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lunes, 24 de marzo de 2014

SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

"El Señor está contigo"  (Lc 1,28)


Anunciación. San Isidoro de León.

La catequesis ha hecho coincidir siempre anunciación y encarnación. Se puede deducir una primera colocación de la memoria de la encarnación en la liturgia de la edificación de una basílica constantiniana sobre la casa de María en Nazaret en el siglo IV. Hay documentación irreprochable procedente del siglo VII de una peculiar celebración litúrgica el 25 de marzo tanto en Oriente como en Occidente.
La reforma del calendario litúrgico romano de Pablo VI restableció la denominación de anunciación del Señor, «celebración que era y es fiesta conjunta de Cristo y de la Virgen: del Verbo que se nace Hijo de María y de la Virgen que se convierte en madre de Dios» (Marialis cultus, 6).


Al anuncio de que Dios salva, nosotros también podemos responder, como María, con el fíat, «hágase». Pero ¿hágase qué? Cúmplase en mí, pero ¿qué cosa? Cúmplase en mí la fe: que yo pueda creer. Creer que desde hace miles de años Dios está en busca del hombre [...]. Fe en que Cristo es carne de esta carne nuestra, destino de nuestro destino; que él es aquí, apacible y poderosa energía; que él está más allá, horizonte y destino y flauta que nos llama a otro lugar, y que con esta fe también nosotros podemos ser, al menos por un momento, casa de Dios, llenos de gracia al menos por un momento; que también nosotros podamos oírte decir: yo estaré contigo por donde vayas. El ángel nos repetirá entonces a cada uno las tres palabras esenciales: alégrate, no temas, también en ti va a nacer una vida
(E. M. Ronchi, Dietro imormoríí dell'arpa, Sotto il Monte 1999, pp. 35ss).

Lecturas:
http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2014-03-25


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