Vistas de página en total

Buscar este blog

jueves, 30 de enero de 2014

LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR

"Yo soy la luz del mundo"  (Jn 8,12) 

Icono de la Presentación del Señor. Rublev. S. XV.

La figura central del ícono es como tantas veces, Jesucristo. De cada lado se encuentran dos personajes. Del lado izquierdo la Virgen María seguida de José y del lado derecho Simeón con la profetisa Ana. De esta manera consigue Rublev un equilibro en la distribución de los personajes y otorga la centralidad a Cristo. Las personas más cercanas a Cristo son las más relevantes en la acción de la escena. Efectivamente tanto en el ícono, como en la narración lucana, son el Anciano Simeón y la Virgen María quienes reciben la atención del lector.
María está representada con su manto de púrpura, cuyo color simboliza el martirio y el sufrimiento que tendrá como madre del Salvador. El texto tematiza justamente este sufrimiento con el anuncio de Simeón “una espada traspasará tu misma alma” (v. 35). Las manos cubiertas de María, Simeón y José resaltan la santidad y la solemnidad del momento de la ofrenda. La inclinación de la Virgen destaca su carácter de oferente y hasta se puede ver en ella un cierto porte sacerdotal. José por detrás va llevando en sus manos la ofrenda de las dos tórtolas o palomas (v. 24) que era la ofrenda de los pobres de Israel. Lev 12:8 dice literalmente: “Y si no tiene lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tórtolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para expiación. El sacerdote hará expiación por ella, y quedará limpia.” En el Evangelio de Lucas, Jesús ha venido a rescatar a los pobres y por ello nace humildemente en un pesebre y es presentado al Templo con la ofrenda de los pobres. En algunos íconos las aves pueden estar representadas dentro de una jaula.
Simeón es el otro personaje central de la escena y por ello su proximidad a Cristo. El contacto visual expresan la importancia de este momento para Simeón que está esperando la llegada del Mesías, según se lo prometió el Espíritu (v. 26)  De acuerdo a la narración lucana, Simeón aparece siempre representado como un anciano venerable que tiene proximidad y probablemente acceso al altar con templete de la oblación. Se le pinta subido en una tarima que le otorga el rol del sacerdote que recibe la ofrenda del creyente. Como en muchos íconos, el encorvado de su cuerpo revela su entrada edad.  Esta idea resalta la larga espera del pueblo del Antiguo Testamento para que se cumpliese la llegada del Mesías. En este momento pareciese absorber con sus ojos la Luz de Cristo que tanto celebra en su oración: “han visto mis ojos tu salvación…luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel” (vv. 30.32).
La profetisa Ana aparece en este caso detrás del anciano Simeón. En algunos íconos la podemos ver como compañía de José y María, detrás de José. Suele portar una túnica oscura para indicar su viudez y puede llevar un rollo con largo escrito en sus manos, para indicar que era profetisa, tal cual lo afirma Lucas en el v. 36. En el caso de nuestro ícono Ana señala con la mano derecha al Salvador, mientras que en su mano izquierda lleva el rollo cerrado de sus profecías. Rubliev le ha dado una túnica en color verde que no destaca tanto su estado de viudez como su esperanza cumplida con la llegada del Salvador. Es ella también la que más claramente tiene desdibujada una sonrisa en sus labios.


Podemos considerar la fiesta que hoy celebramos como un puente entre la Navidad y la Pascua. La Madre de Dios constituye el vínculo de unión entre dos acontecimientos de la salvación, tanto por las palabras de Simeón como por el gesto de ofrenda del Hijo, símbolo y profecía de su sacerdocio de amor y de dolor en el Gólgota. Esta fiesta mantiene en Oriente la riqueza bíblica del título «encuentro»: encuentro «histórico» entre el Niño divino y el anciano Simeón, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre la profecía y la realidad y, en la primera presentación oficial, entre Dios y su pueblo. En un sentido simbólico y en una dimensión escatológica, «encuentro» significa asimismo el abrazo de Dios con la humanidad redimida y la Iglesia (Ana y Simeón) o la Jerusalén celestial (el templo). En efecto, el templo y la Jerusalén antigua ya han pasado cuando el Rey divino entra en su casa llevado por María, verdadera puerta del cielo que introduce a Aquel que es el cielo, en el tiempo nuevo y espiritual de la humanidad redimida. A través de ella es como Simeón, experto y temeroso testigo de las divinas promesas y de las expectativas humanas, saluda en aquel Recién nacido la salvación de todos los pueblos y tiene entre sus brazos la «luz para iluminar a las naciones» y la «gloria de tu pueblo, Israel».


¿Por qué, oh Virgen, miras a este Niño? Este Niño, con el secreto poder de su divinidad, ha extendido el cielo como una piel y ha mantenido suspendida la tierra sobre la nada; ha creado el agua a fin de que hiciera de soporte al mundo. Este Niño, oh Virgen purísima, rige al sol, gobierna a la luna, es el tesorero de los vientos y tiene poder y dominio, oh Virgen, sobre todas las cosas. Pero tú, oh Virgen, que oyes hablar del poder de este Niño, no esperes la realización de una alegría terrena, sino una alegría espiritual (Timoteo de Jerusalén, siglo VI).

Lecturas del día:

Vídeo de la Fiesta:



miércoles, 29 de enero de 2014

FE SENCILLA

El relato del nacimiento de Jesús es desconcertante. Según Lucas, Jesús nace en un pueblo en el que no hay sitio para acogerlo. Los pastores lo han tenido que buscar por todo Belén hasta que lo han encontrado en un lugar apartado, recostado en un pesebre, sin más testigos que sus padres.
Al parecer, Lucas siente necesidad de construir un segundo relato en el que el niño sea rescatado del anonimato para ser presentado públicamente. ¿Qué lugar más apropiado que el Templo de Jerusalén para que Jesús sea acogido solemnemente como el Mesías enviado por Dios a su pueblo?
Pero, de nuevo, el relato de Lucas va a ser desconcertante. Cuando los padres se acercan al Templo con el niño, no salen a su encuentro los sumos sacerdotes ni los demás dirigentes religiosos. Dentro de unos años, ellos serán quienes lo entregarán para ser crucificado. Jesús no encuentra acogida en esa religión segura de sí misma y olvidada del sufrimiento de los pobres.
Tampoco vienen a recibirlo los maestros de la Ley que predican sus “tradiciones humanas” en los atrios de aquel Templo. Años más tarde, rechazarán a Jesús por curar enfermos rompiendo la ley del sábado. Jesús no encuentra acogida en doctrinas y tradiciones religiosas que no ayudan a vivir una vida más digna y más sana.
Quienes acogen a Jesús y lo reconocen como Enviado de Dios son dos ancianos de fe sencilla y corazón abierto que han vivido su larga vida esperando la salvación de Dios. Sus nombres parecen sugerir que son personajes simbólicos. El anciano se llama Simeón (“El Señor ha escuchado”), la anciana se llama Ana (“Regalo”). Ellos representan a tanta gente de fe sencilla que, en todos los pueblos de todas los tiempos, viven con su confianza puesta en Dios.
Los dos pertenecen a los ambientes más sanos de Israel. Son conocidos como el “Grupo de los Pobres de Yahvé”. Son gentes que no tienen nada, solo su fe en Dios. No piensan en su fortuna ni en su bienestar. Solo esperan de Dios la “consolación” que necesita su pueblo, la “liberación” que llevan buscando generación tras generación, la “luz” que ilumine las tinieblas en que viven los pueblos de la tierra. Ahora sienten que sus esperanzas se cumplen en Jesús.
Esta fe sencilla que espera de Dios la salvación definitiva es la fe de la mayoría. Una fe poco cultivada, que se concreta casi siempre en oraciones torpes y distraídas, que se formula en expresiones poco ortodoxas, que se despierta sobre todo en momentos difíciles de apuro. Una fe que Dios no tiene ningún problema en entender y acoger. 


