"Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe" (1Jn 5,4b)
“A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus
caminos” (Sal 90,11). El diablo conoce bien esta promesa porque la supo
utilizar en la hora más álgida de la tentación; sabe bien cuál es nuestra
fuerza y nuestra debilidad. Pero no tenemos nada que temer si permanecemos a la
sombra del trono del Altísimo.
Mientras estemos cimentados en Cristo, participaremos de su
seguridad; él ha hecho añicos el poder de Satanás [...] y de ahora en adelante
los espíritus malignos, en vez de tener poder sobre nosotros, tiemblan y se
espantan a la vista de un verdadero cristiano. Pues saben que poseen lo que les
hace vencedores; que pueden, si quieren, mofarse de ellos y ponerlos en fuga.
Los espíritus malignos lo saben bien y lo tienen muy presente en lodos sus
asaltos; sólo el pecado les da poder sobre ellos, y su gran empeño consiste en
hacerles pecar, en sorprenderles en el pecado, sabiendo que no hay otro modo de
vencerlos. Por eso, hermanos míos, no seamos ignorantes de sus planes, sino,
conociéndolos bien, vigilemos, oremos, ayunemos, permanezcamos bajo las alas de
Altísimo, que es nuestro escudo y auxilio.
(J. H. Newman, Sermoni
liturgici, Fossano, s.f., 144)
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