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viernes, 31 de mayo de 2013

SANTÍSIMOS CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

"Bendito sea Dios, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en Cristo"
 (Ef 1,3)


       Bendito seas, oh Padre, que nos das cada día pan y vino y lodos los bienes de la creación. Nuestra jornada comienza con la luz de tu sol, nuestro terreno se riega con la bondad de tu lluvia, nuestros campos y nuestras vides loman color por la vida que tú les has dado. Bendito seas, oh Padre, que nos das la fuerza para gozar de estos dones.
        Bendito seas, oh Verbo del Padre, que a través de las realidades que nos rodean nos revelas que nuestra vida se vuelve comunión con Dios cuando se vuelve comunión contigo y con nuestros hermanos y hermanas que nos acompañan en nuestro camino. Bendito seas, oh Verbo eterno, que pronuncias en nuestra historia la Palabra del Padre.
       Bendito seas, oh Espíritu de Dios, que soplas en nuestros cuerpos y reviven a una vida nueva, que transformas la creación para que pueda acoger la presencia de Dios y continúe renovando la esperanza en nuestra vida, a fin de que podamos seguir orando para obtener nuestro pan y nuestro vino de cada día. Bendito seas, oh Espíritu de Dios, que tocas con tu soplo el pan y el vino y nos haces entrar en la vida de Dios.


Vídeo de la festividad:
http://www.youtube.com/watch?v=XA7ObNAd0o8

Lecturas del día:
http://www.servicioskoinonia.org/biblico/calendario/texto.php?codigo=20130602&cicloactivo=2013&cepif=0&cascen=0&ccorpus=0


jueves, 30 de mayo de 2013

LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA

"¡Dichosa tú, que has creído!"  (Lc 1,45)



Llevando al Señor en su seno, María subió con premura y le habló a Isabel. Dentro del seno de su madre, el pequeño oyó el virginal saludo y, saltando de júbilo, entonó su Ave a la Madre de Dios.
                                                          (De la liturgia bizantina)


     La hija de Sión de la que habla Sofonías y que experimenta la revocación de la condena es figura de María. Esta ha sido agraciada por Dios, ha sido alcanzada en su pobreza de criatura. Así como Dios interviene con su omnipotencia en favor del pueblo de Israel a partir de la pobreza, así ocurre también con nosotros: Dios despliega su omnipotencia a partir de nuestra pobreza.
    María no ve aún la realidad de Jesús presente en ella, pero lo cree ya, igual que el profeta Sofonías no veía aún la realidad de la revocación de la condena, pero la creía ya presente, dentro de la historia de Israel. Son miradas de fe, y también nosotros necesitamos esta mirada, una capacidad visual que penetre en lo hondo de los acontecimientos que vivimos. Un ojo que sepa reconocer que la fe, la alegría que viene del Espíritu y el servicio —los elementos que emergen de las lecturas— son como la punta de un iceberg. Indican que debajo hay algo grande, enorme: «Aquel a quien los cielos no pueden contener».
     Es la presencia de Dios lo que motiva y alimenta la fe, la alegría y el servicio. Sin embargo, si dejamos que las tibias aguas de la indiferencia, de la prisa, de los afanes, de nuestra propia realización, se suelten y quiten espacio en nosotros a la presencia de Dios, entonces todo se pone al revés: la fe se convierte en ideología o huida de la realidad; la exultación en el espíritu, en euforia o alegría pasajera y superficial; el servicio, en búsqueda de nosotros mismos o autoafirmación.
     Como María, verdadero modelo de discipulado, abramos la mente, el corazón, la vida, a la acogida de la Palabra en nosotros. Entonces también nosotros podremos vislumbrar y cantar con admiración la acción de Dios, que actúa en la historia de la humanidad y en nuestra historia personal. Y podremos decir, en esa caridad mutua que es servicio, que el Reino de Dios, en Cristo, está ya en medio de nosotros. 

Lecturas del día:
http://www.servicioskoinonia.org/biblico/calendario/texto.php?codigo=20130531&cicloactivo=2013&cepif=0&cascen=0&ccorpus=0




EN MEDIO DE LA CRISIS

       La crisis económica va a ser larga y dura. No nos hemos de engañar. No podremos mirar a otro lado. En nuestro entorno más o menos cercano nos iremos encontrando con familias obligadas a vivir de la caridad, personas amenazadas de desahucio, vecinos golpeados por el paro, enfermos sin saber cómo resolver sus problemas de salud o medicación.

Nadie sabe muy bien cómo irá reaccionando la sociedad. Sin duda, irá creciendo la impotencia, la rabia y la desmoralización de muchos. Es previsible que aumenten los conflictos y la delincuencia. Es fácil que crezca el egoísmo y la obsesión por la propia seguridad.

Pero también es posible que vaya creciendo la solidaridad. La crisis nos puede hacer más humanos. Nos puede enseñar a compartir más lo que tenemos y no necesitamos. Se pueden estrechar los lazos y la mutua ayuda dentro de las familias. Puede crecer nuestra sensibilidad hacia los más necesitados. Seremos más pobres, pero podemos ser más humanos.

En medio de la crisis, también nuestras comunidades cristianas pueden crecer en amor fraterno. Es el momento de descubrir que no es posible seguir a Jesús y colaborar en el proyecto humanizador del Padre sin trabajar por una sociedad más justa y menos corrupta, más solidaria y menos egoísta, más responsable y menos frívola y consumista.

Es también el momento de recuperar la fuerza humanizadora que se encierra en la eucaristía cuando es vivida como una experiencia de amor confesado y compartido. El encuentro de los cristianos, reunidos cada domingo en torno a Jesús, ha de convertirse en un lugar de concienciación y de impulso de solidaridad práctica.

La crisis puede sacudir nuestra rutina y mediocridad. No podemos comulgar con Cristo en la intimidad de nuestro corazón sin comulgar con los hermanos que sufren. No podemos compartir el pan eucarístico ignorando el hambre de millones de seres humanos privados de pan y de justicia. Es una burla darnos la paz unos a otros olvidando a los que van quedando excluidos socialmente.

La celebración de la eucaristía nos ha de ayudar a abrir los ojos para descubrir a quiénes hemos de defender, apoyar y ayudar en estos momentos. Nos ha de despertar de la “ilusión de inocencia” que nos permite vivir tranquilos, para movernos y luchar solo cuando vemos en peligro nuestros intereses. Vivida cada domingo con fe, nos puede hacer más humanos y mejores seguidores de Jesús. Nos puede ayudar a vivir la crisis con lucidez cristiana, sin perder la dignidad ni la esperanza. 

De  Eclesalia.net



miércoles, 29 de mayo de 2013

GRUPO DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Este lunes finalizaron las reuniones del presente curso del grupo de la doctrina social de la Iglesia. Llevamos dos años trabajando la Gaudium et Spes, y esperamos finalizar el próximo año. Vamos lentos, pero el trabajo es muy interesante. Animamos a quien quiera a unirse a hacerlo en el mes de octubre, en que retomaremos las reuniones quincenales.