De  Eclesalia.net

martes, 28 de enero de 2014

EN TODO SEMEJANTE A NOSOTROS

            Siguiendo el curso natural de los domingos del Año Litúrgico, el próximo día 2 tocaría leer las bienaventuranzas. Por esas cosas que tienen nuestros liturgistas, la festividad de la Presentación del Señor prevalece sobre el domingo. De modo que leeremos en las misas del próximo domingo el relato lucano de esa Presentación del Señor en el Templo de Jerusalén. En el caso de Jesús, esto es mucho más que un rito establecido por la Ley de Moisés. ¿Qué quiere decir esa presentación en el caso de Jesús? Es, ni más ni menos, la expresión ritual de lo que es toda la vida de Jesús, es decir, estar presente ante Dios en todo momento y en todas las cosas,  estar consagrado, dedicado a los asuntos de su Padre. Que no son otros que la vida digna de sus hijos.  Esto no significa en absoluto que Jesús se vaya a pasar la vida en el Templo. Todo lo contrario. Queda claro que Jesús vive para Dios. Pero su vida tiene lugar allí donde se juegan los intereses de los hombres y las mujeres: la defensa de la vida, la promoción de las personas, sobre todo de los marginados, la curación de enfermos y la expulsión de los demonios, de todos los demonios que impiden al ser humano ser verdaderamente humano.

            Jesús no es un sacerdote al uso. Es sacerdote en la calle, en las casas, en el lago, ante los enfermos que pululan por los caminos de Galilea o por las calles de Jerusalén. Y, sobre todo, es sacerdote en la definitiva y total entrega de Sí mismo en la Cruz. La condición para ser ese sacerdote único, original, no es ni mucho menos el salirse de la condición humana por arriba o por los costados. Justamente lo contrario. Es ser en todo “semejante a nosotros”.  Tremenda paradoja. El que los cristianos confesamos como el Maestro, Señor y Guía se confunde con la gente, se deja tocar por los leprosos y él mismo los toca hasta quedar oficialmente impuro y contaminado, por lo cual ya no puede entrar en las ciudades y tiene que quedarse en las afueras (Mc 1, 45). En las periferias, que le gusta decir al papa Francisco. Pues, mientras tanto, los “confesantes” de la fe cristiana hacemos todo lo posible por sobresalir, por ser más que los demás. Tenemos tan metido en nuestra cabeza y en el corazón que ser alguien es distinguirse de los demás por la sabiduría, el dinero o el poder, en definitiva por las posesiones, que no entendemos que Cristo se haya hecho una más, uno de tantos.

            Comienza a ser así en su propio nacimiento fuera de la ciudad “porque no hay lugar para ellos en la posada”. Cumpliendo la Ley de la Purificación (con ofrenda de impuestos incluida). Viviendo en un pueblucho del que nada bueno puede salir, juntándose con los hombres y mujeres de la calle hasta ser considerado comilón y borracho, y muriendo como un delincuente en el patíbulo más deshonroso de la época. ¿Aprenderemos? Difícil lo tenemos pero es posible si Cristo es Alguien para nosotros. ¿Lo es de verdad?


                                                                           JOSÉ MARÍA YAGÜE

domingo, 26 de enero de 2014

AVISOS SEMANA 27 DE ENERO

Lunes 27
-  A las  nos reunimos el Grupo de Mayores en el centro de la Anunciación del Señor.
-  A las 8 de la tarde se reúne el Grupo de Doctrina Social de la Iglesia en el centro de la Anunciación del Señor.

Miércoles 29
-  Oración de Silencio delante del Santísimo de 5 a 6 de la tarde en la Iglesia de la Anunciación del Señor.

Jueves 30
-  A las 5 encuentro de Vida Ascendente en el centro de San Mateo.
-  También a las 5, clases de guitarra de la UP en el centro de la Anunciación.
-  Escuela de Familia a las 6  en el centro de San Mateo.

Viernes 31
-  A las 12 Fiesta de la Asociación de Jubilados San Juan Bosco en la Iglesia de la Anunciación del Señor.
-  A las 6 habrá eucaristía en la Capilla de la Hermandad Ferroviaria (Avda. de Paris).

El domingo 2 de Febrero celebramos las Candelas y la jornada de la Vida Religiosa.


jueves, 23 de enero de 2014

DOMINGO 3 DEL TIEMPO ORDINARIO

"El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?"  (Sal 26)



Las lecturas actuales facilitan una reflexión profunda sobre la Iglesia, pues presentan sus elementos constitutivos: una, santa, católica y apostólica.
Una. La Iglesia es una porque tiene en Cristo a su Señor. Todas las comunidades cristianas se reconocen como parte de la única Iglesia fundada por Cristo. Existe un solo bautismo, una sola fe, que une a los creyentes con Cristo. Por eso Pablo combate vigorosamente a los espíritus sectarios y las manipulaciones grupales. Es una tentación reiterada pensar que un grupo sea la mediación exclusiva o privativa de la salvación. Los grupos son instrumentos, medios, no más, y deben resistirse al sutil engaño de la monopolización.
Santa. La Iglesia o comunidad es santa porque «está bautizada» en Cristo. La santidad es ante todo don gracioso, absolutamente gratuito. Después, es respuesta generosa que toma el nombre de conversión, en continua armonía con la voluntad del Padre, como Cristo la ha dado a conocer y como el Espíritu continuamente la propone.
Católica. La llamada a las tribus del norte, Zabulón y Neftalí; la incesante llamada a Galilea, zona poblada o transitada por paganos, le recuerda a la Iglesia su vocación de estar abierta al mundo. Jesús ha elegido vivir e iniciar su vida pública en Galilea para evidenciar la proximidad geográfica con los últimos y los excluidos, preludio de cercanía moral, para que todos se reconozcan como hermanos. «En la Iglesia, ningún hombre es extranjero», recordaba Juan Pablo II en el Día del Emigrante, el 5 de septiembre de 1995.
Apostólica. El único fundamento, Cristo, toma forma histórica en los apóstoles y en sus sucesores (los obispos), en comunión con el obispo de Roma, el papa. La explícita llamada de los apóstoles (los primeros cuatro del evangelio de hoy) expresa la voluntad concreta de Jesús de organizar la Iglesia de este modo. Llamados a seguirlo para ser testigos de la Palabra y los milagros del Maestro. La apostolicidad de la Iglesia está en estrecha relación con su catolicidad; entre las tareas principales de los apóstoles y sus sucesores destaca la de anunciar a Cristo a todos los pueblos.
Señor, ilumina tu rostro sobre nosotros, para que gocemos del bienestar en la paz, para que seamos protegidos con tu mano poderosa y tu brazo extendido nos libre de todo pecado y de todos los que nos aborrecen sin motivo.
Danos la concordia y la paz a nosotros y a todos los habitantes del mundo, como la diste a nuestros padres, que piadosamente te invocaron con fe y con verdad. A ti, el único que puedes concedernos estos bienes y muchos más, te ofrecemos nuestra alabanza por Jesucristo, pontífice y abogado de nuestras almas, por quien sea a ti la gloria y la majestad, ahora y por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.
(San Clemente de Roma, «Carta a los Corintios», 60, en Padres apostólicos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1950, 234).


