugares donde se ha perdido el gusto y la esperanza de una vida digna de ser vivida o cuando alguien ha apagado la confianza.
Ninguna ritualidad exterior puede reemplazar las implicaciones más que comprometedoras descritas por Isaías: los gestos de compartir, la opción en favor de quienes sufren la privación injusta y forzada de aquellos bienes necesarios para vivir y que hacen visible y creíble la fe. La misión, y con ella el discípulo del Evangelio, conoce los tiempos del mensaje gritado desde las azoteas y la difusión de la Palabra escandalosa de la cruz hasta los confines del mundo, y también sabe reconocer los momentos silenciosos. discretos, extraordinariamente potentes de una caridad solidaria, de la que hablan las «buenas obras» que dan gloria al Padre, que está en los cielos. La comunidad cristiana no vive separada del mundo, sino inmersa en los acontecimientos de su tiempo, en los que está llamada a obrar: como la sal, que en sí no es ninguna comida y sólo unida, mezclada, deshecha en los alimentos, puede desarrollar su cometido; de la misma forma, la Palabra que el creyente anuncia tiene que penetrar y vivificar desde dentro los ambientes en los que es sembrada. Es un quehacer fiel y constante que debe hacerse presente en un testimonio de vida sencillo y sobrio, a veces trémulo y «débil», pero revestido de la fuerza de Dios, quien asegura su validez y eficacia.




Y lo que le sucede a la Iglesia nos sucede también a cada uno de nosotros en particular. Sus peligros son nuestros peligros. Sus combates son nuestros combates. Si la Iglesia fuera en cada uno de nosotros más fiel a su misión, ella sería, sin duda ninguna, lo mismo que su mismo Señor, mucho más amada y mucho más escuchada; pero también, sin duda alguna, sería, como él, más despreciada y más perseguida: «Yo les he dado Tu Palabra y el mundo los aborreció» (Jn 17,14; cf. 15,10-21). Si los corazones se manifestaran más claramente, el escándalo sería mucho más evidente, y este escándalo supondría un nuevo impulso para el cristianismo, porque «adquiere un poder mayor cuando es aborrecido por el mundo» (san Ignacio de Antioquía, Ad Romanos III, 3). El que el anticlericalismo esté «en baja», cosa de la que solemos felicitarnos, puede no ser siempre una señal feliz. Es verdad que este fenómeno puede ser debido a un cambio en la situación objetiva o a un mejoramiento tanto de una parte como de la otra, pero también podría significar que aquellos por quienes se conoce a la Iglesia, aun proponiendo todavía al mundo algunos valores dignos de estimación, se hubiesen acomodado a él, a sus ideales, a sus cláusulas y a sus costumbres. En ese caso, dejarían de ser embarazosos. Que la sal se puede desazonar es cosa que nos repite el Evangelio. Y si vivimos -me refiero a la mayor parte de los hombres- relativamente tranquilos en medio del mundo, esto quizá sea debido a que somos tibios 
                                                                     H. de Lubac, Meditación sobre la iglesia


Lecturas del día:

Vídeo de la semana:


miércoles, 5 de febrero de 2014

SALIR A LAS PERIFERIAS

Jesús da a conocer con dos imágenes audaces y sorprendentes lo que piensa y espera de sus seguidores. No han de vivir pensando siempre en sus propios intereses, su prestigio o su poder. Aunque son un grupo pequeño en medio del vasto Imperio de Roma, han de ser la “sal” que necesita la tierra y la “luz” que le hace falta al mundo.
“Vosotros sois la sal de la tierra”. Las gentes sencillas de Galilea captan espontáneamente el lenguaje de Jesús. Todo el mundo sabe que la sal sirve, sobre todo, para dar sabor a la comida y para preservar los alimentos de la corrupción. Del mismo modo, los discípulos de Jesús han de contribuir a que las gentes saboreen la vida sin caer en la corrupción.
“Vosotros sois la luz del mundo”. Sin la luz del sol, el mundo se queda a oscuras y no podemos orientarnos ni disfrutar de la vida en medio de las tinieblas. Los discípulos de Jesús pueden aportar la luz que necesitamos para orientarnos, ahondar en el sentido último de la existencia y caminar con esperanza.
Las dos metáforas coinciden en algo muy importante. Si permanece aislada en un recipiente, la sal no sirve para nada. Solo cuando entra en contacto con los alimentos y se disuelve con la comida, puede dar sabor a lo que comemos. Lo mismo sucede con la luz. Si permanece encerrada y oculta, no puede alumbrar a nadie. Solo cuando está en medio de las tinieblas puede iluminar y orientar. Una Iglesia aislada del mundo no puede ser ni sal ni luz.
El Papa Francisco ha visto que la Iglesia vive hoy encerrada en sí misma, paralizada por los miedos, y demasiado alejada de los problemas y sufrimientos como para dar sabor a la vida moderna y para ofrecerle la luz genuina del Evangelio. Su reacción ha sido inmediata: “Hemos de salir hacia las periferias”.
El Papa insiste una y otra vez: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrase a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termina clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos”.
La llamada de Francisco está dirigida a todos los cristianos: “No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos”. “El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro”. El Papa quiere introducir en la Iglesia lo que él llama “la cultura del encuentro”. Está convencido de que “lo que necesita hoy la iglesia es capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones”.


