Mucha
gente acompañaba a Jesús, según nos cuenta el Evangelio. Se nos dice que, incluso lo apretujaban.
No es suficiente. Porque ese acompañar puede ser por pura curiosidad, por la
vanidad (vacuidad) de "salir en la foto", por presumir de
relacionarse con alguien importante. O bien, porque como dice el mismo Jesús,
"porque os he dado de comer". Es decir, que no vale ningún acompañamiento
que pretenda de algún modo el beneficio personal. Sin embargo, si existe un muy valioso
acompañamiento, el que nos lleva hasta la Cruz.
Durante
siglos, la espiritualidad cristiana nos habló de la "imitación de Cristo".
No es poco. Pero corre el riesgo de convertirse en una imitación formal,
externa, sin cambiar por el corazón, sin cambio de sentimientos y de actitudes. Pueden realizarse a
tos religiosos, sacrificios múltiples, mientras tanto, "vuestro corazón está lejos de mí".
A
lo que invita Jesús es al seguimiento. El que nace, en primer lugar, de una seducción. Por eso es
incondicional. Aunque no significa automáticamente la perfección. A Jesús le han seguido a lo largo de los siglos multitud de personas llenas de
imperfecciones, empezando por san Pedro. Pero en algún momento de su vida han comenzado
a tener los mismos sentimientos de Jesús (compasión), a situarse en la vida con sus mismas actitudes (servicio y
disponibilidad), y pensando definitivamente no en su propio yo sino en los demás: Jesús es el hombre
para los demás.
Por
todo esto, el seguimiento comporta posponer los propios intereses, el beneficio
personal, la apropiación del tiempo que se nos concede, etc. Y, por supuesto, cargar con la
cruz.
Nos
quejamos mucho y soportamos poco. La socializacion actual no invita mucho al
sacrificio personal, a la renuncia, a la resistencia al mal y al esfuerzo
denodado y constante para alcanzar el bien.
Desde
la selva peruana donde escribo se ven las cosas de otro modo. las condiciones de
vida son muy distintas a las europeas. Empezando por la ducha con agua fría por la
mañana, porque no la hay caliente. Si bien es cierto que hace calor y nunca hiela.
Se puede comer sano, menos y bien. Existen ventanas, pero sin cristales. Contra
el calor tampoco conocemos el aire acondicionado. Y se vive muy bien si el espíritu está dispuesto a
ello.
Desde
estas latitudes, el cordial deseo para todos de un buen mes de septiembre para comenzar
con excelente ánimo las actividades escolares los que en eso os ocupáis.
JOSÉ MARÍA YAGÜE
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