Hay que conseguir desarmarse. Yo me afané en esa guerra. Durante años y años. Ha sido terrible. Pero ahora estoy desarmado.
Ya no le tengo miedo a nada, porque «el amor ahuyenta el miedo». Aplaqué la pretensión de imponerme, de justificarme a costa de los demás.
Ya no estoy en alerta, celosamente aferrado a mis riquezas. Acojo y comparto.
No me aferró a mis ideas, a mis proyectos. Si me proponen otros mejores, los acepto con buen ánimo.
O no mejores, más buenos.
Lo sabéis, he renunciado al comparativo… Lo que es bueno, verdadero, real, dondequiera que sea, es lo mejor para mí. Por eso, ya no tengo miedo.
Cuando no se posee nada, ya no se tiene miedo.
«¿Quién nos separará del amor de Cristo?» [...]
Pero si nos desarmamos, si nos despojamos, si nos abrimos al Dios-hombre que hace nuevas todas las cosas, entonces él transforma nuestro pasado ruin y nos restituye a un tiempo nuevo donde todo es posible. 
(Atenágoras, Chiesa Ortodossa e futuro ecuménico. Dialoghi con Olivier Clément, Brescia 1995, 209-211).

Vídeo de la semana:

Lecturas del día:




miércoles, 22 de enero de 2014

LA FE NO ES UNA BANDERA...

La fe no es una bandera que se lleva con gloria, sino una vela encendida que se lleva con la mano entre la lluvia y el viento en una noche de invierno. A Dios no le gusta que le quieran como los ejércitos aman la victoria.

                                                               Natalia Ginzburg

ALGO NUEVO Y BUENO

 El primer escritor que recogió la actuación y el mensaje de Jesús lo resumió todo diciendo que Jesús proclamaba la “Buena Noticia de Dios”. Más tarde, los demás evangelistas emplean el mismo término griego (euanggelion) y expresan la misma convicción: en el Dios anunciado por Jesús las gentes encontraban algo “nuevo” y “bueno”.
¿Hay todavía en ese Evangelio algo que pueda ser leído, en medio de nuestra sociedad indiferente y descreída, como algo nuevo y bueno para el hombre y la mujer de nuestros días? ¿Algo que se pueda encontrar en el Dios anunciado por Jesús y que no proporciona fácilmente la ciencia, la técnica o el progreso? ¿Cómo es posible vivir la fe en Dios en nuestros días?
En el Evangelio de Jesús los creyentes nos encontramos con un Dios desde el que podemos sentir y vivir la vida como un regalo que tiene su origen en el misterio último de la realidad que es Amor. Para mí es bueno no sentirme solo y perdido en la existencia, ni en manos del destino o el azar. Tengo a Alguien a quien puedo agradecer la vida.
En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que, a pesar de nuestras torpezas, nos da fuerza para defender nuestra libertad sin terminar esclavos de cualquier ídolo; para no vivir siempre a medias ni ser unos “vividores”; para ir aprendiendo formas nuevas y más humanas de trabajar y de disfrutar, de sufrir y de amar. Para mí es bueno poder contar con la fuerza de mi pequeña fe en ese Dios.
En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que despierta nuestra responsabilidad para no desentendernos de los demás. No podremos hacer grandes cosas, pero sabemos que hemos de contribuir a una vida más digna y más dichosa para todos pensando sobre todo en los más necesitados e indefensos. Para mí es bueno creer en un Dios que me pregunta con frecuencia qué hago por mis hermanos.
En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que nos ayuda a entrever que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra. Un día todo lo que aquí no ha podido ser, lo que ha quedado a medias, nuestros anhelos más grandes y nuestros deseos más íntimos alcanzarán en Dios su plenitud. A mi me hace bien vivir y esperar mi muerte con esta confianza.
Ciertamente, cada uno de nosotros tiene que decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Cada uno ha de escuchar su propia verdad. Para mí no es lo mismo creer en Dios que no creer. A mí me hace bien poder hacer mi recorrido por este mundo sintiéndome acogido, fortalecido, perdonado y salvado por el Dios revelado en Jesús. 


De  Eclesalia.net

martes, 21 de enero de 2014

SOMBRAS DE MUERTE Y UNA LUZ GRANDE

            “A los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló”. Tierra y sombras de muerte designan el país en el que Jesús de Nazaret comienza su misión. Misión consistente en inundar la tierra con una “luz grande”.

            La luminosidad y belleza de Galilea no son suficientes para poder disfrutar de su paisaje abierto, esplendoroso, atravesado por suaves colinas y, de Norte a sur, por el mar de Galilea y el Jordán. En tiempos de Jesús, Galilea estaba sometida a un poder extranjero, Roma, que se lucraba del trigo, el aceite y el vino de sus llanuras y condenaba a la pobreza a sus gentes. Las revueltas sociales eran frecuentes y la violencia de zelotes y sicarios hacía correr la sangre. La represión de los soldados imperiales, cuando veían amenazada su “pax romana”, no se hacía esperar. El mismo Jesús habría de ser víctima de ese poder romano, cuando, tan hipócrita como hábilmente, es denunciado por los dirigentes de su raza como enemigo del Emperador.  A ese pueblo que camina en tinieblas y no puede gozar de la apacibilidad de su hermosa tierra, Jesús no sólo le inunda con una luz grande y nueva, sino que le cura de su ceguera. A la vez que les anuncia un Imperio muy superior al de Roma, el Reino de Dios, que es de justicia y paz, también les abre sus corazones para ver la realidad, toda la realidad desde otras perspectivas: la de la misericordia de Dios, Padre de todos y la de la fraternidad de los humanos.

            Hemos regresado lamentablemente a tierra sobre las que se ciernen sombras de muerte. Tras padecer una absurda guerra civil en la que los españolitos, nuestros abuelos, se mataban en los campos de batalla, hemos sufrido la dictadura de los nuevos zelotes y sicarios que no conocen otras razones que la violencia y la imposición de su propia verdad, zafia y consecuencia de estúpidas manipulaciones de la Historia. La obcecación, la tergiversación, el provincianismo más estrecho y corto de miras pretenden imponer su ley a todos. Eso sí, so capa de diálogo y democracia. A estas ceremonias de la confusión y el sinsentido se suman los partidos políticos mayoritarios, alimentando los nacionalismos para conseguir o perpetuarse en el poder. ¿Es tan difícil la cordura? ¿Qué podemos hacer los ciudadanos de a pie? ¿Revueltas sociales como las que ha desencadenado Gamonal? ¿Buscar pretextos para salir a la calle, acosar a la policía, protestar de todo y por todo? Algunos así lo pretenden, añadiendo más violencia a la que ya padecemos por unos políticos legítimos pero que se deslegitiman con su torpeza y ambición. El pasotismo de unos y el catastrofismo de otros, sin otro programa que destruir lo que hacen los de enfrente, sea bueno o malo, nos puede conducir, si nadie para tanto despropósito, a hacer inhabitable esta magnífica y querida tierra que llamamos España.

            Lástima que los modernos “gentiles” (=paganos) se empeñen en no querer contar con la luz que viene de Jesús. Más que nunca deberíamos estar todos atentos a su llamada vibrante a cambiar nuestros corazones. Sólo él trae “la luz grande”.

            
                                                                                   JOSÉ MARÍA YAGÜE 

domingo, 19 de enero de 2014

24 HORAS DE ORACIÓN POR LA PAZ



El próximo viernes 24 de enero a las 5:30 de la tarde, en la iglesia de San Marcos, comenzará una jornada de 24 horas seguidas de Oración por la Paz, hasta las 5:30 de la tarde del sábado.
Desde aquí animamos a todos los que puedan a acercarse un rato para rezar por la paz al Príncipe de la Paz.


AVISOS SEMANA 20 DE ENERO

Lunes 20
- Taller de punto a las 5 de la tarde en los locales de la Anunciación.
- A las 8 de la tarde se reúne el Grupo de Doctrina Social de la Iglesia en el centro de la Anunciación del Señor.

Miércoles 22
-  Oración de Silencio delante del Santísimo de 5 a 6 de la tarde en la Iglesia de la Anunciación del Señor.
-  A las 4:30 se reúne el Grupo de Mayores en el centro de San Mateo.
            
