Ascensión de Pskov (s. XVI) |
Este icono expresa el gozo de todo lo creado al participar en la subida al cielo de su Creador. María es el centro de la humanidad, que representa los apóstoles.
En el punto más alto del monte de los Olivos, sobre la cueva Eleona ("olivar"), en el lugar llamado Imbobon ("altura"), se halla el edificio de la Ascensión, que recuerda el lugar donde Cristo se separó de la tierra y subió al cielo ante la mirada estupefacta de los apóstoles. Originalmente, el recuerdo de esta gran fiesta, que el Evangelio sitúa cuarenta días después de la resurrección y cincuenta antes de Pentecostés, se celebraba el mismo día de la Resurrección. Después se emparejó con Pentecostés, y entre los siglos V y VI adquirió autonomía.
El esquema iconográfico es constante: los apóstoles se sitúan de pie alrededor de la Virgen, a quien los Evangelios no citan, aunque no cabe duda que estuvo presente. El icono cede a María el centro de la composición, como columna y fundamento de la Iglesia, eje que liga la tierra con el cielo, donde está Cristo en su trono entre las potencias angélicas. Abajo en el suelo, entre rocas y olivos que representan la jubilosa participación de la naturaleza en la liturgia cósmica, los ángeles de la Resurrección regañan a los inquietos apóstoles: "Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando el cielo?"
María, la única que lleva el nimbo de la santidad, mantiene una tranquilidad inefable. Ella realiza el encuentro entre el mundo angélico y lo terrenal.
"Los apóstoles se postraron adorando al Dios de los cielos, y, en un arrebato de alabanzas, elevaron sus voces hacia aquella montaña, como felicitando a la Eleona por haber sido digna de tan grandes cosas". (Romano el Cantor)
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