"Éste es mi Hijo amado, mi predilecto, en el que me
complazco" (Mt 3,17)
Bautismo de Jesús. Icono ruso del siglo XV. |
Explicación del icono:
Señor y Padre nuestro, te damos gracias por el bautismo de
Jesús, que nos ha manifestado la plenitud del Espíritu sobre él. Es durante la
teofanía que tuvo lugar en el bautismo donde fue reconocido como Mesías. Según
una tradición rabínica, el Mesías debía permanecer desconocido hasta que lo
revelase un hecho extraordinario operado por ti (cf. Mt 24,23-27). Este hecho
extraordinario ha sido la obra del bautista. Así él ha podido manifestar que
Jesús es aquel que posee el Espíritu y puede hacer este don, prometido para la
era mesiánica, a todos los hombres.
Espíritu Santo, te damos gracias porque has consagrado a
Jesús profeta y Mesías y te has manifestado en él con plenitud, para que él
pudiera derramar tus dones sobre nosotros. Te pedimos nos hagas redescubrir el
significado de nuestro bautismo como don tuyo y del amor del Padre, para
responder con coherencia de vida a los compromisos que hemos asumido el día de
nuestro renacer como hijos de Dios. Haznos capaces de ser auténticos
testimonios tuyos, sin manipulaciones y sin compromisos de ningún género, para anunciar
en nuestro mundo la liberación, la justicia y la salvación que tú nos has dado
a manos llenas. Haz que tu Iglesia sea en el mundo signo de tu presencia, y
forme una verdadera familia de hermanos, unidos en la fe y la caridad
evangélicas, con una vida dedicada a tu servicio y al de los más pobres y
necesitados.
Vuelve mi Jesús y vuelve el misterio, un misterio sublime y
divino. En los días pasados hemos celebrado, como convenía, el nacimiento de
Cristo; lo hemos glorificado junto con los ángeles: lo hemos tenido en nuestros
brazos con Simeón y lo hemos confesado con Ana. Ahora, sin embargo, hay otra
acción de Cristo y otro misterio: Cristo es iluminado, Cristo es bautizado.
Meditemos un poco sobre las distintas formas de bautismo.
Bautiza Juan con el propósito de suscitar la penitencia;
bautiza también Jesús y Él, sí, bautiza en el Espíritu. Éste es el bautismo
perfecto. Conozco también otro bautismo, el del testimonio de sangre, que fue
impartido también a Cristo mismo y es un bautismo mucho más venerable que los
otros, porque después no será ensuciado por otras manchas. Conozco aún otro que
es el de las lágrimas: pero éste es un bautismo más arduo: es el del enfermo,
es el bautismo del que pronuncia las palabras del publicano en el templo (…).
Al hombre ha sido dada toda palabra y para él se ha instituido todo misterio, a
fin de que vosotros lleguéis a ser como lámparas en el mundo, potencia
vivificadora para los demás hombres
(Gregorio Nacianceno, Homilías sobre
la natividad,discurso 39, Madrid 21992)
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