DÍA NACIONAL DE LA CARIDAD

        


            Había tres jueves en el año que “relumbraban más que el sol”. Ahora esos jueves se han convertido en domingos por la supresión de fiestas religiosas. El próximo y relumbrante jueves-domingo, el de los líos en Toledo o Vitigudino, es el Corpus Christi. Que además está señalado en el Calendario por la Conferencia Episcopal Española como “día nacional de la caridad”.

            Lo que quiere decir que el jueves-domingo del Corpus ya no es sólo la fiesta de la Eucaristía, la de las alfombras florales, las procesiones con bandas militares, los balcones engalanados y las magníficas custodias renacentistas o barrocas. Si la piedad es sincera y la fe en el misterio eucarístico es profunda, bienvenidas sean tales procesiones, como manifestación pública de una fe que, por mucho que algunos se empeñen, no pertenece sólo al ámbito privado. Por cierto, ¿existe algo en el arte, el pensamiento, la cultura en general, que sea estricta y solamente privado? Cualquier realización del espíritu humano, ¿no tiende por su propia naturaleza a compartirse y hacerse pública? ¿No pretenden algunos adalides del progresismo reflejar en las leyes sus personalísimas opiniones sobre el aborto, el matrimonio, la religión, etc.?

            Pero además del culto público y urbano a la Eucaristía, el jueves-domingo del Corpus nos recuerda que el Cuerpo actual de Cristo son todos los miembros dolientes de eso que llamamos la Iglesia y que, demasiado frecuentemente, se confunde con la Jerarquía Eclesiástica. Más aún, no sólo los bautizados sufrientes son miembros del Cuerpo de Cristo sino todos los hombres y mujeres que padecen la pobreza, la enfermedad, la exclusión y que necesitan la solidaridad de quienes disfrutamos, quizá con abundancia excesiva, de recursos para dignificar la vida.

            Solidaridad viene del latín “solidum”. Llamamos sólido a lo que forma un bloque, un cuerpo bien trabado. Que no es evanescente, que no se evapora como los gases, ni se pierde al derramarse y desparramarse como los líquidos. Solidaridad, cuando hablamos de la humana, tiene sus componentes sicológicos y morales, pero arranca de un principio aglutinador más firme: el Espíritu de Cristo que lleva a todos a la unidad. Solidaridad es mucho más que la limosna. Ésta, cuando nace del sentimiento de superioridad, como la falsa compasión, no sirve al pobre; al contrario, lo humilla y lo arrincona en su desnudez. Escribía S. Vicente de Paúl a Sta. Luisa de Marillac: “los pobres sólo te perdonarán la limosna que les das por el amor que les tienes”.

            Por eso, la Fiesta del Corpus Christi conlleva el sentimiento de nivelación para restablecer la equidad y la justicia resquebrajadas. La misericordia nos impide, a la vista de un problema o sufrimiento, “mirar a otro lado”. “Amar al otro como a sí mismo” no es otra cosa que amar, con amor cordial y eficaz, al pobre que ha sido amado por Cristo hasta dar la vida por él. Es la solicitud espontánea e inmediata de un miembro por otro dentro del mismo cuerpo. El Cuerpo de Cristo es el “otro”. El Cuerpo Eucarístico, sacramento del  pan, no debe nunca separarse del sacramento del hermano (Olivier Clement). Esa separación es el peor cisma de la historia de la Iglesia.


                                                                                       JOSÉ MARÍA YAGÜE


martes, 28 de mayo de 2013

FORO ABRETE

Un nuevo foro de nuestra diócesis de Salamanca, centrado en la Nueva Evangelización, lleva funcionando desde octubre del 2012.
Altamente recomendable, no dejemos de visitar su blog:
http://foroabrete.blogspot.com.es/


lunes, 27 de mayo de 2013

CÁRITAS DE LA UP INFORMA


La cantidad total de ayudas realizadas en la Unidad Pastoral de San Mateo y la Anunciación del Señor durante el año 2012 fue de 23946 €.
Esta cantidad se distribuye del siguiente modo:

18811 € para ayuda de vivienda
3700   € para ayuda de alimentación
El resto en otras ayudas (medicinas y varios).


LA ASAMBLEA CELEBRANTE


Enviado por Miguel Ruano Sánchez:


Si los conceptos cultuales habitualmente empleados en una religión quedan descartados, como contrapartida, un término profano se va a encontrar investido en el Nuevo Testamento de la más profunda significación litúrgica. Tan es así que es «el único concepto que se presenta con una regularidad cierta ": es el verbo «reunirse», «congregarse» (o hacer asamblea). Se le cita cuatro veces en el único pasaje de 1 Cor 11, 17-34: «nuestras reuniones» (v. 17); «cuando os reunís en asamblea» (v. 18); «cuando os reunís en común» (v. 20); «cuando os congregáis» (v. 33). En la misma epístola se le encuentra ya en 5, 4: «en asamblea», y lo encontramos dos veces en el capítulo 14: «Si la Iglesia está toda reunida» (v. 23); «cuando os congregáis» (v. 26). Los Hechos de los Apóstoles lo emplean igualmente: «Se encontraban reunidos» (Act 4, 31); «A su llegada, congregaron la Iglesia» (14, 27). Habría que añadir a esto el empleo de la palabra «Iglesia», puesto que «ekklesia» significa «asamblea»: «la oración ardiente de la Iglesia» (12,5).

Tenemos aquí una primera indicación de la importancia considerable de la realidad «Asamblea», porque es la palabra griega que significa la asamblea la que ha prevalecido sobre los demás vocablos para designar este grupo que constituye el conjunto de los discípulos, es decir, la ekklesia, la Iglesia. La Palabra «Iglesia» designa, pues, principalmente la Iglesia local y, sobre todo, la asamblea litúrgica. Pero parece tan
adecuada para significar la realidad fundamental de la existencia cristiana, que pronto pasa a designar a los cristianos, incluso fuera de la asamblea litúrgica, y a superar la asamblea local para extenderse a la congregación mística de los fieles del mundo entero. Este paso fue dado ya por Pablo en Ef 5, 21-33.

La reunión de los creyentes en asamblea es, por tanto, lo más significativo para la liturgia cristiana. Lo primero de una celebración no es el local donde tiene lugar: en la época apostólica era un lugar profano (cf. Act 2, 46); no es tampoco el ministro; como su nombre indica, el ministro es el servidor de la asamblea (cf. 2 Cor 4, 5); si se nos apura, diremos que no es ni siquiera el sacramento en el caso de la Eucaristía, pues los cristianos tienen el deber de congregarse, aunque no puedan tener la misa, como lo prueban bien las asambleas dominicales sin sacerdote. Lo que es primero y fundamental en toda celebración es la asamblea. La celebración no es como un culto en que el gran sacerdote podría ser delegado para hacer todo lo que se debe en lugar de los demás. La asamblea es el primer acto de la celebración: es ella la que se reúne, la que reza, la que canta, la que alaba, la que intercede y se ofrece dando gracias. Las Plegarias Eucarísticas, por ejemplo, no están en singular, como si sólo el sacerdote tuviera que realizar lo que ellas dicen, sino en plural, puesto que toda la asamblea es el sujeto: «Te ofrecemos, Señor, el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos has hecho dignos de estar en tu presencia», dice la Segunda Plegaria Eucarística. En una palabra, es toda la asamblea la que celebra, todos «concelebran con» Cristo, primer celebrante. En toda celebración, sea eucarística o no, la asamblea es fundamental, ya que es ella la que hace existir la Iglesia y la que la da consistencia; la que celebra es la Iglesia.

