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martes, 12 de junio de 2012

MANDA EL CAPITAL. POR AHORA.




Ni en sus más inspirados sueños habría podido Platón imaginar una idea tan sumamente física: el ser humano perece esclavo frente a la sombra del capital. Salvo las relaciones cercanas, todas las demás están supeditadas a este aspecto.
El mundo ya no se configura en naciones sino en empresas; no hay estabilidad geográfica sino inestabilidad mercantil. Es por eso que cualquier relación humana, más allá de las de rostro y corazón, está mediatizada por instituciones. El capital nos deshumaniza, nos separa, crea entes de apariencia real que dicen servirnos para tratar de convertirnos en siervos.
Capital, empresa, mercado, institución, son conceptos con los que desayunamos cada día en pro de un supuesto desarrollo del país; pero vacíos de humanidad, no tienen en cuenta a la persona en sus circunstancias y arrasan con el individuo y la comunidad.
Lo importante para ellos es el “máximo beneficio”, pero procuran no ser descarados diciéndonos que nos quieren, que están a nuestro lado, que buscan lo mejor para nosotros, que nos dan el mayor interés o que apoyan causas solidarias. Sabemos sus nombres propios porque no tienen pudor en repetirlos por todos los medios. Su objetivo es el veneno que nos esclaviza y aniquila. Siempre el “máximo beneficio” caiga quien caiga.
De la caverna de Platón hubo un preso que logró salir; sabemos lo que le pasó cuando regresó a contar a sus compañeros lo que había visto fuera de la cueva. Quiero pensar que nuestra historia no termina así. Quiero creer que en todos hay un poso de trascendencia que nos despierta. Conozco personas que inician el ascenso fuera de esta esclavitud, que tienen iniciativas liberadoras, que proponen un pensamiento alternativo, que son capaces de movilizar conciencias, que tratan como personas. Manda el capital. Por ahora.

       De  Eclesalia.net


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