¡Feliz Pascua de Resurrección!
Corrieron
al sepulcro vacío los dos discípulos más íntimos de Jesús. El más joven,
conocido como Juan, llegó antes. El mayor, Pedro, llegó después pero entró el
primero. El joven le esperó y entró después. Los dos vieron lo mismo: vendas y
sudario de quien había sido amortajado precipitadamente dos días antes. Los dos
vieron lo mismo, pero sólo de Juan se dice que “vio y creyó”.
No es la fe
la consecuencia de una argumentación racional, ni de lo que ven los ojos de
nuestra cara. Juan vio algo más. Su visión interior, su interpretación de la
realidad estaban dirigidas por el amor. El que ama ve más y más adentro. ¿No es
la carencia de amor la que apaga nuestra visión de la vida y torna romos
nuestros sentidos y faltos de alcance vital nuestros comportamientos?
“No tengáis
miedo a la bondad y a la ternura”, nos acaba de decir el papa Francisco en la
homilía inaugural de su Pontificado. Esa bondad y esa ternura nos permiten
custodiar la vida, la nuestra, la de los demás, sobre todo la de niños, ancianos y víctimas del egoísmo y la ambición
humanos. También la naturaleza.
Pero nos
empeñamos en alimentar otros sentimientos y otros anhelos. Los de venganza,
sospecha, condena de los demás y aún de nosotros mismos. Todo eso nos lleva a
más muerte, a más dolor y a más injusticia. ¡Sin enterarnos!
Si de
verdad amamos la vida, no nos encerremos en el pesimismo, el lamento, el ver
sólo vendas manchadas dispersas por el suelo de esta tierra ensangrentada. Todo
eso es verdad y no debemos de ningún modo olvidarnos de las víctimas. Tampoco
reclamamos impunidad para los verdugos. De ninguna manera debemos quedar
indiferentes viendo proliferar a los agentes de injusticia, de corrupción y de
muerte. Todo eso que hace irrespirable el aire de nuestra tierra ha de ser
purificado.
Ahora bien,
la bondad, la ternura, el amor ofrecen una luz nueva que permite ver el triunfo
de la VIDA. Jesucristo
no está ya prisionero de la injusticia. Ha resucitado. Y nosotros podemos
resucitar con Él. Lo hacemos cuando “creemos contra toda esperanza”, cuando no
buscamos entre los muertos al Viviente. Y eso significa aspirar a los bienes de
arriba. Mientras nuestros ojos no vean sino el dinero, el placer, la
satisfacción inmediata de nuestras apetencias, o sea, las vendas esparcidas en
el suelo, nos veremos privados del gozo de la fe, del triunfo de la vida sobre
la muerte.
“Vio y
creyó” es la gran noticia del domingo de Pascua. Jesucristo vive. Dichosos
vosotros porque sin ver creéis y lucháis por el triunfo de la vida. La bondad,
la ternura, el amor son vuestros guías. Lo que llevó a la fe al discípulo
amado.
¡Feliz Pascua de Resurrección! Cristo vive a vuestro lado.
JOSÉ MARÍA YAGÜE
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