Por eso, precisamente, se ha podido hablar con todo derecho del sacramento de la asamblea. Un sacramento es, lo sabemos, «un signo eficaz de gracia» que “contiene la gracia que significa”. En sentido estricto, no hay más que siete sacramentos, pero en sentido amplio toda realidad que significa eficazmente la gracia puede ser llamada sacramental. Así, en virtud de la palabra del Señor: «donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 10), la asamblea es un auténtico sacramento de la presencia del Señor. Es un signo visible que realiza eficazmente la presencia invisible del Señor en medio de sus miembros. La Constitución sobre la Liturgia del Vaticano II nos recuerda útilmente en el párrafo 7 que la asamblea es, con el ministro, la Eucaristía y la Palabra, uno de los modos a través de los cuales el Señor se hace presente. Precisemos todavía que esta sacramentalidad de la asamblea tiene valor por sí misma: la asamblea es sacramento de la presencia de Cristo en toda celebración, incluso no sacramental.

Es cierto que la teología de la asamblea ha tenido, desde el final de la guerra, un desarrollo muy rápido, gracias principalmente al movimiento litúrgico , conquistando derecho de ciudadanía en los espíritus; a él se debe en buena parte la reforma litúrgica realizada en el Vaticano II. Pero no es tan seguro que todos los cristianos, ni siquiera muchos sacerdotes, estén dispuestos a devolver a la asamblea su rol de «plataforma sustentadora» de la celebración y sobre todo a ver en ella ese signo privilegiado de la presencia del Señor. La dificultad con que nuestra época sale del individualismo litúrgico precedente es significativa.

¡Qué mal se conjugan todavía las cosas para que todos los miembros de una asamblea participen en la liturgia! Todo el misterio de la presencia de Cristo se centra con frecuencia en la persona del sacerdote, y sobre todo en el Santísimo Sacramento. Así, volviendo a retomar un punto que ya hemos tocado, las iglesias son consideradas más como Templos que cobijan al Santísimo Sacramento, que como «casa de asamblea». Y las misas se siguen viendo más como medios de asegurar la presencia real (eventualmente, tal fue el caso frecuente de recargar los tabernáculos), que como asambleas que se abren a la presencia del resucitado.

Es evidente que el sacerdote y la hostia son ciertamente portadores de esta presencia. Y el «pan de vida» lo es de una manera supereminente, ya que es la presencia misma del resucitado. Pero no lo son independientemente de la asamblea. No es que la Eucaristía se limite a las dimensiones de la asamblea: está claro que existe presencia real, incluso cuando la asamblea no está allí; pero la Eucaristía y la asamblea están indisolublemente unidas por una relación que expresa perfectamente el P. De Lubac: «Es la Iglesia la que hace la Eucaristía, pero es también la Eucaristía la que hace a la Iglesia». Así no es posible aislar al Santísimo Sacramento por sí mismo, descuidando la asamblea, ya que es precisamente ésta la que lo hace. Por su parte, el Santísimo Sacramento crea la Asamblea constituyéndola «cuerpo de Cristo», que, es el fin de la Eucaristía. Consecuencia de una concepción totalmente humana de la Iglesia, vista únicamente como sociedad o como institución, la importancia de la asamblea se encuentra reducida y el Santísimo Sacramento superexaltado. La Eucaristía es ciertamente el Cuerpo de Cristo. Pero la asamblea también lo es, ya que es la Iglesia: «Cristo es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia» (Col 1, 18). Bajo este título, la Iglesia dispone de una cierta preeminencia sobre la Eucaristía, ya que ésta, en cuanto modo sacramental de la presencia del Señor, está sometida a este mundo y pasará, mientras que la Iglesia, Cuerpo de Cristo, permanecerá, transformándose en Iglesia eterna y «constituyendo ese hombre perfecto que, en la madurez de su desarrollo, es la plenitud de Cristo» (Ef 4, 13),. Esa realidad existe ya, de manera misteriosamente oculta, en la más modesta de nuestras asambleas litúrgicas, y por eso la asamblea merece tanto honor. Por eso también gracias a la asamblea que la constituye, toda celebración es un sacramento de la presencia del Señor.

Cuando unos cristianos se reúnen para celebrar, se realiza la presencia del Señor. El acto de celebrar en asamblea es por sí mismo realizador de esta presencia. En sí mismo significa eficazmente que el Señor está en medio de los que celebran. «La asamblea litúrgica es a la vez sacramentum, la aparición y la realización de la Iglesia, obedeciendo a las mismas leyes de estructura que ésta y res sacramenti, fuente de gracia, unidad en Cristo», escribe el P. Congar 16. Más todavía: por cuanto la Iglesia es «la asamblea convocada», como gustan llamarla los Padres de la Iglesia, la celebración le permite existir para aquello que es y existe.

En efecto, si la Iglesia es la asamblea convocada por Dios, no existiría como Iglesia si no respondiese a esta convocación congregándose. Ahora bien, «la celebración es el acto que hace existir el obsequio de Dios, el acto que da cuerpo a la iniciativa de Jesucristo» . Toda celebración es, pues, sacramental, ya que es un signo eficaz de la presencia de Dios en su pueblo y de la construcción de su Iglesia en este mundo. El acto de celebrar hace pasar de la vocación a la realización, de la Iglesia convocada a la Iglesia congregada. «En estas comunidades, por pequeñas y pobres que con frecuencia puedan estar o tan dispersas, Cristo está presente en cuya virtud se constituye la Iglesia». Por medio de los signos sensibles: congregación, gestos y ritos, palabras y cantos, se realiza, pues, en toda celebración el misterio de la Alianza entre Dios y su pueblo.

«Sois una raza elegida, un reino de sacerdotes, una nación consagrada, un pueblo que Dios eligió para que fuera suyo y proclamara sus maravillas, sacándole de las tinieblas a su luz admirable» (1 Pe 2, 9). En todas partes, el cristiano participa en el sacerdocio de Cristo: «De la misma manera que llamamos cristianos a todos los que en el bautismo recibieron la unción mística, así debemos llamar sacerdotes a todos los que son miembros del único Sacerdote» Pero es en la asamblea, en acto de celebración, donde se manifiesta y se realiza en el más alto grado ese carácter sacerdotal de todo el pueblo que se ofrece y da gracias al Padre por Cristo. La celebración constituye la actualización más específica del sacerdocio de los fieles, porque es en la celebración donde mejor se ejercen las funciones sacerdotales del pueblo cristiano. En cuanto al ministerio ordenado, tendrá por misión, dentro de este pueblo, que servirle presidiendo su unidad y su construcción y garantizando la unión de esta parte del pueblo cristiano que es la Iglesia local con la Iglesia universal.

Una vez más nos vemos abocados a la rica desnudez del Nuevo Testamento. Los apóstoles no tenían nada: ni iglesias, ni objetos cultuales, ni vestidos litúrgicos. Pusieron en marcha, no obstante, la actividad celebrante de la Iglesia. Y precisamente porque no tenían nada, realizaron lo esencial y nada más que lo esencial; la liturgia no era, ni podía ser otra cosa que 1á reunión de los discípulos en asambleas celebrantes. Y al hacer, esto, se convirtió en la más bella y más ferviente liturgia que ha conocido la Iglesia.

