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jueves, 20 de febrero de 2014

DOMINGO 7 DEL TIEMPO ORDINARIO

"La caridad todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta"  (1 Cor 13,7).

Sed santos porque Yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo


Da la impresión que el evangelio de hoy nos propone algo imposible de practicar. Esta deducción nos parece lógica o, al menos, impregnada de sentido común, pues experimentamos, incluso superficialmente, lo que sucede dentro y fuera de nosotros. Y algo desencantados y, quizá, resignados nos preguntamos: ¿el Dios de Jesucristo qué idea tiene del hombre para proponerle semejante «osadía»? Inmediatamente podemos invertir la cuestión: ¿Qué imagen nos hemos hecho de Dios para considerar utópico el horizonte que nos despliega Jesús? Destruida la tablilla con el listado de penas calculadas sobre la base de la ofensa cometida y desenmascarados por Dios, nos mostramos titubeantes ante su modo de comportarse: «¿No puedo hacer lo que quiera con lo mío? ¿O es que tienes envidia porque soy bueno?» (Mt 20,15).
Ésta es la santidad de Dios, su radical diversidad respecto a la sabiduría del mundo. Sin embargo, corremos el riesgo de extraviarnos cuando, fascinados y atraídos por su perfección, caminamos fijándonos sólo en aquello que estimamos con sano realismo pero que apaga el interés de ese «sueño» de Dios, ver las espadas transformadas en arados.
No es posible vivir odiando, en enemistad profunda e irreversible. El daño interior provocado por una relación rota corroe nuestras mejores energías, nos sumerge en la convicción de que, antes o después, el otro pagará por cuanto ha hecho. El templo de Dios en nosotros se deteriora, y sentimientos de revancha lo saquean, lo deforman, lentamente, a veces sin que nos enteremos de ello hasta el momento en que, si no hemos apaciguado constantemente nuestras palabras y nuestros gestos, sentimos desencadenarse en nuestro interior una violencia devastadora. El perdón es el testamento escrito por Jesús en la cruz, la herencia y la bendición otorgadas desde el costado traspasado por donde pasa el odio esparcido a lo largo de las estaciones de la historia humana y de las páginas menores de nuestra historia. Dios nos cura con su perdón, que desciende como lluvia sobre justos e injustos para devolverles la viveza a nuestras asperezas; un don a implorar, procedente de lo alto, que podemos compartir con los otros.


Dios quiere que seamos perfectos en todos los órdenes y en todas partes. Antiguamente, en la Ley, se decía: «Amarás al amigo y odiarás al enemigo»; tal precepto fue dado por necesidad, y con carácter provisional, a un pueblo terreno y carnal, por ello se explica este dicho: «Ojo por ojo, diente por diente». Ahora, a un pueblo evangélico le han sido entregados mandamientos de una doctrina celeste y de una justicia próxima a la perfección; se nos ordena amar a los enemigos, amar a quien nos odia, orar por quienes nos calumnian y persiguen; sólo de este modo mereceremos ser dignos hijos de Dios, quien -bueno como es- al repartir sus dones no hace distinción entre buenos y malos, justos e injustos: se trata de bienes que se gozan aquí abajo, frutos de un don celeste del Padre. El Espíritu Santo, por boca de Isaías, nos espolea a custodiar celosamente tales normas evangélicas cuando proclama: «Escuchad la Palabra del Señor los que tembláis ante su Palabra. Vuestros hermanos, que os detestan y os rechazan por mi causa, dicen: “Que el Señor muestre su gloria para que veamos vuestra alegría”. Pues quedarán confundidos». También David, y con rectitud, lo corrobora en un salmo: «Señor, mi Dios: si he hecho eso, si he devuelto mal por mal, que quede desamparado frente a mis enemigos» [...].
El Señor nos da a entender que es imposible alcanzar un amor perfecto si sólo amamos a quienes estamos seguros de conseguir a cambio un amor igual, pues -y no es ningún secreto- un amor parecido lo podemos ver entre los paganos y los pecadores. El Señor quiere que superemos la ley del amor humano mediante la ley del amor evangélico 
(Cromacio de Aquilea, Comentario al evangelio de Mateo, tratado 26,1,1-11,1).

Lecturas del día:
http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2014-02-23

Vídeo de la semana:
http://www.youtube.com/watch?v=0vA6M9zp2JU&list=UUUpxM9aeGr1dAVvlSX9VFdQ&feature=c4-overview


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