Jueves 23
-  Clases de guitarra de la UP a las 5 en los locales de la Anunciación.
-  Exposición del Santísimo a las 8 en la Iglesia de San Mateo.

Viernes 24
-  Formación bíblica a las 8 en el centro de San Mateo.

Sábado 25
-  A las 7 habrá un encuentro de los grupos de matrimonios jóvenes de la unidad pastoral en el centro de San Mateo, con el fin de compartir experiencias de vida compartidas el año pasado.
-  De 5:30 a 7:30 Taller de tiempo libre para niños y preadolescentes en el centro de la Anunciación.

El 18 de Enero  comenzamos el Novenario por la Unidad de los Cristianos hasta el 25 de Enero, fiesta de la conversión de San Pablo. En las celebraciones de la Unidad Pastoral tendremos todos los días una mención expresa en las peticiones y una oración final. El Papa Francisco en la exhortación “Alegría del Evangelio” nos invita a caminar hacia un verdadero ecumenismo. 


JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y DEL REFUGIADO




Carta de Monseñor García Aracil en la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado


A vosotros, queridos inmigrantes:
Por todas partes oímos hablar de globalización. La verdad es que los distintos medios de comunicación han adquirido una capacidad y una expansión hasta hace poco tiempo insospechada.
Hoy nos hacen llegar la noticia de  acontecimientos de todo orden al mismo tiempo que están ocurriendo. Con toda facilidad podemos desplazarnos rápidamente desde cualquier lugar de la tierra a otro, por lejano que parezca. Las mismas relaciones comerciales, laborales y culturales están motivando el traslado temporal, breve o indefinido, de ciudadanos e incluso de familias enteras de uno a otro continente y de uno a otro país; realidad esta que contribuye a la globalización.
El encuentro con gentes de distintas razas, idiomas, culturas, costumbres y creencias ha dejado de parecer extraordinario. Todo esto nos lleva a considerar la facilidad con que podemos llegar a  relacionarnos todos como si viviéramos en un mismo lugar.
La tierra entera se está convirtiendo en lo que algunos han comenzado a llamar “aldea global”.
Sin embargo, la relación entre unos pueblos y otros e incluso entre grupos distintos de un mismo continente o país, es todavía muy distante; y en ocasiones muy tensa o muy adversa en lo que se refiere a las relaciones personales, en la colaboración ciudadana, en la ayuda recíproca, y en la superación de las diferencias conflictivas.
La paz está muy lejos de ser el ambiente en que puedan vivir las familias y desarrollarse los niños y los jóvenes. Estamos comunicados y muy cerca los unos de los otros en lo material, en lo espacial, en lo noticiable. Nos relacionan el comercio,  la ciencia y la técnica informática, aeronáutica, ferroviaria y  vial. Pero esta comunicación, que abre fronteras diversas, no llega todavía a abrir verdaderamente el alma de las gentes a una relación pacífica, dialogante, de mutua comprensión y de enriquecedora colaboración. Al menos estamos bastante lejos de ella.
Ante esta realidad sabemos que no son suficientes las estructuras políticas, ni las necesidades de mercado que  provocan abundantes relaciones entre los Estados. Tampoco basta la programación de actividades esporádicas que provocan la presencia y la acción científica, artística o folclórica, siempre ocasional o puntual,  de las representaciones de un  país en otro.
Aunque todo ello pueda ayudar al verdadero acercamiento entre los pueblos, lo que más contribuye a la cercanía y a la deseada vinculación propia de un mundo globalizado es la relación directa entre las personas en  el acontecer diario. Y esto ocurre cuando se comparten los quehaceres domésticos, cuando se participa en las tareas educativas y de investigación, en las delicadas atenciones sanitarias, en  los trabajos de la agricultura, en las industrias, en la atención a los que sufren limitaciones a causa de la edad o de otra deficiencia, etc. Y a ello contribuye, de modo muy destacado el fenómeno de la migración.
Es, pues, el momento de reconocer los grandes valores que la migración aporta a la construcción de un mundo mejor.
Este reconocimiento, ha de impulsar la apertura del alma hacia la realidad de otros pueblos, de otras culturas y de otras personas, hasta lograr que avancemos en la conciencia de esa fraternidad universal que nos une a todos en una misma familia global.
Es cierto que  semejante proyecto, por las dificultades que encierra, puede parecer irrealizable y solamente alentador de una vana esperanza. Pero no podemos pensar que los ideales no tienen valor hasta que se han  conseguido plenamente.
Cada paso es positivo y necesario para avanzar en el camino emprendido. Camino que todos debemos tener en cuenta al elaborar los proyectos personales, políticos, comerciales, científicos, culturales, etc. Sólo se alcanzan los grandes horizontes dando a cada paso el valor que le es propio, y no pretendiendo lograr la meta con un  solo paso, o moviendo solamente una parte del cuerpo social.
En el camino de la migración todos estamos unidos y, por tanto, seriamente implicados.
Las diversas circunstancias que confluyen en la vida de cada pueblo, de cada familia y de cada persona según  la situación de cada país, motiva la emigración, la inmigración y la necesaria acogida. Lo más importante es que descubramos que somos necesarios unos para otros; que nadie es superior ni inferior; que  nadie molesta; que todos contribuimos o debemos contribuir al desarrollo de las personas y de los pueblos en los diversos ámbitos de que hemos hablado.
Teniendo en cuenta lo que hemos ido exponiendo, es necesario concluir que debemos acogernos unos a otros con verdadero espíritu solidario, fraterno y agradecido.
Todos estamos llamados a dar lo que tenemos, y a  agradecer la suerte de recibir de quienes caminan junto a nosotros.
Cuando este espíritu de apertura, de acogida y de cercanía ilusionada está iluminado y estimulado por la Palabra y por la gracia de Dios, adquiere un realismo y una fuerza tal que nos impulsa a vivirlo con esperanza.
Por eso los cristianos debemos considerar como un verdadero regalo del Señor el poder integrarnos en una comunidad de fe, de oración y de acercamiento a Jesucristo en los Sacramentos. Solo uniéndonos cada uno a Él podremos avanzar en la unión entre nosotros, fuente de la estima personal y de la colaboración social y apostólica.
Queridos hermanos inmigrantes: sentíos en vuestra propia casa al vincularos a la gran familia de los hijos de Dios que se hace presente en la Iglesia, y que se acerca a todos nosotros mediante la pertenencia a la comunidad diocesana cuyo signo y proximidad se nos brinda en la comunidad parroquial.
Que el Divino Niño os bendiga a todos. Él sembró la fraternidad y la caridad que nos capacita para toda colaboración. Y lo hizo entrando a formar parte de la humanidad, viniendo del Cielo a participar de lo que somos, ofreciéndonos la inmensa riqueza de lo que significa ser hijos de Dios con  la esperanza de la salvación eterna.
+ Santiago
Arzobispo de Mérida-Badajoz



FESTIVAL NAVIDAD 2013 EN LA UNIDAD PASTORAL

Aunque un poco tarde, aquí están algunas fotos del festival del pasado día 22 de diciembre.
Que os gusten.




