No debemos soñar y pensar que es posible hoy barrer de un solo golpe veinte siglos de historia y volver a la situación primitiva: a la postre, sería un arcaísmo desfasado. Pero, al menos debemos saber distinguir lo esencial de lo secundario y creer, con la Iglesia apostólica, que la asamblea es la primera realidad constitutiva de una celebración.


                                                “La celebración en la vida cristiana”
                                                Claude Duchesneau. Editorial Marova Año 1981 (Pag. 93-97)




domingo, 26 de mayo de 2013

QUÉ BIEN SÉ YO LA FONTE QUE MANA Y CORRE

Qué bien sé yo la fonte que mana y corre,
aunque es de noche.

Aquella eterna fonte está escondida,
qué bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.

Su origen no lo sé, pues no lo tiene,
mas sé que todo origen de ella viene,
aunque es de noche.

Sé que no puede ser cosa tan bella
y que cielos y tierra beben de ella
aunque es de noche.

Bien sé que suelo en ella no se halla,
y que ninguno puede vadealla,
aunque es de noche.

Su claridad nunca es oscurecida,
y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.

Sé ser tan caudalosos sus corrientes,
qué infiernos, cielos riegan, y las gentes,
aunque es de noche.

El corriente que nace de esta fuente,
bien sé que es tan capaz y omnipotente,
aunque es de noche.

El corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede,
aunque es de noche.

Bien sé que tres en sola una agua viva
residen, y una de otra se deriva,
aunque es de noche.

Aquella eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.

Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a oscuras,
porque es de noche.

Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.


                                                                                           San Juan de la Cruz


PRIMERAS COMUNIONES EN LA UNIDAD PASTORAL

Este fin de semana del 25 y 26 mayo se han celebrado en la iglesia de San Mateo las primeras comuniones de la Unidad Pastoral. Desde aquí os felicitamos a todos y deseamos que sigáis en el camino de Jesús.
(Iremos poniendo más fotos en la medida que vayamos recibiéndolas).












AVISOS SEMANA 27 DE MAYO

Lunes 27
  - A las 4:30 reunión Cáritas de la Anunciación con Fátima en los locales de la parroquia de Fátima.
  - A las 5 en el centro de la Anunciación, Grupo de Mayores.
  - A las 7:30 en los locales de la Anunciación, Grupo de Doctrina Social de la Iglesia (Gaudium et Spes).

Miércoles 29
  - A las 5 Oración de Silencio en la Anunciación.

Jueves 30
  - A las 6 clases de guitarra de la UP en los locales de la Anunciación.
  - A las 6:15 exposición del Santísimo en la iglesia de la Anunciación.

Viernes 31
  - Grupo de Alfabetización a las 12 del mediodía en el centro de la Anunciación.
  - A las 8 en el centro de San Mateo, grupo de Formación Bíblica.

El domingo día 2 de junio, tres niños de edad escolar de la Unidad Pastoral recibirán el sacramento del Bautismo a las 12 en el templo de la Anunciación. Recemos por ellos.

Dos recordatorios:
  - Apuntarse a las actividades del verano de campos de trabajo para adolescentes y campamento del 21 al 28 de julio.
  - Salida fin de curso de la UP el 12 de junio al santuario del Castañar. Apuntarse para el autobús antes del 31 de mayo en el despacho de San Mateo de 6 a 7:30. El precio es de 7€.


jueves, 23 de mayo de 2013

LA SANTÍSIMA TRINIDAD

"La esperanza no engaña"  (Rm 5,5)

La paternidad de Novgorod. Icono S. XIV  (Galeria de Tret'jakov, Moscu)

La imagen es el gran icono de la Paternidad de Novgorod de fines del siglo XIV, cuyas dimensiones confirman que estaba destinada a una iglesia: la Figura dominante es la del Anciano de días que aparece sentado sobre un trono con respaldo semicircular, revestido con un manto blanco adornado con una franja rojo fuego; su aureola es una cruz y en los espacios entre los brazos de la cruz están representados algunos serafines; en su mano izquierda tiene un pergamino semiabierto. Con la derecha bendice mediante el movimiento del anular unido al pulgar típico del Verbo encarnado. Sobre sus rodillas se sienta el Emmanuel que con ambas manos sostiene un disco sobre el que esta representada la paloma del Espíritu Santo; también el tiene una aureola con cruz con los serafines. Los pies del Anciano se apoyan sobre un escabel rodeado por las ruedas de fuego aladas, consteladas de ojos, de la visión de Ezequiel; dos grandes serafines están a los costados del trono como en la visión de Isaías. Junto al trono aparecen dos santos estilitas, abajo a la derecha se ve un joven apóstol, probablemente Tomas o Felipe.


No siempre resulta fácil sonreír frente a la vida. La mayoría de las veces sentimos la tentación -es hoy nuestra gran tribulación- de creer en cualquier otra cosa menos en nuestra felicidad. Quien tiene éxito no es, a buen seguro, el que se plantea las preguntas sobre la verdad y sobre la justicia; los títeres de la televisión nos propinan imágenes que unen riqueza y serenidad; la cháchara de la gente no nos ayuda a distinguir entre nuestra verdad interior y la fachada que mostramos a los otros; el dolor que acompaña a la vida con sus relaciones hace acallar nuestros sueños… Frente a esta historia -la historia que se hace oír en alta voz- nos sentimos a veces aturdidos, sin posibilidad de volvernos hacia atrás y de preguntarnos dónde está el error de donde viene todo.
Sin embargo, ésta no es la única historia en la que estamos implicados. Hay asimismo una historia que viene de lejos, de la que ni siquiera vemos sus orígenes y que también se nos presenta bajo la fachada de cada día. Se trata de la historia de un hombre que ha sido capaz de poner la verdad por delante del error sin ser fundamentalista, de poner la acogida por delante del miedo, de sentirse llamado a un amor más grande antes que tener miedo por su propia suerte sin perder nada de su propia humanidad. Se trata de una historia compuesta de otras personas capaces de seguir a aquel hombre por su camino, sirviendo gratuitamente a los otros, orando, consolando. Se trata de una historia que todavía hoy se muestra fecunda cada vez que un abrazo vence a un sufrimiento, cada vez que se dice una palabra en medio del silencio, cada vez que encontramos a una persona que realiza la justicia en la verdad y la misericordia. Esta historia nos parece escondida porque no siempre tenemos unos oídos tan finos que la oigamos y porque casi siempre se levantan otras voces más altisonantes, más prepotentes, aunque también más vacías. Por eso no se les puede decir el Nombre, para no confundirlo con el resto de la historia.
Se nos ha enseñado a llamar a ese Nombre «Padre», a adorar al Hijo, a invocar el don del Espíritu Santo: éstos son los nombres que se oyen en esta historia que está detrás de nuestra historia de cada día. Con estos nombres en nuestros labios y en nuestros corazones podremos comprender al fin que el mundo no ha sido abandonado a sí mismo y -ni siquiera en medio de sus sufrimientos- va solitario por su camino, sino que es bello «jugar con el orbe de la tierra, [poniendo nuestra] alegría en estar con los hombres». Así es como podremos comprender que, entre todas las dimensiones que atravesamos con nuestros pasos de cada día, lo que constituye el fundamento de todo es precisa y únicamente nuestro camino espiritual. Podremos comprender que nuestra llamada a la comunión con Dios y con quienes nos acompañan en nuestro camino no es un peso, sino un juego que nos puede hacer sonreír y nos hace más libres que nunca. Pero ésta es otra historia…

