La barca en la que van Jesús y sus discípulos se ve atrapada
por una de aquellas tormentas imprevistas y furiosas que se levantan en el lago
de Galilea al atardecer de algunos días de verano. Marcos describe el episodio
para despertar la fe de las comunidades cristianas que viven momentos
difíciles.
El relato no es una historia tranquilizante para consolarnos
a los cristianos de hoy con la promesa de una protección divina que permita a la Iglesia pasear tranquila a
través de la historia. Es la llamada decisiva de Jesús para hacer con él la
travesía en tiempos difíciles: "¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no
tenéis fe?".
Marcos prepara la escena desde el principio. Nos dice que "era
al atardecer". Pronto caerán las tinieblas de la noche sobre el lago.
Es Jesús quien toma la iniciativa de aquella extraña travesía:"Vamos a la
otra orilla". La expresión no es nada inocente. Les invita a pasar
juntos, en la misma barca, hacia otro mundo, más allá de lo conocido: la región
pagana de la Decápolis.
De pronto se levanta un fuerte huracán y las olas rompen
contra la frágil embarcación inundándola de agua. La escena es patética: en la
parte delantera, los discípulos luchando impotentes contra la tempestad; a
popa, en un lugar algo más elevado, Jesús durmiendo tranquilamente sobre un
cojín.
Aterrorizados, los discípulos despiertan a Jesús. No captan
la confianza de Jesús en el Padre. Lo único que ven en él es una increíble
falta de interés por ellos. Se les ve llenos de miedo y nerviosismo: "Maestro,
¿no te importa que nos hundamos?".
Jesús no se justifica. Se pone de pie y pronuncia una
especie de exorcismo: el viento cesa de rugir y se hace una gran calma. Jesús
aprovecha esa paz y silencio grandes para hacerles dos preguntas que hoy llegan
hasta nosotros: "¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?".
¿Qué nos está sucediendo a los cristianos? ¿Por qué son
tantos nuestros miedos para afrontar estos tiempos cruciales, y tan poca
nuestra confianza en Jesús? ¿No es el miedo a hundirnos el que nos está
bloqueando? ¿No es la búsqueda ciega de seguridad la que nos impide hacer una
lectura lúcida, responsable y confiada de estos tiempos? ¿Por qué nos
resistimos a ver que Dios está conduciendo a la Iglesia hacia un futuro
más fiel a Jesús y su Evangelio? ¿Por qué buscamos seguridad en lo conocido y
establecido en el pasado, y no escuchamos la llamada de Jesús a "pasar a
la otra orilla" para sembrar humildemente su Buena Noticia en un mundo
indiferente a Dios, pero tan necesitado de esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario