La oración nos revela la Presencia y cuál es el mejor
camino, el más corto, para esa unión inefable que no podremos expresar jamás.
El descubrimiento del silencio, más allá de todo lo
exterior, comporta una lucha y la adquisición de un hábito. Los fantasmas que
se desencadenan a nuestros pasos pretenden declarar imposible la superación de
las circunstancias, fáciles o difíciles, para nuestro fin.
Ahora bien, la convicción de la dimensión sin medida de lo
escondido, la certeza de lo que es, es decir del "contenido"
profundo, de la profundidad de todas las cosas, del "sentido" que
poseen y de que lo no-manifestado es siempre mayor, es ya una ayuda importante
para abrir un paso "a través" y aproximarnos al misterio y a la
trascendencia. Memoria de lo secreto. Certeza de la Presencia. Aceptación de
que lo mayor prefiera celarse... Gusto y alegría en trabajar en la aventura de
descubrir... Todo ello es una invitación para dar con lo no sospechado, para
alcanzar lo que nos supera: "que ni ojo vio, ni oído oyó..."
La atención a esta dimensión que poco a poco se abre y se
proyecta en nuestra peregrinación nos coloca en un camino siempre más alto y
más empinado.
La plegaria es, en esta aventura maravillosa, la
respiración nuestra. La oración nos revela la Presencia y cuál es el mejor
camino, el más corto, para esa unión inefable que no podremos expresar jamás.
En Él, con Él... El Espíritu ora en nosotros, y nos regala su respiro. Participando de Él, viviendo de Él, entraremos en el silencio inefable que supera toda imaginación y todo deseo.
En Él, con Él... El Espíritu ora en nosotros, y nos regala su respiro. Participando de Él, viviendo de Él, entraremos en el silencio inefable que supera toda imaginación y todo deseo.
De El Testigo Fiel
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