Lecturas del día:

Vídeo de la semana:



miércoles, 22 de mayo de 2013

DE RODILLAS Y EN SILENCIO


          El título suena a castigo de Colegio. Pero es todo lo contrario. Es para disfrutar del misterio. Ante la fiesta de la Santa Trinidad, no tanto de Dios sino “acerca de Dios”, como aproximación y de rodillas, me atrevo a balbucear tres pequeños apuntes. Están escritos hace algunos años. Pero quiero recrearlos hoy dentro de mí y publicarlos, invitando al asombro que sólo el Dios indecible y adorado suscita en quien se pone a escucharlo. Y sólo así puede afrontarse con vigor y valor este mundo de corrupción, injusticia y falsedad que nos circunda y amenaza.

         Siento a Dios en la mañanita, apenas amanecido, “en los levantes de la aurora”, cuando el sol se adivina pero todavía no se ve, y, sin embargo, con una luminosidad diáfana, la brisa suave, y todo el campo serenado sin otros sonidos que el trinar de las avecillas o allá abajo, en la hondonada, el discurrir de las aguas. No es sólo que Dios esté ahí. Percibo más bien, en la quietud y en la vida pujante de la naturaleza tras las interminables lluvias, que todo, todo, absolutamente todo está en Dios. Y también el caminante solitario que soy yo estoy en él, y desde él respiro, tengo consistencia, soy.
En Él soy lo que soy. Pequeño átomo invitado a asociarme en libertad a la paz de un universo que sigue adelante a pesar de todo. Dios es la libertad de los vivientes. Lejos de ser el gendarme o el juez de nuestros miedos... Dios es el que deja ser al ser y permite a cada ser, ser lo que es. Ese Dios se me hace a la vez inmensamente inmenso y tan sencillo o pequeño como la abeja que liba en la insignificante flor del tomillo o la retama.

            Y nunca solitario. Lo llamamos Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es decir, Creador, Palabra y Amor. Círculo perfecto en Sí mismo y apertura infinita, puesto que en Él nace, crece, se mueve, existe, se abre a lo demás... y ama todo lo que es.

            A Dios sólo nos podemos acercar en el sosiego del silencio, en el vacío del corazón, en la acogida gratuita de quien adora sin esperar nada, nada, nada, y en la mano tendida al Dios que se ha hecho vulnerable en la creación, en el Hijo encarnado, en todo ser humano con el que ese Hijo se identifica. Por eso estamos, estoy, tan lejos,  lejos del Dios innombrable, infinito y desnudo. Sólo a Él, el poder, el honor y la gloria. Amén.

            Y tras la adoración, de rodillas y en silencio, la mirada avergonzada a nuestro mundo. En el que seguimos proclamando ampulosamente que “todos somos iguales” (VERDAD DESDE DIOS, SARCASMO Y MENTIRA DESDE NOSOTROS), pero en el que pobres diablillos se pudren en las cárceles mientras los ladrones de guante blanco reúnen en pocas horas millones de euros para seguir disfrutando de los “resultados” de sus fechorías.

            Mirada que, no puede ser de otra manera para el creyente, lleva a la indignación y también a la acción. Acción pacífica, comprensiva, respetuosa con todos –como la del Dios de Jesús- pero que no está dispuesta a dejar las cosas igual. ¿Cómo acertar en la acción? Sólo escuchando al Dios del Sinaí que baja a liberar a su Pueblo, siguiendo a Jesús hasta la Cruz, es decir, sufriendo y no haciendo sufrir, y llenándose del Espíritu que nos explica el camino de Jesús y nos conduce por él.

                                                                    JOSÉ MARÍA YAGÜE

MISTERIO DE BONDAD


A lo largo de los siglos, los teólogos se han esforzado por investigar el misterio de Dios ahondando conceptualmente en su naturaleza y exponiendo sus conclusiones con diferentes lenguajes. Pero, con frecuencia, nuestras palabras esconden su misterio más que revelarlo. Jesús no habla mucho de Dios. Nos ofrece sencillamente su experiencia.
A Dios Jesús lo llama “Padre” y lo experimenta como un misterio de bondad. Lo vive como una Presencia buena que bendice la vida y atrae a sus hijos e hijas a luchar contra lo que hace daño al ser humano. Para él, ese misterio último de la realidad que los creyentes llamamos “Dios” es una Presencia cercana y amistosa que está abriéndose camino en el mundo para construir, con nosotros y junto a nosotros, una vida más humana.
Jesús no separa nunca a ese Padre de su proyecto de transformar el mundo. No puede pensar en él como alguien encerrado en su misterio insondable, de espaldas al sufrimiento de sus hijos e hijas. Por eso, pide a sus seguidores abrirse al misterio de ese Dios, creer en la Buena Noticia de su proyecto, unirnos a él para trabajar por un mundo más justo y dichoso para todos, y buscar siempre que su justicia, su verdad y su paz reinen cada vez más en entre nosotros.
Por otra parte, Jesús se experimenta a sí mismo como “Hijo” de ese Dios, nacido para impulsar en la tierra el proyecto humanizador del Padre y para llevarlo a su plenitud definitiva por encima incluso de la muerte. Por eso, busca en todo momento lo que quiere el Padre. Su fidelidad a él lo conduce a buscar siempre el bien de sus hijos e hijas. Su pasión por Dios se traduce en compasión por todos los que sufren.
Por eso, la existencia entera de Jesús, el Hijo de Dios, consiste en curar la vida y aliviar el sufrimiento, defender a las víctimas y reclamar para ellas justicia, sembrar gestos de bondad, y ofrecer a todos la misericordia y el perdón gratuito de Dios: la salvación que viene del Padre.
Por último, Jesús actúa siempre impulsado por el “Espíritu” de Dios. Es el amor del Padre el que lo envía a anunciar a los pobres la Buena Noticia de su proyecto salvador. Es el aliento de Dios el que lo mueve a curar la vida. Es su fuerza salvadora la que se manifiesta en toda su trayectoria profética.
Este Espíritu no se apagará en el mundo cuando Jesús se ausente. Él mismo lo promete así a sus discípulos. La fuerza del Espíritu los hará testigos de Jesús, Hijo de Dios, y colaboradores del proyecto salvador del Padre. Así vivimos los cristianos prácticamente el misterio de la Trinidad.

