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sábado, 26 de octubre de 2013

LA VIDA SIEMPRE EN OBRAS


«Para ello trabajo y peleo, con la energía suya que actúa eficazmente en mí» (Col 1,29)

Uno piensa en los constructores de las pirámides o de grandes obras como el Taj-Majal, obras milenarias que perdurarán en la memoria de la humanidad… y al lado de eso todo parece efímero. Uno podría pensar que poco va a significar la propia vida. Poco mis sueños, mis desvelos, mis estudios, mis noches sin pegar ojo por las preocupaciones cotidianas. Poco mis decisiones, mis amores, mis renuncias… Pero no es verdad. No es poco. Es todo, a ojos de un Dios para quien, cada uno de nosotros, somos la niña de sus ojos. Mi vida, mis sueños, mis logros, mis éxitos y fracasos, todo ello importa. Aunque no siempre lo veamos. Y porque importa, merece la pena intentar que sea, de algún modo, eterno.

¿Qué puedo hacer?
¿Qué espero hacer?
¿Qué quiero hacer con mi vida?



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