"Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas
cosas" (Lc 10,41)
Intentemos profundizar en los principales mensajes que nos
comunican la primera lectura y el evangelio y tratemos de actualizarlos. Se
trata de relatos de hospitalidad, y entre ellos hay diferencias y semejanzas.
Una diferencia que se aprecia a simple vista es que los huéspedes aprueban el
servicio de Abrahán: «Haz como has dicho» (Gn 18,5); el de Marta, sin
embargo, se atrae una reprensión. La semejanza es que en ambos casos el huésped
no sólo recibe, sino que aporta también un don: promete un hijo a Abrahán y
Sara, y ofrece su palabra en Betania. Recibir al Señor Jesús en nuestra «casa»
no significa sólo prestarle «muchos servicios», sino también -antes
que nada- dejarle hablar y recibir el don de su Palabra.
La hospitalidad tiene que ser ofrecida también en nombre de
Jesús a los hombres con quienes él se identifica: «Fui forastero y me
hospedasteis» (Mt 25,35), «No olvidéis la hospitalidad» (Heb
13,2). Hay que dar la oportunidad no sólo de dar, sino también de recibir. ¿Qué
ocasiones tenemos?
Las dos hermanas han sido consideradas como dos tipos de
vida: activa y contemplativa. En realidad, son más bien ejemplos concretos que
ilustran el tercer y cuarto tipos de terrenos de la parábola del sembrador. La
«preocupación» y la «agitación» de Marta recuerdan «la semilla que cayó
entre cardos», o sea, «los que escuchan el mensaje, pero luego se ven
atrapados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no
llegan a la madurez» (cf. Lc 8,14). La «mejor parte» de María
nos recuerda, en cambio, «la semilla que cayó en tierra buena», o
sea, «a los que, después de escuchar el mensaje con corazón noble y
generoso, lo retienen y dan fruto por su constancia» (Lc 8,15). ¿Dónde se
sitúa nuestro modo de vivir, en el tercero o en el cuarto tipo de terreno?
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