De  Eclesalia.net


lunes, 20 de mayo de 2013

BAUTIZO DE NATALIA

El domingo de Pentecostés en la iglesia de la Anunciación recibió el sacramento del bautismo Natalia, nuevo miembro de la Igleisa y de nuestra comunidad parroquial.
Desde aquí felicitamos a padres y padrinos, y deseamos que crezca en la fe ayudada por todos.



domingo, 19 de mayo de 2013

SALIDA FIN DE CURSO DE LA UNIDAD PASTORAL


La salida de fin de curso de la UP será el día 12 de junio, festividad de San Juan de Sahagún, al santuario de la Virgen del Castañar de Béjar y a Candelario.
Cada uno lleva su comida.
Para ir en autobús es necesario apuntarse antes del 31 de mayo en el despacho de San Mateo, de 6 a 7:30 de la tarde. El precio es 7€.


AVISOS SEMANA 20 DE MAYO

Lunes 20
-  Reunión Cáritas La Anunciación y Fátima a las 4:30 en los locales de Fátima
-  A las 7:30, Grupo de Doctrina Social de la Iglesia en los locales de la Anunciación.

Martes 21
-  Grupo de Cáritas de San Mateo a las 5 en los locales de San Mateo

Miércoles 22
-  Oración de Silencio a las 5 en la Anunciación del Señor.

Jueves 23
-  A las 6 de la tarde, clases de guitarra de la UP en los locales de la Anunciación.
-  Exposición del Santísimo a las 8 en San Mateo

El sábado 25 a las 12:30 y el domingo 26 a la 1 habrá Primeras Comuniones en San Mateo.

Está pasando el cobrador de la parroquia (Paco) por los hogares de la Anunciación a cobrar la cuota parroquial de este año 2013. Gracias.

Apuntarse a las actividades de este verano:
- Campos de trabajo adolescentes
- Campamento verano 21 al 28 de julio


NECESITADOS DE SALVACIÓN


El Espíritu Santo de Dios no es propiedad de la Iglesia. No pertenece en exclusiva a las religiones. Hemos de invocar su venida al mundo entero tan necesitado de salvación.
Ven Espíritu creador de Dios. En tu mundo no hay paz. Tus hijos e hijas se matan de manera ciega y cruel. No sabemos resolver nuestros conflictos sin acudir a la fuerza destructora de las armas. Nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo ensangrentado por las guerras. Despierta en nosotros el respeto a todo ser humano. Haznos constructores de paz. No nos abandones al poder del mal.
Ven Espíritu liberador de Dios. Muchos de tus hijos e hijas vivimos esclavos del dinero. Atrapados por un sistema que nos impide caminar juntos hacia un mundo más humano. Los poderosos son cada vez más ricos, los débiles cada vez más pobres. Libera en nosotros la fuerza para trabajar por un mundo más justo. Haznos más responsables y solidarios. No nos dejes en manos de nuestro egoísmo.
Ven Espíritu renovador de Dios. La humanidad está rota y fragmentada. Una minoría de tus hijos e hijas disfrutamos de un bienestar que nos está deshumanizando cada vez más. Una mayoría inmensa muere de hambre, miseria y desnutrición. Entre nosotros crece la desigualdad y la exclusión social. Despierta en nosotros la compasión que lucha por la justicia. Enséñanos a defender siempre a los últimos. No nos dejes vivir con un corazón enfermo.
Ven Espíritu consolador de Dios. Muchos de tus hijos e hijas viven sin conocer el amor, el hogar o la amistad. Otros caminan perdidos y sin esperanza. No conocen una vida digna, solo la incertidumbre, el miedo o la depresión. Reaviva en nosotros la atención a los que viven sufriendo. Enséñanos a estar más cerca de quienes están más solos. Cúranos de la indiferencia.
Ven Espíritu bueno de Dios. Muchos de tus hijos e hijas no conocen tu amor ni tu misericordia. Se alejan de Ti porque te tienen miedo. Nuestros jóvenes ya no saben hablar contigo. Tu nombre se va borrando en las conciencias. Despierta en nosotros la fe y la confianza en Ti. Haznos portadores de tu Buena Noticia. No nos dejes huérfanos.
Ven Espíritu vivificador de Dios. Tus hijos e hijas no sabemos cuidar la vida. No acertamos a progresar sin destruir, no sabemos crecer sin acaparar. Estamos haciendo de tu mundo un lugar cada vez más inseguro y peligroso. En muchos va creciendo el miedo y se va apagando la esperanza. No sabemos hacia dónde nos dirigimos. Infunde en nosotros tu aliento creador. Haznos caminar hacia una vida más sana. No nos dejes solos. ¡Sálvanos! 

De  Eclesalia.net

sábado, 18 de mayo de 2013

SECUENCIA




Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. 
Padre amoroso del pobre, don, en tus dones espléndidos. 
Fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo.
tregua en el duro trabajo, 
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas,
y reconforta en los duelos. 
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos. 
Mira el vacío del hombre
Si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, 
infunde calor de vida en el hielo,
doma al Espíritu indómito,
guía el que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.



PENTECOSTÉS, FIESTA JUDÍA Y CRISTIANA


Seguramente en el 99% de los casos cuando se le pregunta a un católico o a un cristiano qué se celebra en Pentecostés, responderá que la venida o efusión del Espíritu Santo. El mismo porcentaje reaccionará con sorpresa y desconcierto cuando se le confronte con el texto de Hechos de los Apóstoles que dice: “Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar” (v. 1). Todavía no aparece mencionado el Espíritu y ya se habla del día de Pentecostés de lo que se desprende que Pentecostés antes de ser una fiesta cristiana era (y es hasta el día de hoy) una fiesta judía. Y era una inmensa fiesta: una de las tres fiestas anuales de peregrinación a Jerusalén que se celebraban en Israel (ver Ex 23,16). Es decir, el Espíritu Santo, para decirlo de una forma gráfica, se aprovechó de la fiesta de Pentecostés, que estaban celebrando los judíos en Jerusalén, para manifestarse.
Originalmente, se trataba de una fiesta agrícola de ofrenda de las primicias de las cosechas a Yahvéh. Levítico 23,15-16 dice: “A partir del día siguiente al sábado, esto es, del día en que hayan ofrecido las espigas con el rito del balanceo, contarán siete semanas completas. Contarán cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo sábado, y entonces ofrecerán a Yahvéh una ofrenda de granos nuevos”. De ahí el nombre hebreo de fiesta de las “semanas” (shabuot) y el nombre griego de “Pentecostés” que significa “cincuenta”.
Posteriormente, Pentecostés pasó a conmemorar la alianza de Dios con el pueblo en el Sinaí y, específicamente, la entrega por parte de Dios de la Toráh o Ley al pueblo de Israel a través de Moisés.
Shabuot se celebra 50 días después de Pésaj (= Pascua) y constituye la culminación del proceso de salvación: en la Pascua el pueblo fue liberado de la esclavitud de Egipto y en Shabuottoma conciencia del “para qué” fue liberado: para hacer la voluntad de Dios expresada en su Ley. La Toráh se convierte así en el gran regalo, la gran primicia de Dios para la vida humana porque en el cumplimiento de esa Ley el ser humano encontrará la felicidad. Se trata, entonces, no sólo de una “libertad de” sino de una “libertad para”.
Es cierto que el cristianismo no es judaísmo y que no es necesario ser judío para ser cristiano; sin embargo, el cristianismo surgió históricamente del judaísmo y por eso conocer nuestras raíces nos permite una mejor comprensión de nuestra comunidad de fe.
Nosotros celebramos “nuestro Pentecostés” también 50 días después de la Pascua de Jesús. Que el Espíritu Santo descienda sobre los apóstoles durante la fiesta judía de Pentecostés significa que los cristianos tenemos otra ley: la ley del Espíritu, ley que supera a la Toráh en cuanto que no está escrita en uno o muchos códigos, pues de lo que se trata es de vivir permanentemente en sintonía con el Espíritu de Dios.
En el Nuevo Testamento, el Espíritu se manifiesta como el que produce la unidad en el amor, según el antiguo saludo litúrgico de la Iglesia que se conserva en 2Co 13,13 y que se repite al inicio de cada misa: “¡La gracia de Jesucristo, el Señor, el amor de Dios (Padre) y la comunión del Espíritu Santo, estén con todos ustedes!” El Espíritu Santo es en primer lugar elnosotros del Padre y del Hijo en persona, la comunión del uno y del otro. Y así como es el vínculo de unidad en la Trinidad, lo es también en la historia de la salvación realizando la unidad de los creyentes y, en última instancia, de todo el género humano.
Este Espíritu es el que conduce la Iglesia y que produce su unidad. Hay que recordar que unidad no es sinónimo de uniformidad, le pese a quien le pese. Los creyentes no somos ni debemos ser producidos en serie. La unidad es la armonía en la diversidad legítima, tal como las cuerdas de un arpa o de una guitarra que, siendo distintas, pueden producir hermosas melodías.
También hay que recordar que la Iglesia (todos nosotros) debe abrirse constantemente a la acción del Espíritu tanto dentro como fuera de ella, pues la Iglesia no es la administradora del Espíritu (como una administradora de fondos de pensiones), sino la servidora del Espíritu; y como el Espíritu sopla donde quiere (ver Juan 3,8), la Iglesia debe esforzarse entonces por discernir dónde está actuando para ir allí y servirlo.
El Espíritu por su mismo nombre –que significa también viento, soplo- nos saca de nuestras patrias imaginarias para lanzarnos a un porvenir insospechado; desestructura nuestras pseudoseguridades, indica la revolución de la historia y nos trae el futuro de Dios. En última instancia, nos muestra la insuficiencia del ahora y a Dios como futuro y plenitud del mundo.



