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martes, 26 de febrero de 2013

UN GIRO IMPRESCINDIBLE: INMERSIÓN EN LA PROPIA RESPONSABILIDAD


            Hablábamos la semana pasada de la necesidad de referentes. Al hilo de las palabras evangélicas puestas en boca del Padre “escuchad a mi Hijo amado”, proponíamos a Jesús como el referente necesario para el mundo de hoy. En el evangelio del próximo domingo, la propuesta es bien concreta. Veamos como reacciona Jesús ante “la noticia del día”. Eso que tanto nos interesa en la actualidad.

            Se presentan a Jesús “algunos” para contarle una barbaridad: el gobernador Pilato ha asesinado a un grupo de galileos, con el agravante de mezclar su sangre con la de las víctimas de los sacrificios al pie del Altar. La corrupción del poder no es cosa de ahora. En otros tiempos ocurrían cosas peores. Los poderosos no sólo se aprovechaban de los bienes ajenos, también disponían con demasiada frecuencia de la vida de los súbditos. Y eso por motivos triviales.

            ¿Qué responde Jesús? ¿Se une a la queja o a la protesta? Sería lo lógico ante tamaño abuso de poder. Es lo que sabemos hacer hoy: ante los Bárcenas, Urdangarín, Blanco, Método 3, etc. etc., ¿qué nos queda sino el chismorreo, siguiendo las pautas de las tertulias radiales y televisivas? O bien la manifestación callejera para protestar contra lo mal que lo están haciendo nuestros gobernantes. Sabemos que todo esto no nos lleva a ninguna parte, y que –en ocasiones- empeora las cosas (imagen pública de España, decaimiento de la autoestima, impedir las serenas y equitativas sentencias de los jueces...). Pero no encontramos otros cauces para expresar nuestro descontento sino el pataleo. Con lo que desde los medios, la calle y la tertulia vamos creando un creciente clima social de crispación, descontento y desaliento personal y colectivo.

            Jesús sugiere otra alternativa. A la brutal noticia recibida, añade el recuerdo de otra terrible calamidad: una torre que se cae y aplasta a 18 personas. Y enseguida, cambia de registro. En lugar de buscar culpables, aprovecha el momento para obligar a los oyentes a entrar dentro de sí mismos, a bucear en el yo para encontrar las propias responsabilidades.

            Podemos pasarnos la vida “echando balones fuera”, responsabilizando de todo a los adversarios, a los gobernantes, a los súbditos... Y, a la vez,  ser incapaces de la menor autocrítica. Como dicen los chinos, lo que procede es “darse un par de vueltas por la propia casa antes de querer arreglar el mundo”. Este es el camino sugerido por Jesús: “no penséis que vosotros sois mejores”.

            Y dando por supuesto lo que es obvio, que nadie es inocente, propone la parábola de la higuera que año tras año permanece estéril y no da fruto. Hay que cortarla. Queda claro que el dueño de la higuera no es ni vengativo ni impaciente. Otorga nuevos plazos. Pero, al final, cada uno tiene que dar los frutos que de él se pueden esperar según las capacidades y recursos recibidos. A esta inmersión responsable en el “yo mismo”, es a lo que se nos invita en medio de este desajustado y calamitoso mundo que nos toca vivir. Hay que examinarse sobre las propias corruptelas, desidias, pereza, caminos fáciles...Ser menos fiscales de los demás. Dar plazos. Y cambiar, es decir, dar buenos frutos. Menos lamentarse y más producir.

                                                                               JOSÉ MARÍA YAGÜE

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