"Jesús sostiene todo con el poder de su Palabra" (Heb 1,3a)
El profeta Jeremías, de Rembrandt |
Me parece urgente volver a tomar conciencia de la naturaleza
profética de la Iglesia. Fue en Pentecostés cuando nació como pueblo profetice
Pero esta vocación significa prestar una atención constante a la venida del
Reino de Dios en la historia. Testimonio, palabra y sabiduría son las tres
manifestaciones de la cualidad profética de la Iglesia. Ahora bien, en la raíz
del testimonio de vida y de la palabra explícita está el «sentido de la fe».
Hablar de «sentido de la fe» significa reconocer que cada cristiano, al
esforzarse por ser fiel a Cristo y a la inspiración de su Espíritu, recibe una
iluminación que le permite discernir lo que debe o no debe hacer. Puede
encontrar, en una situación concreta, lo que requiere la fe. Con todo, debe
verificar, evidentemente, con los otros eso que intuye.
El profetismo no es una predicción del futuro, sino una
lectura honda del presente. A partir de esta lectura, podemos detectar qué
palabra y qué acción son urgentes. En una Iglesia que ya no se encuentra en una
posición de fuerza en la sociedad, el cristiano vuelve a disponer de la
posibilidad de lanzar una propuesta más libre y un testimonio más convincente:
dice lo que tiene que decir, expresa lo que considera que está obligado a
expresar. Ser profeta hoy podría significar disponer de la libertad de ser una
instancia crítica, considerando con desprendimiento las seducciones actuales:
individualismo, comodidad, seguridad... La conciencia escatológica que habita
en la vocación cristiana debe infundir el valor necesario para ir
contracorriente en algunas cuestiones, como la familia y la esfera conyugal.
La respuesta cristiana echa sus raíces en una elevada
concepción del ser humano y en la convicción de que no estamos atados a la
repetición de lo que siempre es igual: de que es posible la novedad. El
cristianismo debe manifestar hoy su capacidad de humanización del hombre, que
es la vía de la verdadera divinización
(B. Chenu, «La chiesa popólo di
profeti», en Parola spiríto e vita 41 [2000], 238-239.246,passim).
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