viernes, 17 de mayo de 2013

FESTIVIDAD DE PENTECOSTÉS

"Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos"  (De la secuencia del día)


Las lenguas de fuego brotan del círculo del cielo como chorros de una fuente espiritual y se posan en los apóstoles. La dimensión personal y comunitaria coexisten, y se abren al viejo rey, que languidece prisionero de las tinieblas. El viejo rey representa el cosmos, el mundo que vive en tinieblas  y espera el momento de ser vivificado por el Espíritu. Los doce rollos de la tela representan la predicación de los apóstoles.
Los apóstoles se reúnen en semicírculo: a la izquierda, Pedro, Mateo y Lucas, Simón, Bartolomé y Felipe. A la derecha, Pablo, Juan y Marco, Andrés, Santiago y Tomás. El espacio vacío del centro evoca a Cristo, presente a través del Espíritu. La energía no creada delinea  con finos trazos de oro el coro en forma de herradura donde se sientan los apóstoles.

Jesús nos envía al Espíritu para que pueda llevarnos a conocer del todo la verdad sobre la vida divina. La verdad no es una idea, un concepto o una doctrina, sino una relación. Ser guiados hacia la verdad significa ser insertados en la misma relación que tiene Jesús con el Padre; significa llegar a ser parte en un noviazgo divino. Esa es la razón por la que Pentecostés es el complemento de la misión de Jesús. Con Pentecostés, el ministerio de Jesús se hace visible en plenitud. Cuando el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos y habita en ellos, su vida queda «cristificada», esto es, transformada en una vida marcada por el mismo amor que existe entre el Padre y el Hijo. La vida espiritual, en efecto, es una vida en la que somos elevados a ser partícipes de la vida divina.
Ser elevados a la participación de la vida divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo no significa, sin embargo, ser echados fuera del mundo. Al contrario, los que entran a formar parte de la vida espiritual son precisamente los que son enviados al mundo para continuar y llevar a término la obra iniciada por Jesús. La vida espiritual no nos aleja del mundo, sino que nos inserta de manera más profunda en su realidad. Jesús dice a su Padre: «Yo los he enviado al mundo, como tú me enviaste a mí» (Jn 17,18). Con ello nos aclara que, precisamente porque sus discípulos no pertenecen ya al mundo, pueden vivir en el mundo como lo ha hecho él (cf. Jn 17,15s). La vida en el Espíritu de Jesús es, pues, una vida en la cual la venida de Jesús al mundo -es decir, su encarnación, muerte y resurrección- es compartida externamente por los que han entrado en la misma relación de obediencia al Padre que marcó la vida personal de Jesús. Si nos hemos convertido en hijos e hijas como Jesús era Hijo, nuestra vida se convierte en la prosecución de la misión de Jesús.
(H. J. M. Nouwen, Invito alla vita spirituale, Brescia 20002, pp. 42-44, passim [trad. esp.: Tú eres mi amado: la vida espiritual en un mundo secular, PPC, Madrid 2000])


Vídeo del día:

Lecturas:

PENTECOSTÉS: EL LENGUAJE VA MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS


El lenguaje. ¡Cuántas veces el problema es el lenguaje! Hay ocasiones en que la palabra corrompe el pensamiento. Hablamos un lenguaje tan cartesiano y atado al duro banco de la escolástica aprendida, que a la gente le cuesta trabajo entendernos. Hay palabras en la liturgia y en la predicación que son como adoquines en la calle, estorbos para caminar, cuando lo que debe de ser es el mejor vestido del pensamiento. Pero abunda el empeño de un lenguaje engolado, con acento de bóveda y que echa para atrás como olor fétido. Los límites del lenguaje son los límites del mundo, que dijera Wittgenstein.

Estamos en Pentecostés y resuenan ecos de glosolalia, don de lenguas, que en la teología cristiana se define como la facultad de hablar en idiomas que no se conocen. Habría que matizar el lenguaje. Un don útil para dar señal de la fe y anunciar el Evangelio a los no creyentes. Hablar en una lengua o en otra y hablar con lenguajes nuevos y distintos.

El lenguaje del símbolo, de la imagen y del cuerpo. El lenguaje de los hechos, el lenguaje del arte, de la música, de la pintura. Hay muchas maneras de hablar. Existe un lenguaje que va mucho más allá de las palabras.

Se extrañan muchos de la poca utilización de las lenguas del papa Francisco. O español o italiano. Ni tan siquera el latín, la lengua de Ovidio y Terencio, de Cicerón y Virgilio, pero al fin y al cabo, una lengua que, pasada por el tamiz eclesiástico, fue perdiendo fuerza con el paso de los tiempos. Hablar a Dios en cualquier lengua, aunque mejor la del corazón, sin empeñarse en solo hablarle en latín, cuando las jóvenes generaciones ni lo conocen y los más ancianos dieron muestras de no entenderlo cuando Benedicto XVI les anunció su retirada en la lengua de Horacio. Es como hablarle a los pájaros de álgebra. Solo entienden de trinos. Es la tozudez de la nostalgia, tan viva en los desiertos.

