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martes, 27 de noviembre de 2012

MEGALOMANÍA NO, ESPERANZA SÍ


            La megalomanía es delirio o locura de grandeza, dice el diccionario de la RAE. Pero se entiende mejor lo que es cuando se ve encarnada en algunos de los personajes, por ejemplo de nuestra escena política.

            No importa que sean altos o bajos, inteligentes o necios. Ese delirio discurre por otros cauces. El megalómano confunde sus deseos con la realidad. Por eso la realidad –o las urnas- le suele dar batacazos. Es, de todos modos, lo mejor que les puede pasar a estos personajes, a sus proyectos y a sus víctimas. Porque Dios nos libre de sus éxitos. El mejor ejemplo de un megalómano de éxito fue Hitler.

            Todos tenemos algo de megalómanos. Lo somos cuando queremos construir nuestro futuro y el de quienes nos rodean a nuestra medida y con nuestros medios. Si algo está claro es que el futuro no nos pertenece. Sólo le pertenece a Dios. Sólo contribuiremos a edificarlo sabiamente si lo esperáramos como don y ofrecemos nuestra respuesta en la dirección que ese don nos marca.

            Esperamos una Persona. La del Hijo de Dios que se hace uno de nosotros y nos muestra un camino. Eso en medio de tribulaciones y calamidades hasta el punto de que “los hombres quedarán sin aliento y la ansiedad ante lo que se viene encima”.

            Hoy llamamos crisis a esas calamidades. No nos amilanamos. Al contrario, hay que levantar la cabeza. Y convertir la crisis en oportunidad. Como decía Albert Einstein:

                ¨No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis donde nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.
                Quien supera la crisis, se supera a sí mismo sin quedar ´superado´.
                Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más los problemas que las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.

                Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.¨

                Hay que mantener la mente despierta. “No se os embote la mente con el vicio, la bebida o los agobios de la vida”. ¡Cuántos ídolos embotan nuestras mentes! “Cuando todo esto suceda, levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”.

            Finalmente, creamos en la esperanza. Avivémosla.  Adviento significa venida. Viene, ya está ahí el Salvador. El que nos arranca de nuestras servidumbres. Esto exige mantenerse en pie. Para escuchar y responder, para acoger y ponerse en camino ya.

                                                                                        José María Yagüe


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