"Señor, tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6,68ss)
El anuncio del Mesías va dirigido antes que nada a los
afligidos. En primer lugar, dispone a los humildes por estar humillados;
después, a los abatidos, a los que tienen roto el corazón por las penas; a
continuación, se dirige a las cárceles para gritar a los prisioneros la
libertad, para abrir los cepos de los atados. El Mesías no distingue entre
culpables e inocentes, sino que proclama en su tiempo una amnistía general, que
afecta, naturalmente, a los siervos, a los esclavos vendidos.
A Jesús le correspondió leer un sábado estos versículos de
Isaías en la sinagoga. Fue en Nazaret, como nos cuenta el evangelio de Lucas.
Leyó ante su gente estos versículos plenos de poder y anunciadores de la
llegada de grandes cambios. Cuando acabó la lectura declaró que aquellas
palabras de Isaías se habían vuelto urgentes, actuales, a través de él, Jesús.
Él era el ungido de Dios, el Mesías venido a cumplir en el presente las
profecías pendientes. Los presentes se quedaron estupefactos y, después, reaccionaron
con hostilidad, expulsándole. Para ellos, era una blasfemia que un
hombre se pudiera declarar mesías. Ahora bien, por encima de esto, estaban
espantados por el anuncio de que los versículos de Isaías pudieran cumplirse
verdaderamente en su tiempo. Aunque una persona de fe pueda pedir a Dios que
venga su Reino y se haga su voluntad, no por ello estará dispuesta a acoger el
primero y la segunda. Aquí está el Mesías que consuela a los humildes y a los
abatidos y libera a los prisioneros y a los siervos de sus cepos.
Estos versículos de Isaías, como muchos otros, ponen a
prueba a las personas de fe: ¿están dispuestas a resistir la venida, el
cumplimiento de los tiempos anunciados? Al final, pocos están dispuestos a
creer que los versículos de Isaías son actuales. Pocos se comportarían de una
manera diferente a los habitantes de Nazaret. Sin embargo, cada generación pasa
rozando al Mesías, y corresponde sólo a los creyentes allanar su llegada.
(E. de
Luca, Ora prima, Magnano 1997, pp. 75-77, passim).
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