EL CORDERO DE DIOS

El Evangelio de hoy nos narra cómo San Juan Bautista señala a Jesús como "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29).
El evangelista Juan, muy probablemente emparentado con sacerdotes del Templo (Jn 18,16), hace hincapié en varias ocasiones en este tema clave.
Antes que nada, conviene saber que en la época de Jesús se ofrecían dos sacrificios diarios de un cordero en el Templo de Jerusalén, uno por la mañana y otro por la tarde, como expiación por los pecados del pueblo de Israel.
El evangelista, por boca del Bautista, nos dice que Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Esto es, no solamente los pecados del pueblo de Israel, sino los del mundo, abriéndose así la redención a todos los hombres, tanto judíos como gentiles.
San Juan agrega el detalle que Pilato entregó a Jesús para ser crucificado cerca del mediodía (“hacia la hora sexta”) del día de la preparación (Jn. 19:14-16). Entonces tenía que saber que los sacerdotes empezaban a sacrificar los corderos pascuales en “la hora sexta” el día de la preparación. Claramente, el evangelista quiere mostrar que Jesús es el cordero pascual conducido al sacrificio.
Así pues, la muerte de Jesucristo en la cruz supone el sacrificio definitivo que nos libra del pecado, transcendiendo el templo material de Jerusalén de la Antigua Alianza y haciendo parte a los cristianos de un templo espiritual cuya piedra angular es Él.


jueves, 16 de enero de 2014

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"Está escrito en el libro que cumpla tu voluntad"  (Sal 39,8b-9a)

Adoración del Cordero Místico. Van Eyck. S. XV

Para que tuviéramos la luz, te hiciste ciego. Para que obtuviéramos la unión, experimentaste la separación del Padre. Para que poseyéramos la sabiduría, te hiciste «ignorancia». Para que nos revistiéramos de la inocencia, te convertiste en «pecado». Para que esperáramos, casi te desesperaste. Para que estuviera Dios en nosotros, lo sentiste lejos de ti. Para que fuera nuestro el cielo, sentiste el infierno. Para darnos una apacible morada en la tierra entre cientos de hermanos, fuiste excluido del cielo y de la tierra, de los hombres y de la naturaleza. Eres Dios, eres mi Dios, nuestro Dios de amor infinito. 
                                                                                                   Chiara Lubich


Tú eres en verdad el único Señor; tú, cuyo dominio sobre nosotros es nuestra salvación, y nuestro servicio a ti no es otra cosa que ser salvados por ti. ¿Cuál es tu salvación, Señor, origen de la salvación, y cuál tu bendición sobre tu pueblo, sino el hecho de que hemos recibido de ti el don de amarte y de ser por ti amados? Por esto has querido que el Hijo de tu diestra, el hombre que has confirmado para ti, sea llamado Jesús, es decir, Salvador, porque «él salvará a su pueblo de los pecados» (Mt 1,21) y «ningún otro puede salvar» (Hch 4,12). Él nos ha enseñado a amarlo cuando, antes que nadie, nos ha amado hasta la muerte en la cruz. Por su amor y afecto suscita en nosotros el amor hacia él, que fue el primero en amarnos hasta el extremo.
Así es, desde luego. Tú nos amaste primero para que nosotros te amáramos. No es que tengas necesidad de ser amado por nosotros, pero nos habías hecho para algo que no podíamos ser sin amarte [...].
Tal es la Palabra que tú nos dirigiste, Señor: el Verbo todopoderoso que, en medio del silencio que mantenían todos los seres -es decir, el abismo del error-, vino desde el trono real de los cielos a destruir enérgicamente los errores y a hacer prevalecer dulcemente el amor. Y todo lo que hizo, todo lo que dijo sobre la tierra, desde los oprobios, los salivazos y las bofetadas, hasta la cruz y el sepulcro, no fue otra cosa que la Palabra que tú nos dirigías por medio de tu Hijo, provocando y suscitando, con tu amor, nuestro amor hacia ti. Sabías, en efecto, Dios creador de las almas, que las almas de los hombres no pueden ser constreñidas a ese afecto, sino que conviene estimularlas, porque donde hay coacción no hay libertad, y donde no hay libertad no existe justicia tampoco.

Quisiste, pues, que te amáramos los que no podíamos ser salvados por la justicia, sino por el amor, pero no podíamos tampoco amarte sin que este amor procediera de ti. Así pues, Señor, como dice tu apóstol predilecto, y como también aquí hemos dicho, tú nos amaste primero, y te adelantas en el amor a todos los que te aman. Nosotros, en cambio, te amamos con el afecto amoroso que tú has depositado en nuestro interior. Por el contrario, tú, el más bueno y el sumo bien, amas con un amor que es tu bondad misma, el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, el cual, desde el comienzo de la creación, se cierne sobre las aguas, es decir, sobre las mentes fluctuantes de los hombres, ofreciéndose a todos, atrayendo hacia sí todas las cosas, inspirando, aspirando, protegiendo de lo dañino, favoreciendo lo beneficioso, uniendo a Dios con nosotros y a nosotros con Dios (del tratado de Guillermo, abad del monasterio de San Teodorico, Sobre la contemplación de Dios 9-11; SC 61, 90-96).


Lecturas del domingo:
http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2014-01-19

Vídeo del día:
http://www.youtube.com/watch?v=YlWKrA0IX_8&list=UUUpxM9aeGr1dAVvlSX9VFdQ&feature=c4-overview



miércoles, 15 de enero de 2014

CON EL FUEGO DEL ESPÍRITU

Las primeras comunidades cristianas se preocuparon de diferenciar bien el bautismo de Juan que sumergía a las gentes en las aguas del Jordán y el bautismo de Jesús que comunicaba su Espíritu para limpiar, renovar y transformar el corazón de sus seguidores. Sin ese Espíritu de Jesús, la Iglesia se apaga y se extingue.
Sólo el Espíritu de Jesús puede poner más verdad en el cristianismo actual. Solo su Espíritu nos puede conducir a recuperar nuestra verdadera identidad, abandonando caminos que nos desvían una y otra vez del Evangelio. Solo ese Espíritu nos puede dar luz y fuerza para emprender la renovación que necesita hoy la Iglesia.
El Papa Francisco sabe muy bien que el mayor obstáculo para poner en marcha una nueva etapa evangelizadora es la mediocridad espiritual. Lo dice de manera rotunda. Desea alentar con todas sus fuerzas una etapa “más ardiente, alegre, generosa, audaz, llena de amor hasta el fin, y de vida contagiosa”. Pero todo será insuficiente, “si no arde en los corazones el fuego del Espíritu”.
Por eso busca para la Iglesia de hoy “evangelizadores con Espíritu” que se abran sin miedo a su acción y encuentren en ese Espíritu Santo de Jesús “la fuerza para anunciar la verdad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”.
La renovación que el Papa quiere impulsar en el cristianismo actual no es posible “cuando la falta de una espiritualidad profunda se traduce en pesimismo, fatalismo y desconfianza”, o cuando nos lleva a pensar que “nada puede cambiar” y por tanto “es inútil esforzarse”, o cuando bajamos los brazos definitivamente, “dominados por un descontento crónico o por una acedia que seca el alma”.
Francisco nos advierte que “a veces perdemos el entusiasmo al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas”. Sin embargo no es así. El Papa expresa con fuerza su convicción: “no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra… no es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo solo con la propia razón”.
Todo esto lo hemos de descubrir por experiencia personal en Jesús. De lo contrario, a quien no lo descubre, “pronto le falta fuerza y pasión; y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie”. ¿No estará aquí uno de los principales obstáculos para impulsar la renovación querida por el Papa Francisco? 


De  Eclesalia.net

martes, 14 de enero de 2014

YO NO LO CONOCÍA

            Por dos veces repite en pocas líneas Juan el Bautista esta expresión: yo no lo conocía. Se refiere naturalmente a Jesús de Nazaret. Lo leeremos en el evangelio del próximo domingo. Según todos los indicios, atendiendo a lo que nos cuentan los especialistas, Jesús y Juan el Bautista se conocían de tiempo atrás. Muchos piensan incluso que Jesús había sido discípulo de Juan. Sin embargo, Juan repite “yo no lo conocía”. ¿De qué conocimiento se trata? En el Evangelio y otros escritos de San Juan, el término “conocer” tiene un sentido nuevo que va más allá del puro conocimiento físico, exterior. Así termina el Evangelio: “esto que os he escrito lo escribí para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios,  y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Jn 20, 31). En otro lugar se dice: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a tim el único dios verdadero y al que tú has enviado, Jesucristo” (17, 3). Juan decía que conoció a Jesucristo cuando, en el bautismo, vio que el cielo se abría y se oyó una voz: “este es mi hijo amado, el predilecto”, mientras descendía sobre él como una paloma. Es decir, a Jesús Juan lo conoce, con ese conocimiento especial que da la vida, por una revelación singular de Dios.

