El pasado viernes, el foro Effeta organizó en la Unidad Pastoral un acto de cara al encuentro con Jesús en el inicio de esta Cuaresma. Resumimos las líneas de reflexión.
1 - LUZ QUE PROCEDE DE
LA LUZ
Mt 10, 46-52
Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: "¿Qué quieres que
haga por ti?"
El ciego le contestó:" Maestro, que recobre la
vista".
Ideas fundamentales:
La oración es encuentro con el Señor, un encuentro que me
transforma y me salva.
La oración supone un deseo profundo de encontrarse con el Señor.
La oración supone un deseo profundo de encontrarse con el Señor.
Necesitamos perseverar, ser constantes en la oración,
ejercitarla cada día ... para llegar al encuentro con
el Señor.
el Señor.
La oración no depende solo de nosotros, sino también del
Señor. Dejémosle a Él hacer su parte.
El encuentro con Jesús se realiza a través de mediaciones. La Iglesia es una mediación.
El encuentro con Jesús se realiza a través de mediaciones. La Iglesia es una mediación.
Preguntas:
¿Deseo en lo más profundo de mi ser encontrarme con el
Señor?
¿Soy consciente de mis cegueras?
¿Soy consciente de mis cegueras?
¿Cuáles son esas cegueras que me impiden descubrir la
verdadera Luz en mi vida?
2 - LA ZARZA ARDIENTE
Éxodo 3, 1-5
El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las
zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés dijo: --- Voy a
acercarme a mirar este espectáculo tan admirable: cómo es que no se quema la
zarza.
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó
desde la zarza: ---Moisés, Moisés.
Respondió él- ---Aquí estoy. Dijo Dios: ---No te acerques.
Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.
Para encontrarse con Dios es necesario ir al desierto.
Vivir en el desierto supone despojarse de todo lo superfluo.
Es Dios el que toma la iniciativa.
El fuego de Dios no se apaga. Quema lo que no es de Él en
nuestro interior.
El Señor nos llama por nuestro nombre. Es una relación
personal.
Una relación que necesita tiempo. Estar a solas con Él.
Relación de amor, no de temor.
Esta relación nos cambia la mirada hacia nosotros mismos y hacia el mundo.
Si buscamos a Dios, Él nos encontrará
Dos cuestiones:
¿Cuál es hoy mi relación personal con el Señor?
¿Qué debo cambiar de esa relación a partir de ahora?
¿Qué debo cambiar de esa relación a partir de ahora?
3 - EL AGUA
Gen. 1: Desde el caos, el agua es divina: ella forma parte
de la revelación y/o creación de Dios.
Jn 2, 1-11, Jesús convierte el agua de esas seis tinajas
(seis es siempre el número imperfecto de este mundo que no alcanza la plenitud) en vino de bodas, es decir, de alegría mesiánica.
Mt 25, 31-46, donde la exigencia de "dar de beber al
que tiene sed" se convierte en sentido y clave de la vida humana.
Jn 4, 13-14, Todo el que bebe del agua de ese pozo (de
Siquem) volverá a tener sed. Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed, sino que el agua que yo le daré
será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Rasgos de los textos:
El agua evoca los grandes textos del
Antiguo Testamento: el agua de la roca en el desierto, el agua que brota del templo, el agua del camino de retorno de los
exiliados. Todas esas aguas se concentran ahora en Cristo. El agua de Cristo es, sin duda, un agua mística
abierta a la contemplación de Dios; es lo que reflejan los textos que hemos citado antes.
Pero, al mismo tiempo, es el agua de la curación de los
enfermos, el agua del servicio mutuo que consiste en lavarse los pies unos a otros, empezando por los señores a los siervos (cf. Jn
13, 1-17), el agua de vida que bota, con la sangre, del costado del Cristo (Jn 19, 34; cf. 1 Jn 5,8).
Preguntas:
¿Qué agua ofrezco yo? ¿Busco y uso el agua de mi
bondad, el agua que refleja a Cristo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario