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lunes, 11 de noviembre de 2013

EN TIEMPOS DIFÍCILES... CONFIANZA Y RESISTENCIA

             “Haiyan deja un reguero de desolación a su paso por la región central de Filipinas, donde las autoridades estiman que hay más de 10.000 muertos, aunque no hay cifras oficiales totales. Este "super tifón", el mayor del año en el mundo, deja hasta ahora 4,5 millones de afectados y más de 300.000 desplazados. Se estima que ha destruido entre el 70 y el 80% de la población de Tacloban” (El Mundo digital, 10 de noviembre).

            Esta noticia puede ser leída en cualquiera de los periódicos de esta fecha. Jesús había pronosticado: “se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo...”.

            Son las mismas cosas, dicho con lenguajes distintos según la época. Nuestro mundo no se libra del mal. Cuando éste arrecia, es frecuente esperar la solución de mesías salvadores. También Jesús contaba con ello: “cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “el momento está cerca”; no vayáis tras ellos”.  La invitación del Señor para los tiempos calamitosos por catástrofes naturales, cambios sociales vertiginosos y desconcertantes, crisis económicas o cualquiera otra tragedia, es “no tengáis pánico”. Como también: no os dejéis engañar. Las soluciones inmediatas y fáciles, sean de signo violento o prodigioso, no resuelven los problemas.

            Entonces, ¿qué queda? La propuesta evangélica ofrece dos caminos complementarios: la confianza y la resistencia. La confianza de saber que nada ocurre que pueda impedir la realización del proyecto de Dios. Con retrocesos y avances, pero indeclinablemente, el Reino de Dios sigue adelante. A pesar de nosotros mismos, en muchas ocasiones. Estamos seguros porque todo contribuye al bien de los que Dios ama. Por ello, en las mayores contradicciones, podemos perseverar en la confianza. Y, de otro lado, la resistencia al mal. Nunca conformarse con el mal que llevamos dentro y con el que nos amenaza desde fuera. San Lucas utiliza mucho una expresión intraducible al español: epomoné. Que significa perseverancia, paciencia, resistencia, aguante... Eso a lo que no estamos hoy especialmente predispuestos. Nos cansamos y desesperamos fácilmente cuando no somos dueños de la situación y tenemos que remar contra corriente.

            Somos enormemente impacientes en la cultura hodierna. Sin embargo, sigue siendo una gran virtud y actitud positiva en la vida ante las dificultades. “La paciencia todo lo alcanza”, llegó a decir Santa Teresa. Paciencia que no es sólo esconder la cabeza y esperar que vengan por sí mismos tiempos mejores. La paciencia, para ser auténtica, ha de ser activa. Como la esperanza. Exige luchar contra el mal, esforzarse positivamente para que mejore todo lo que está a nuestro alcance. No tiene derecho a esperar nada bueno quien no construye positivamente. El bien no viene solo. Hay que aportarlo solidariamente.


                                                                                              José María Yagüe

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