            Nosotros nos llamamos cristianos. Al menos los mayores hemos oído desde niños muchas cosas sobre Jesús. Su nacimiento, su muerte, sus milagros... Es cierto que los niños y jóvenes de hoy quizá ni esto. Pero, en la mayoría de los casos, el conocimiento que tenemos de Jesús ¿cómo es? ¿Capaz de despertar amor, entusiasmo, seguimiento, un nuevo camino de vida? ¿Induce a dar una nueva orientación a la propia vida?  Se abre un nuevo ciclo en la Liturgia de la Iglesia en la que cada día iremos leyendo los tres evangelios sinópticos empezando por San Marcos y terminando por San Lucas allá por el mes de noviembre. Esta lectura seguida de los evangelios más los textos seleccionados especialmente para los domingos, si se leen despacio y orando con ellos, nos proporcionarán un encuentro con Jesucristo que, con la acción del Espíritu, nos proporcionará ese conocimiento interno que nos hace comprender toda la realidad de manera nueva. Que transforma nuestra vida, dándola un nuevo sentido y dirección.

            San Ignacio de Loyola hablaba del conocimiento interno de Jesús. A sus ejercitantes les invitaba a pedir continuamente ese conocimiento interno para poder amar a Jesús y seguirlo. ¿Tenemos los cristianos –también sacerdotes y religiosos- un conocimiento de Jesús de tal  naturaleza que dé sentido a nuestra vida? Y si andamos escasos de tal conocimiento, ¿lo deseamos, lo buscamos, lo pedimos? Vivimos en momentos históricos en que los soportes externos, institucionales, “tradicionales” son insuficientes para sustentar una vida cristiana de verdad. Los nuevos paradigmas y modelos sociológicos se tragan las tradiciones. Es necesario buscar la savia en el interior. Dentro de nosotros y por el conocimiento interno de Jesucristo.


                                                                      JOSÉ MARÍA YAGÜE CUADRADO

domingo, 12 de enero de 2014

AVISOS SEMANA 13 DE ENERO

Lunes 13
-  A las 5 se reúne el Grupo de Mayores en el centro de la Anunciación del Señor.
-  A las 4 .30  tendremos el Grupo de Habilidades Sociales el centro de San Mateo.
-  A las 8 de la tarde se reúne el Grupo de Doctrina Social de la Iglesia en el centro de la Anunciación del Señor.

Martes 14
- A las 4:30 se reúne el Grupo de la Legión de María en los locales de San Mateo.

Miércoles 15
-  A las 5 se convoca al Equipo de Pastoral de la Salud de la Unidad Pastoral en el centro de la Anunciación del Señor.
-  A las 5 Oración de Silencio delante del Santísimo en la Iglesia de la Anunciación del Señor.

Jueves 16
-  A las 5 tendremos la reunión del Grupo de Vida Ascendente en el centro de San Mateo.

El viernes 17 comenzamos el Novenario por la unidad de los cristianos, hasta el 25 de Enero, fiesta de la conversión de San Pablo. En las celebraciones de la Unidad Pastoral tendremos todos los días una mención expresa en las peticiones y una oración final. El Papa Francisco en la exhortación “Alegría del Evangelio” nos invita a caminar hacia un verdadero Ecumenismo. 


jueves, 9 de enero de 2014

BAUTISMO DE JESUS

"Éste es mi Hijo amado, mi predilecto, en el que me complazco"  (Mt 3,17)

Bautismo de Jesús. Icono ruso del siglo XV.

Explicación del icono:

Señor y Padre nuestro, te damos gracias por el bautismo de Jesús, que nos ha manifestado la plenitud del Espíritu sobre él. Es durante la teofanía que tuvo lugar en el bautismo donde fue reconocido como Mesías. Según una tradición rabínica, el Mesías debía permanecer desconocido hasta que lo revelase un hecho extraordinario operado por ti (cf. Mt 24,23-27). Este hecho extraordinario ha sido la obra del bautista. Así él ha podido manifestar que Jesús es aquel que posee el Espíritu y puede hacer este don, prometido para la era mesiánica, a todos los hombres.
Espíritu Santo, te damos gracias porque has consagrado a Jesús profeta y Mesías y te has manifestado en él con plenitud, para que él pudiera derramar tus dones sobre nosotros. Te pedimos nos hagas redescubrir el significado de nuestro bautismo como don tuyo y del amor del Padre, para responder con coherencia de vida a los compromisos que hemos asumido el día de nuestro renacer como hijos de Dios. Haznos capaces de ser auténticos testimonios tuyos, sin manipulaciones y sin compromisos de ningún género, para anunciar en nuestro mundo la liberación, la justicia y la salvación que tú nos has dado a manos llenas. Haz que tu Iglesia sea en el mundo signo de tu presencia, y forme una verdadera familia de hermanos, unidos en la fe y la caridad evangélicas, con una vida dedicada a tu servicio y al de los más pobres y necesitados.


Vuelve mi Jesús y vuelve el misterio, un misterio sublime y divino. En los días pasados hemos celebrado, como convenía, el nacimiento de Cristo; lo hemos glorificado junto con los ángeles: lo hemos tenido en nuestros brazos con Simeón y lo hemos confesado con Ana. Ahora, sin embargo, hay otra acción de Cristo y otro misterio: Cristo es iluminado, Cristo es bautizado. Meditemos un poco sobre las distintas formas de bautismo.
Bautiza Juan con el propósito de suscitar la penitencia; bautiza también Jesús y Él, sí, bautiza en el Espíritu. Éste es el bautismo perfecto. Conozco también otro bautismo, el del testimonio de sangre, que fue impartido también a Cristo mismo y es un bautismo mucho más venerable que los otros, porque después no será ensuciado por otras manchas. Conozco aún otro que es el de las lágrimas: pero éste es un bautismo más arduo: es el del enfermo, es el bautismo del que pronuncia las palabras del publicano en el templo (…). Al hombre ha sido dada toda palabra y para él se ha instituido todo misterio, a fin de que vosotros lleguéis a ser como lámparas en el mundo, potencia vivificadora para los demás hombres 
(Gregorio Nacianceno, Homilías sobre la natividad,discurso 39, Madrid 21992)


Lecturas del día:



miércoles, 8 de enero de 2014

UNA NUEVA ETAPA

Antes de narrar su actividad profética, los evangelistas nos hablan de una experiencia que va a transformar radicalmente la vida de Jesús. Después de ser bautizado por Juan, Jesús se siente el Hijo querido de Dios, habitado plenamente por su Espíritu. Alentado por ese Espíritu, Jesús se pone en marcha para anunciar a todos, con su vida y su mensaje, la Buena Noticia de un Dios amigo y salvador del ser humano.
No es extraño que, al invitarnos a vivir en los próximos años “una nueva etapa evangelizadora”, el Papa nos recuerde que la Iglesia necesita más que nunca “evangelizadores con Espíritu”. Sabe muy bien que solo el Espíritu de Jesús nos puede infundir fuerza para poner en marcha la conversión radical que necesita la Iglesia. ¿Por qué caminos?
Esta renovación de la Iglesia solo puede nacer de la novedad del Evangelio. El Papa quiere que la gente de hoy escuche el mismo mensaje que Jesús proclamaba por los caminos de Galilea, no otro diferente. Hemos de “volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio”. Solo de esta manera, “podremos romper esquemas aburridos en los que pretendemos encerrar a Jesucristo”.
El Papa está pensando en una renovación radical, “que no puede dejar las cosas como están; ya no sirve una simple administración”. Por eso, nos pide “abandonar el cómodo criterio pastoral del siempre se ha hecho así” e insiste una y otra vez: “Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades”.
Francisco busca una Iglesia en la que solo nos preocupe comunicar la Buena Noticia de Jesús al mundo actual. “Más que el temor a no equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: Dadles vosotros de comer”.
El Papa quiere que construyamos “una Iglesia con las puertas abiertas”, pues la alegría del Evangelio es para todos y no se debe excluir a nadie. ¡Qué alegría poder escuchar de sus labios una visión de Iglesia que recupera el Espíritu más genuino de Jesús rompiendo actitudes muy arraigadas durante siglos! “A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadotes. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa del Padre donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”. 