Hay que recuperar la fuerza del signo. Para Alfred de Musset, “el único lenguaje verdadero en el mundo es un beso”. Y para la Iglesia hay lenguajes vivos que no debiera esconder, sino potenciar. El don de lenguas es hacer que cada uno entienda en su propio lenguaje. Y desde ahí, proponerle al Dios de Jesucristo.

Pocas palabras ante una pieza de Debussy, un cuadro de Rembrandt, una página de Flaubert, una escultura de Rodin, un templo como el de Burgos o una fuente como la de Trevi. Todo es fuerza, lenguaje desbordante, camino de belleza. Es el lenguaje de las flores de Juan de la Cruz y el lenguaje del abrazo de Francisco de Asís.
Hace falta renovar el lenguaje con la fuerza de Pentecostés. Cada uno lo entendía en su propia lengua. La lengua no es la envoltura del pensamiento, sino el pensamiento mismo, decía Unamuno. Urge un lenguaje del entusiasmo, de las cosas hechas con amor, el lenguaje que sale de la mazmorra y de la bóveda y vuela muy alto.

De  Vida Nueva


martes, 14 de mayo de 2013

PENTECOSTÉS 2013


           El Espíritu Santo es la presencia permanente de Jesucristo en medio de nosotros. Jesús, el Hijo de Dios, presente fugazmente en la Historia con un cuerpo como el nuestro, se ha quedado con nosotros para siempre y en todo lugar. Pero de otra manera. En Espíritu. Sin carne, sin peso, sin voz que resuene en los oídos. Real y verdaderamente. Pero sólo  para quien está atento a lo interior, a lo inalcanzable para los sentidos, aunque ellos sean las ventanas a través de las que penetra y transforma.

            Como el aire. Lo respiramos insensiblemente, pero llena nuestros pulmones y purifica nuestra sangre. Sin que lo pensemos ni sintamos. Así es el Espíritu Santo, silencioso, escondido, recóndito, respetuoso... Pero sin él no hay vida.

            Como el agua fresca y clara. Que lava y nutre. Hasta constituir, sin que lo parezca, un altísimo porcentaje de nuestra masa corporal. Podríamos vivir mucho tiempo sin comer. Muy poco sin beber. “Quien tenga sed, que venga a mí y beba”, decía Jesús. Lo decía del Espíritu Santo que habrían de recibir quienes creyeran en él. Tierra húmeda, fragancia de vida cristiana. Sin él, no podemos decir que Jesús es el Señor; sin él, no sabemos rezar. Sin él, el Padre nuestro es ruido pero no palabra que llegue al corazón de Dios. Sin él, el cuerpo social se desintegra, como le ocurre al cadáver no alentado por el alma. Sin él, Cristo no es anunciado, el Evangelio deja de ser buena nueva para convertirse sólo en ley inasumible; sin él, la Iglesia  se convierte en estructura pesada e inerte, dejando de ser familia y hogar.

            Como el fuego de aquella zarza que ardía sin consumirse y desde la que Dios habló a Moisés. Así procede el Espíritu, fuego interior que encandila, enardece, purifica e ilumina. Con suavidad y fuerza irresistible. Haciéndose uno con todas las energías humanas que habitan en el interior, eliminando la escoria nutriente de nuestra condición pecadora.

            Como quien despreciara en la vida práctica el aire, el agua o el fuego, así somos muchos llamados cristianos: damos la espalda a las fuentes de la VIDA. Obturamos, con superficialidad y desparramamiento de los sentidos, con inmediatez y egoísmo puro, todas las posibles ventanas por las que el Espíritu penetra en nosotros: la verdad, el amor, la libertad, la esperanza, una cierta y siempre necesaria ascesis, la solidaridad… Con estas ventanas cerradas, nos arrastramos entre nostálgicos y ariscos, desnortados y desnortadores, sin presente y sin futuro. Nos ocurre como a aquellos hombres bienintencionados del Libro de los Hechos: ni siquiera sabemos que el Espíritu Santo existe. Es hora, es momento de pedir el Espíritu Santo y acogerlo. Sin duda, ello conlleva dar la espalda a todo lo que nos impida reconocerlo.

            “Que por mayo era, por mayo/ cuando los enamorados van a servir al amor….” Que este mes de mayo también nosotros salgamos a la búsqueda del Espíritu Santo. El nos conducirá hasta Cristo, él nos enseñará los misterios de Dios, de la vida, del amor.

                                                                                       JOSÉ MARÍA YAGÜE




domingo, 12 de mayo de 2013

EXCURSIONES GRUPO MATRIMONIOS

Los pasados día 23 de Abril y 1 de Mayo, el grupo de matrimonios de la Unidad Pastoral realizaron sendas salidas de convivencia.
La primera fue al Pozo Arión, en las Arribes. La segunda recorrieron la ruta de las raíces en la sierra.
Naturaleza, buen ambiente y diversión, una forma atractiva de construir la Unidad Pastoral.











AVISOS SEMANA 13 DE MAYO

Lunes 13
- A las 5 en el centro de la Anunciación se convoca al Grupo de Mayores
- A las 7, reunión de Cáritas de la Anunciación y Fátima en los locales de Fátima

Martes 14
- A las 5:30 se reúne el Grupo de la Legión de María en los locales de San Mateo

Miércoles 15
- Oración de silencio a las 5 en la Anunciación.

Jueves 16
- Exposición del Santísimo en la Anunciación a las 6:15
- Clases de guitarra de la UP en los locales de la Anunciación.

Viernes 17
- El Grupo de Formación Bíblica se reúne a las 8 de la tarde en el centro de San Mateo.

Sábado 18
- A las 22 horas, en la Catedral Vieja, se celebrará la Vigilia de Pentecostés, preparada por la delegación de Pastoral Juvenil.

A partir de este lunes 13 de mayo, el cobrador de la parroquia (Paco) pasará por las casas de la parroquia de la Anunciación a cobrar la cuota de este año. Gracias.

Apúntate a las actividades de este verano.
    - Campos de trabajo para adolescentes
    - Campamento de verano 21 al 28 de julio.

Este mes de mayo, rezo del Rosario de lunes a sábado. A las 6:15 en la Anunciación y a las 7 en San Mateo.

La colecta para Cáritas del primer domingo de mes ascendió a 1145 € en la Unidad Pastoral.


sábado, 11 de mayo de 2013

CONFIRMACIONES EN LA UNIDAD PASTORAL

El viernes día 10 de mayo, recibieron el sacramento de la Confirmación de manos de nuestro obispo D. Carlos 14 jóvenes de nuestra Unidad Pastoral:

Marta                       Ana                             Andrea                    
Amaya                     Verónica                     Víctor                      
Alejandro                Celia                            Laura
Laura                      Esther                          Iván
Alberto                    Cristina


Para todos nosotros es una gran alegría que estos jóvenes se hayan comprometido en el seguimiento de Jesús desde sus vidas, confiando en la acción del Espíritu que nos sigue impulsando en la Iglesia para la construcción del Reino de Dios.
A todos ellos felicidades y damos gracias a Dios por sus vidas.