"Yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre" (Lc 2,49)
Sagrada familia: huida a Egipto. Icono copto. |
Esta página de Lucas es la única en todo el evangelio en la
que contemplamos a los tres miembros de la Sagrada Familia actuando como
personas responsables y libres. En los episodios que preceden, Jesús es un
niño, que no tiene aún ninguna autonomía; en las que siguen, José ha vuelto a
la sombra -probablemente la sombra de la muerte- y no aparece más.
Y bien, en esta
narración los tres personajes aparecen como "buscadores de Dios". Son
apasionados y angustiados buscadores de Dios María y José, que pensaban buscar
un niño perdido mientras iban tras uno en el que reside corporalmente la
plenitud de la divinidad, como dice san Pablo (cf. Col 2,9); uno que, desde la
eternidad, es el Verbo, que en el principio estaba ¡unto a Dios y era Dios (cf.
Jn 1,1); uno que es el Señor del cielo y de la tierra (Mt 28,18).
Es un buscador
del Padre Jesús que, fascinado por el templo, no sabe marcharse: se queda nada
menos que tres días, encantado, interrogando y escuchando insaciablemente a los
rabinos que hablaban del Dios de Israel.
Es una verdad
difícil de comprender para los hombres, pero el significado más auténtico y
profundo de sus casas es el de ser lugares donde, en la dulzura de afectos
serenos e intensos, se debe ante todo buscar a Dios, al Dios que es la sede
eterna y la fuente originaria de todo amor.
(G. Biffi, Homilía sobre la Sagrada
Familia)
Vídeo:
Lecturas:
No hay comentarios:
Publicar un comentario