"Venga a nosotros, Señor, tu Reino de luz"
Señor Jesús, tú te escondiste a los ojos de todos para orar
al Padre en secreto, cuando la muchedumbre, maravillada y admirada por los
milagros que realizabas, te buscaba para proclamarte. Sólo en la hora de la
pasión, cuando todos te habían abandonado y ser proclamado rey ya no era motivo
de jactancia, sino que se había vuelto para ti causa de condena, sólo entonces
declaraste tu señorío universal. Obrando de este modo nos enseñaste con tu
misma muerte que reinar es servir amando hasta la entrega total de nosotros
mismos.
Concédenos también reconocer tu realeza no de palabra, sino
dejando crecer y dilatarse en nosotros tu Reino, para que seamos, en la
historia, irradiación de tu presencia de paz y motivo de consuelo y esperanza
para todos nuestros hermanos.
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