No llores por mí, Madre,
viendo en la tumba al Hijo
que sin semen concebiste en tu seno.
¡Resucitaré y seré glorificado
y ensalzaré incesantemente en la gloria
a los que te exaltan con fe y amor,
porque soy Dios!
La tierra me oculta porque quiero,
pero los guardianes del Hades tiemblan
viéndome vestido con una túnica ensangrentada,
oh Madre, con la sangre de la venganza;
porque yo, Dios, he abatido a mis enemigos en la cruz;
y ¡resucitaré y te daré gloria!
¡Exulte la creación, alégrense todos los habitantes de la tierra!
El Hades, el enemigo, ha sido despojado.
Acérquense las mujeres con los aromas,
estoy liberando a Adán, a Eva y a toda su descendencia
y ¡al tercer día resucitaré!
Oda IX del Canon del Sábado Santo de la liturgia ortodoxa
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