"Dame, Señor, los mismos sentimientos de Cristo Jesús" (Flp 2,5a)
Cristo. El Greco |
Tomad, Señor y recibid toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento, toda mi voluntad,
todo mi haber y poseer
Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno.
Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.
Ignacio de Loyola
Hijo, no puedes poseer libertad perfecta si no te niegas del
todo a ti mismo.
En prisiones están todos los ricos y amadores de si mismos,
los codiciosos, ociosos y vagabundos, y los que buscan siempre las cosas de
gusto y no las de Jesucristo, sino que antes componen e inventan muchas veces
lo que no ha de durar.
Porque todo lo que no procede de Dios perecerá.
Imprime en tu alma esta breve y perfectísima máxima: Déjalo
todo, y lo hallarás todo; deja tu apetito, y hallarás sosiego.
Reflexiona bien esto y, cuando lo cumplieres, lo entenderás
todo.
Señor, no es ésta obra de un día, ni juego de niños; antes
en tan breve sentencia se encierra toda la perfección religiosa.
Hijo, no debes volver atrás, ni decaer presto en oyendo el
camino de los perfectos; antes debes esforzarte para cosas mas altas o, a lo
menos, aspirar a ellas con deseo.
¡Ojalá hubieses llegado a tanto que no fueses amador de ti
mismo y estuvieses dispuesto puramente a mi voluntad y a la del superior que te
he dado! Entonces me agradarías sobremanera y toda tu vida correría gozosa y
pacífica.
Aún tienes mucho que dejar; que si no lo renuncias
enteramente, no alcanzarás lo que me pides (Tomás de Kempis, Imitación de
Cristo, III, 32,1-3).
"Aprende a despreciar las cosas exteriores y
dirigirte a las interiores y verás venir el Reino de Dios a ti" (Imitación de Cristo, 2,1). Se trata de separarse, y con fuerza, de esa
exterioridad en que queda aprisionada y reducida la vida del hombre, para
volverse y renovar el interior, eso interioridad que caracteriza al hombre. El
logro de una conquista semejante requiere distanciamiento de las cosas
exteriores, yo que mientras estés ocupado en ellas no puedes pensar en ti:
Cristo vendrá a ti si le has reparado en tu interior una digna vivienda; por
eso el autor de la Imitación te sugiere insistentemente: hazle sitio en tu
interior a Cristo y niégale la entrada a todo lo demás. ¿Cuántos desapegos no
están incluidos en "todo lo demás"?
Desapego de las cosas, de todas las cosas a las que a veces
se apega nuestro corazón inadvertidamente y que nos impiden adherirnos
totalmente a Cristo; desapego de los lugares a los que fácilmente el corazón se
vincula bajo la apariencia de bien; desapego de las personas, en el sentido de
que los afectos no obstaculicen el triunfo de Cristo en nosotros ni se lo
impidan a los demás...
(G. Luzzanti, Il Regno di Dio é in mezzo o noi, I,
Milán, 1976, Wss).
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