De  Eclesalia.net

martes, 4 de febrero de 2014

BRILLARÁ TU LUZ EN LAS TINIEBLAS

            El lenguaje más eficaz es casi siempre el de los símbolos y las imágenes. Por eso seducen las parábolas de Jesús. ¿Cómo hablar del Dios innombrable si no es con imágenes? ¿Cómo hablar de los sentimientos íntimos si no es con una lágrima o una flor? Mueve más a la acción un poema de dos hermosos versos que un tratado de filosofía.  Claro que esto es, como todo lo humano, un arma de dos filos. Se puede seducir muy eficazmente a las masas con un slogan mentiroso. Por eso, al final sólo las obras valen. Cristo se llama a sí mismo “luz del mundo”, tras curar al ciego.

            “Parte tu pan con el hambriento. Hospeda al que está sin techo. Viste al que está desnudo. No te cierres a tu propia carne”. Así lo entendía ya un profeta siglos antes de Cristo. Y continúa: “cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía”.  En efecto, “el justo brilla en las tinieblas como una luz”. Pero, ¿quién es el justo? Por desgracia, hay que buscarlos con lupa y no precisamente entre los responsables de establecer justicia y equidad. Ni entre los vociferantes de las calles o de los medios pidiendo lo imposible cuando, al llegarles su turno, se muestran absolutamente incapaces de realizar lo posible.  El justo está, sí, en las calles o en las casas, o en los asilos o en los hospitales pero no gritando sino acompañando, dando de comer, ofreciendo su tiempo o desviviéndose de muchas maneras para que el pobre y el enfermo no estén solos y encuentren cariño y comida.

            “Vosotros sois sal de la tierra y luz del mundo”. ¿A quién dice eso Jesús? No a los sabios, ni a los poderosos, ni a los agitadores de vocación y profesión que gestionan lo público sin pudor y sin importarles un comino las personas ni las instituciones que a veces gobiernan. A muchos de ellos les llamó Jesús hipócritas y sepulcros blanqueados. Sal y luz para el mundo son, según Jesús, los mansos, los misericordiosos, los que no tergiversan la realidad para beneficio propio sin importarles la verdad, los que trabajan por la paz en lugar de crear discordia en cuanto alzan la voz. No se convierte nadie en sal y luz por imperativos partidistas, ni por consignas repetidas una y otra vez, ni siquiera por el cumplimiento exacto de normas éticas o religiosas.

            Solamente se llega a ser sal y luz que da gusto, sabor e inspiración al mundo cuando el corazón se ha hecho compasivo. Absténganse de opositar a ser luz para los demás los indiferentes, los arribistas, los codiciosos de dinero, de honores o de poder, los fantoches que manejan bien la palabra. Esa palabra que siempre suena altisonante y demagógica. Quien la pronuncia nos considera estúpidos a todos. ¡Cuántas de estas palabras se escuchan a diario en boca de políticos, tertulianos... salvadas por supuesto algunas honrosas excepciones! Como diría el papa Francisco, para ser sal y luz, hay que hacerse antes personas-cántaro que se vacían de sí mismas para saciar la sed de los demás.


                                                                                       JOSÉ MARÍA YAGÜE

LA FE NUTRE LAS PROTESTAS EN UCRANIA


Los ortodoxos median en las marchas y los greco-católicos denuncian su represión

El estado de permanente convulsión que vive Ucrania en los dos últimos meses ha acelerado los acontecimientos estos días, sobre todo tras el último choque entre manifestantes y fuerzas policiales, que se saldó con cinco muertos y 300 heridos en Kiev. En medio de esta fuerte tensión, han tenido una significativa difusión las imágenes de religiosos y miembros de comunidades cristianas tratando de mediar entre la población y la policía.
Gran parte estas comunidades son ortodoxas, pero los greco-católicos –con cinco millones de fieles en un país de unos 45 millones de habitantes– también siguen muy de cerca los acontecimientos, dejando ver con declaraciones públicas su claro apoyo a la oposición proeuropea.
Así, en una conversación con  Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), el obispo de la Eparquía
greco-católica ucraniana de París, Borys Gudziak, califica las manifestaciones como “una batalla por la dignidad”.
A su juicio, “en los dos últimos meses, Ucrania ha registrado un dramático cambio”, lo que ha llevado a un aumento de la “concienciación social” que ha recibido una respuesta que entiende injusta: “La brutalidad de las fuerzas gubernamentales está impulsando a cada vez más manifestantes a desempeñar un papel activo en esta apuesta por la dignidad”.
El conocimiento directo permite a Gudziak definir a la mayoría de los manifestantes como personas pacíficas y con una honda fe, siendo lo usual los rezos e incluso las confesiones con los sacerdotes que participan en las concentraciones: “Resulta difícil imaginarse una manifestación más devota en la Europa del siglo XXI”.

De  Vida Nueva

sábado, 1 de febrero de 2014

AVISOS SEMANA 3 DE FEBRERO

Lunes 3
-  A las 4:30 nos reunimos el Grupo de Mayores en el centro de San Mateo.

Miércoles 5
-  11:30: Eucaristía de la Aguedas en el Iglesia de San Mateo.
-  A las 5 nos reuniremos el Equipo de Pastoral de la Salud en el centro de la Anunciación del Señor.
-  Oración de Silencio ante del Santísimo de 5 a 6 de la tarde en la Iglesia de la Anunciación del Señor.
-  A las 8 de la tarde se reúne el Grupo de Doctrina Social de la Iglesia en el centro de la Anunciación del Señor.

Jueves 6
-  A las 5 clases de guitarra de la UP en el centro de la Anunciación.
-  A las 8 Exposición del Santísimo en la Iglesia de San Mateo.

Viernes 7
-  Formación bíblica a las 8 en el centro de San Mateo.

El domingo 9 se realizará la colecta en favor de Manos Unidas.