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sábado, 6 de diciembre de 2014

INMACULADA CONCEPCIÓN

"Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo"  (Lc 1,28).

Virgen de Vladimir. Siglo XII

"En ti se alegran, oh llena de gracia, todas las criaturas, el coro de los ángeles y el género humano. Templo santificado y paraíso espiritual, gloria de la virginidad, en tí Cristo se hizo carne, y se convirtió en Niño aquel que desde siempre es nuestro Dios. Él hizo de tu seno su trono, ensanchándolo más que los cielos".
(San Juan Damasceno)


En la fiesta de la Inmaculada, más que hablar de María, sentimos el deseo de acercarnos a ella para que nos introduzca en el misterio de su virginidad, que es un misterio de silencio; en el misterio de su inocencia absoluta, que es un misterio de gozo.
María ya está revestida con vestiduras de salvación, tiene su vestido blanqueado en la sangre del cordero antes de su nacimiento. El Padre, de algún modo, la ha bautizado de antemano en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo para presentarla al mundo tota pulchra, toda hermosa. La fascinación de María está en ignorar su propia belleza: su humildad, su transparencia que la hacen vivir mirando fuera de sí misma, toda donación.
María, virgen y madre, imprime al misterio cristiano su aspecto más sugestivo y fascinante; es un nostálgico reclamo a la pureza, a la inocencia. Incluso el hombre más experimentado en el mal difícilmente puede sustraerse a la fascinante atracción de la inocencia y la virginidad.
Nuestro amor a María esencialmente debe traducirse en el deseo de vivir profundamente, sinceramente, su misterio; deseo siempre más vivo, más hondo, de sumergirnos en su pureza, como un bautismo en su inocencia para salir purificados, revestidos con vestiduras de salvación.
Para cualquier alma, el contacto con la Virgen santa es un contacto que purifica y salva. De algún modo, es ya un contacto con la humanidad del Señor que tomó carne en ella. Nosotros, que nos sentimos tan pobrecillos y frágiles, debemos lograr, por la fe, descubrir cada vez más el milagro de la presencia de María entre nosotros.




 La aurora es un momento fabuloso: el que precede inmediatamente al salir el sol. Antes sólo eran tentativas. Un leve palidecer el cielo por oriente, apenas visible en la noche. Sigue un clarear creciente, lentamente al comienzo, luego más rápidamente, siempre más rápidamente. Finalmente un instante en el que el surgir de la luz es tan victorioso y ardiente, el esplendor tan cegador a los ojos habituados a la noche, que nos podríamos creer ante el mismo sol: apenas un instante después, como una llamarada, su luz arde en el hilo del horizonte. Y finalmente el sol. Hasta ese momento, nos podíamos haber engañado, pues ya se transparentaba en lo que sólo era la aurora. Lo mismo la Inmaculada concepción. Primero, a lo largo de los siglos precedentes, se trataba del alba de Cristo, de los comienzos de su pureza y santidad, ya maravillosos considerando que se realizaban en la naturaleza humana, pero aún oscuros respecto a El. María es el culmen de la aurora, el surgir del día. Pero su luz ilumina a todos. La Inmaculada concepción distingue a María de los demás humanos sólo para unirla más a Cristo, que pertenece a todos (...).
Tras el decreto que estableció la venida de Cristo, se da esta larga preparación que ya la realiza inicialmente y que llena toda la historia antigua de la humanidad. Ahora bien, toda esta preparación lleva a María, porque ella (...) es portadora de Cristo. La preparación es inmensa: es la única obra de Dios mismo en este mundo; se compromete con todo su amor: haciendo confluir, en virtud de su gracia, todo lo que en nuestros esfuerzos humanos hay de verdaderamente bueno: se plasma una naturaleza humana que será la suya.
Llega un día en que todo está preparado. En la Virgen todo se reúne para pasar de ella al Hijo (...). María es la figura absoluta y total, y lo es para siempre, porque, siendo Madre de Dios, es la que une el Hombre-Dios con la humanidad (É. Mersch, La théologie duCorps mystique, I, Tournai 1944, 219-221).


Lecturas:
http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2014-12-08


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