De  Eclesalia.net

martes, 7 de enero de 2014

TÚ ERES MI HIJO AMADO

            Pasaron las fiestas navideñas, incluidos los Reyes. Comienza la así llamada “cuesta de enero”. Como en los comienzos de toda actividad, puede entrar un poco de desgana, mirar hacia delante y hacerse todo difícil. Es natural y todos podemos tener estas sensaciones. No vale deprimirse y agudizar los sentimientos de impotencia para refugiarse en el cómodo “no hacer nada” o inclinarse por los mínimos imprescindibles. Hay que afrontar las tareas con resolución y, como dirían los clásicos, con “determinación determinada”.

            La fiesta del próximo domingo, 12 de enero, con la que litúrgicamente termina el ciclo de Navidad, nos depara motivos más que suficientes para fundamentar  esta resolución de emprender el trabajo sin titubeos, ni escaramuzas disuasorias. El Bautismo del Señor nos presenta a Jesucristo como quien tiene clara su identidad de Hijo y, por tanto, su misión: obedecer al Padre, es decir, proclamar el Reino de Dios y realizarlo con sus obras. Por eso se nos describe su personalidad como la de quien pasó haciendo el bien y curando toda dolencia y enfermedad. Hoy mismo, 7 de enero,  se nos describe su actuación recorriendo los caminos de Galilea, la de los paganos y descreídos. Saliendo a las periferias, como traduciría actualmente el papa Francisco. No precisamente como observador sino “proclamando el Reino y curando las enfermedades y dolencias del pueblo”. No realiza toda esta actividad desde los centros de poder, ni con medios costosos, ni con ningún tipo de imposiciones. Por el contrario, “sin gritar, ni clamar, ni vociferar por las calles”. Como un siervo que hace su trabajo, sin romper una caña ni apagar una vela vacilante.

            Ser bautizado con el bautismo de Jesús es mucho más que ser liberados de pecados, lo que no es en absoluto baladí. Pero recibir el bautismo es mucho más: es pasar a ser hijo de Dios para seguir a Jesucristo, para ser consagrado del todo a la misión de hacer todo el bien posible a los demás hijos de dios, evitando todos los males. 

            Cada uno según su estado y condición. Pero nadie, ni religioso, ni religiosa, ni sacerdote ni  laico tienen derecho a esperar que otros hagan lo que a cada uno le corresponde. Hay que “salir” de sí mismos y buscar ser eficaces en el trabajo de cada día. La acedía, la pereza, los aplazamientos del quehacer cotidiano no se compaginan con la vocación cristiana. El cristiano no tiene tiempo ni para deprimirse. Hay mucho quehacer y nadie tiene derecho a entretenerse matando el tiempo. Aunque no dudamos de que, por aquello de que el tiempo es nuestro, no faltarán hoy los que reclamarán el derecho a perderlo y gastarlo a su antojo. Camino por cierto desahogado para convertirse en parásitos inútiles o dañinos en una sociedad que requiere el trabajo bien hecho, cada día, de todos los que la formamos.


                                                                                     JOSÉ MARÍA YAGÜE

lunes, 6 de enero de 2014

LOS REYES MAGOS EN LA UNIDAD PASTORAL

Hoy, Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente han estado presentes en la Eucaristía de la Anunciación. A pesar de estar cansados por el duro trabajo de esta noche, de mil amores han participado en la misa y al final han repartido caramelos a todos los asistentes.
Desde aquí les deseamos un feliz regreso a sus países.







 









sábado, 4 de enero de 2014

AVISOS SEMANA 6 DE ENERO

Lunes 6 de Enero
Fiesta de la Epifanía. Hay Eucaristías como un domingo. 
Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente nos han comunicado que estarán en la misa de 12 de la Anunciación y que avisemos a los niños de la UP del evento para que no se pierdan estar con ellos.

Miércoles 8 
Oración de Silencio ante el Santísimo de 5 a 6 en la Anunciación.

Jueves 9
A las 5 comienzan nuevamente las clases de guitarra de la UP en los locales de la Anunciaición.
Exposición del Santísimo a las 8 en la Iglesia de San Mateo.
También este día comienza la catequesis.

Viernes 10
A las 8 Formación Bíblica en el centro de San Mateo.


La cantidad recogida en la UP para la Operación Vivienda de Cáritas ha sido de 1.407 €. Muchas gracias a todos por la colaboración y a aquellos que organizaron la campaña.

EPIFANIA DEL SEÑOR

"¡Levántate, brilla, porque viene tu luz!"  (Is 60,1)

Adoración de los Magos. Capilla de San Martín de la Catedral Vieja de Salamanca. S. XIV.

Padre santo, que nos has enviado a tu Hijo como salvador universal de los pueblos, te alabamos por la manifestación de Jesús, nuestro rey. Es un rey sin corona, o más aún, con corona de espinas, porque es en su pasión donde se puede comprender el auténtico significado de su soberanía, una realeza bastante distinta de la que buscan los hombres.
Te bendecimos, Padre, por Jesús salvador universal. Vino para salvar a todos y para reunir a los hijos de Dios dispersos. No más ya una comunidad dividida y contrapuesta, sino una familia reunida, que camina en la luz y el esplendor de tu gloria. Todos, judíos y paganos, estamos «llamados en Cristo a participar de la misma herencia, a formar un mismo cuerpo» (Ef 3,6), y la venida de los Magos constituye el inicio de esta paz universal de las naciones. Señor, queremos comprender cada vez mejor que la solución de la tensión entre universalidad y elección que tantas veces nos ha puesto unos contra otros se resuelve en el entender que la elección es servicio a todo hombre.
Haz, Señor, que la Iglesia entera sepa, como los Magos, caminar siempre hacia Belén para adorar al rey universal de las gentes pero, al mismo tiempo, sepa desde Belén dirigirse al mundo para desempeñar la misión que Jesús le ha confiado, esto es, la de ir al encuentro de todos. Para que la comunidad cristiana, mientras va en busca de los alejados y de quienes se sienten excluidos, sepa llamarlos a la esperanza y a la vida, sin olvidar que la violencia que pueda sufrir de parte de los hombres forma parte de la misma misión.


Lecturas del día:
http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2014-01-06


jueves, 2 de enero de 2014

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD

"Él nos eligió en Cristo antes de la creación del mundo"  (Ef 1,4)

Icono de la Sabiduría
Este icono, llamado en Rusia a partir del siglo XV  icono del Silencio Bienaventurado, retoma la iconografía bizantina del Ángel del Gran Consejo. La imagen de Cristo es la de un joven imberbe como Emmanuel. Las características de Cristo como Ángel del Silencio Bienaventurado son "la incorruptibilidad de un alma dulce y serena" (1P 3,4), la presencia discreta que "no vociferará ni alzará el tono, y no hará oír en la calle su voz" (Is 42,2), el carácter dócil del Siervo de Is  53,7.
El hecho de que no aparezca ningún rollo o libro, y las manos cruzadas en el pecho, evocan el silencio del Salvador y la invitación a una plegaria interior.
Los iconos de los siglos XVII-XIX se caracterizan por el nimbo estrellado de la cabeza  y por las alas (símbolo de la energía del universo), atributos de la Sabiduría divina.

Las lecturas bíblicas de este domingo evidencian que Jesús es el icono visible de Dios Padre. El Hijo, en efecto, mira incesantemente al Padre, que es la fuente de su misión. Todo le viene del Padre: la enseñanza, la actividad, el poder sobre la vida y sobre la muerte. «Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me ha enviado» (Jn 7,16). «La Palabra que habéis escuchado no es mía, sino del Padre que me ha enviado» (Jn 14,24). El Hijo no hace nada por sí sólo, sino «como me ha enseñado el Padre, así hablo» (Jn 8,28). Jesús está a la escucha del Padre con mirada de contemplación interior y transmite sus palabras, es más, comunica tan bien la Palabra del Padre que Él mismo es, para el evangelista, la Palabra del Padre (Jn 1,1-2). Así Jesús es el perfecto revelador del amor del Padre, porque está siempre a la escucha de Dios, y es igualmente la Palabra misma del Padre.
El culmen, sin embargo, de la revelación que Jesús ha transmitido no está en lo que ha enseñado con palabras, sino en la obra que ha testimoniado con su vida. Ha cumplido hasta el fondo la obra que el Padre le había confiado. Y la obra que expresa el don de sí, la cumple Jesús entregando su vida sobre la cruz, haciéndonos así hijos adoptivos del mismo Padre. Es desde la colina en que se alza la cruz desde donde la humanidad toma conciencia de la calidad del amor que Jesús de Nazaret le revela: un amor que supera toda lógica humana y viola las fronteras de Dios.

Señor Jesús, el apóstol Juan nos dice al final de su prólogo: «A Dios nadie lo ha visto jamás; es el Hijo único, que es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha revelado» (Jn 1,18). Así, ningún hombre sobre esta tierra ha visto nunca ni podrá ver el rostro de Dios. Pero tú, Jesús, que eres el Hijo amado del Padre, la Sabiduría misma de Dios, e impronta de su Ser, nos lo has manifestado y nos lo has hecho conocer. A través de ti, el Padre se ha revelado con palabras humanas y especialmente en la misión que tú has cumplido entre nosotros, hasta entregarte por amor nuestro sobre el madero de la cruz. Desde entonces en adelante acogerte o rechazarte a ti, es acoger o rechazar al Padre: y, en consecuencia, nuestra salvación.
Señor Jesús, te damos gracias por habernos hecho hijos verdaderos del mismo Padre y por habernos llamado amigos. Sabemos cuánto has sufrido por nosotros con la condena a la cruz, pero tú nos has enseñado que no hay «un amor más grande que éste: dar la vida por los amigos» (Jn 15,13). Te queremos pedir también que nos concedas un corazón grande y generoso para todos nuestros hermanos, a pesar de nuestros pecados, para amarlos como nos has amado tú. Tú te has revelado como Palabra viva del Padre y nosotros, por el contrario, somos a menudo palabras humanas y vacías que no dan cabida a tu evangelio de verdad. Enséñanos lo que verdaderamente vale en la vida, esto es, escuchar la voz secreta que habla en nuestro interior. Si escucháramos esta palabra interior, comprenderíamos lo que dice san Agustín: «He aquí el gran secreto: el sonido de la palabra golpea nuestros oídos, pero el maestro se encuentra en lo más íntimo».


Vídeo del día: 

Lecturas:

miércoles, 1 de enero de 2014

RECUPERAR LA FRESCURA DEL EVANGELIO

En el prólogo del evangelio de Juan se hacen dos afirmaciones básicas que nos obligan a revisar de manera radical nuestra manera de entender y de vivir la fe cristiana, después de veinte siglos de no pocas desviaciones, reduccionismos y enfoques poco fieles al Evangelio de Jesús.
La primera afirmación es ésta: “La Palabra de Dios se ha hecho carne”. Dios no ha permanecido callado, encerrado para siempre en su misterio. Nos ha hablado. Pero no se nos ha revelado por medio de conceptos y doctrinas sublimes. Su Palabra se ha encarnado en la vida entrañable de Jesús para que la puedan entender y acoger hasta los más sencillos.
La segunda afirmación dice así: “A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer”. Los teólogos hablamos mucho de Dios, pero ninguno de nosotros lo ha visto. Los dirigentes religiosos y los predicadores hablamos de él con seguridad, pero ninguno de nosotros ha visto su rostro. Solo Jesús, el Hijo único del Padre, nos ha contado cómo es Dios, cómo nos quiere y cómo busca construir un mundo más humano para todos.
Esta dos afirmaciones están en el trasfondo del programa renovador del Papa Francisco. Por eso busca una Iglesia enraizada en el Evangelio de Jesús, sin enredarnos en doctrinas o costumbres “no directamente ligadas al núcleo del Evangelio”. Si no lo hacemos así, “no será el Evangelio lo que se anuncie, sino algunos acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas”.
La actitud del Papa es clara. Solo en Jesús se nos ha revelado la misericordia de Dios. Por eso, hemos de volver a la fuerza transformadora del primer anuncio evangélico, sin eclipsar la Buena Noticia de Jesús y “sin obsesionarnos por una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia”.
El Papa piensa en una Iglesia en la que el Evangelio pueda recuperar su fuerza de atracción, sin quedar obscurecida por otras formas de entender y vivir hoy la fe cristiana. Por eso, nos invita a “recuperar la frescura original del Evangelio” como lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y, al mismo tiempo, lo más necesario”, sin encerrar a Jesús “en nuestros esquemas aburridos”.
No nos podemos permitir en estos momentos vivir la fe sin impulsar en nuestras comunidades cristianas la conversión a Jesucristo y a su Evangelio a la que nos llama el Papa. Él mismo nos pide a todos “que apliquemos con generosidad y valentía sus orientaciones sin prohibiciones ni miedos”. 


De  Eclesalia.net

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

"María guardaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón"  (Lc 2,19)

Madre de Dios "Zarza ardiendo" (S. XVIII)

El episodio bíblico en el que Dios se manifiesta a Moisés en una zarza dio origen a un particular icono de la Madre de Dios que establece una relación muy rica y compleja entre el Nuevo Testamento y las profecías del Antiguo Testamento que anuncian el acontecimiento de la salvación por medio de María.
La Madre de Dios aparece en el centro del icono sobre una estrella de ocho puntas, que indica la presencia de Dios Señor de los Ejércitos (celestiales), el Anciano de los días, y alude a la zarza (los cuatro rayos azules) ardiendo en el fuego de la energía divina (los rayos rojos).
Se acentúa la realeza de la Virgen, reina celestial circundada por los ángeles, por los símbolos de los evangelistas (en los rayos rojos) y por los elementos naturales, que obedecen a su voluntad. De acuerdo con las visiones del Apocalipsis, los grados angélicos están representados con los atributos propios (estrellas, nubes, rayos, antorchas, espadas), como dispensadores de los elementos naturales. En las cuatro esquinas de la tabla se hallan Moisés delante de la zarza ardiendo (arriba a la izquierda), Ezequiel delante de la puerta cerrada del santuario (abajo a la izquierda), como símbolo de la Virgen que engendrará a Cristo; arriba a la derecha la aparición del serafín que purifica con un ascua los labios de Isaías y, finalmente, abajo a la derecha, la lucha de Jacob con el ángel (Gen 32, 23-33). También la representación central de la Madre de Dios tiene un contenido profético: son visibles los símbolos de la escala (que después de la encarnación une cielo y tierra) y de la piedra (profecía de Daniel) y la representación de Cristo como sumo sacerdote, celebrando la Eucaristía en el altar de su propio sepulcro, en Jerusalén.

Lecturas del día:
http://www.servicioskoinonia.org/biblico/calendario/texto.php?codigo=20140101&cicloactivo=2014&cepif=0&cascen=0&ccorpus=0