El evangelio del domingo próximo nos ofrece una exquisita
escena pascual. Los discípulos, dispersados tras la muerte de Jesús, se reúnen
de nuevo para seguir faenando en aquello que conocen, las tareas de la pesca: “vamos
también contigo”. Allí, de nuevo en la orilla del mar les saldrá al encuentro
el Señor y ellos recibirán consuelo y alimento, lo que no les había ofrecido
una noche de brega estéril. Pedro, de nuevo asombrado, confesará al final su
humilde amor a Cristo, sin los alardes y alharacas de la noche en que terminó negándolo.
Precisamente
este domingo 14 de abril hace cincuenta años que fui ordenado sacerdote. Aquel
año de 1963 ese día del mes fue domingo de Pascua. Eran otros tiempos. Los del
Concilio y también los últimos meses de la vida del muy querido Juan XXIII. Los
estudiantes preparábamos nuestro examen de teología para la licenciatura. Hemos
bregado mucho durante todos estos años. ¿Hemos echado las redes en los
caladeros que esta historia dura y apasionante, acelerada y sorprendente, nos
ha venido ofreciendo? Y, sobre todo, ¿las hemos lanzado al mar “en el nombre
del Señor?”. Esto es lo que hemos de examinar en este nuevo amanecer de la Iglesia, cuando parece
crecer por doquier una nueva ilusión y se abren caminos vírgenes de la mano del
papa Francisco.
La mirada
retrospectiva nos lleva desde el optimismo sociológico de los años 60 -los del
Concilio, del desarrollismo y de la
primavera francesa del 68- atravesando muchas noches con sus ilusiones y
desencantos, a veces con arduos trabajos que auguraban frutos espléndidos,
hasta la posmodernidad de los últimos años, en los que parece que no hay pesca
posible. De las multitudes de niños y jóvenes que poblaban nuestros salones
parroquiales y misas de catequesis, hemos venido a celebrar sólo para ancianos.
Y lo que sin duda es mucho más grave y cuestionante, afrontamos la aparente
incapacidad de las mayorías para interrogarse sobre las cuestiones
trascendentes. La inmediatez y el consumo, las preocupaciones de orden material
llenan mentes y corazones de políticos, dirigentes y pueblo llano. El
individualismo y una corrupción generalizada no son caladeros donde germine y
abunde la vida.
A pesar de
o quizá precisamente por ello, el Señor sale hoy, ya en los inicios del tercer
milenio, a nuestro encuentro. Como siempre, aunque no lo percibamos así, nos
ofrece consuelo y eficacia. ¿No habrá consistido nuestra mayor deficiencia en
no haber sabido ofrecer como Jesús una imagen atrayente y liberadora de Dios?
¿No habremos sido víctimas también de un sistema religioso más que servidores
de un Dios liberador? Un gran teólogo decía hace décadas que “Jesús liberó al
hombre de una imagen oprimente de Dios”. ¿Nos hemos comprometido realmente con
esta única misión de anunciar al Dios de la vida, triunfador del mal y de la
muerte por la resurrección de Cristo y la nuestra?
Que el
Señor resucitado nos conceda a nosotros, los mayores, el júbilo de envejecer
con esperanza y a los más jóvenes la alegría de saberse servidores del Dios de
la vida, enviados para anunciar la Buena
Noticia de su Presencia.
JOSÉ MARÍA YAGÜE CUADRADO
En primer lugar, felicidades por esos cincuenta años, ¡casi nada!, en el servicio como sacerdote. Las preguntas que planteas son un buen inicio para revisar los años de andadura... y al mismo tiempo para plantearnos hoy, los cristianos de a pie, si realmente estamos, como dices, anunciando algo que merece la pena: Dios es el Dios de la Vida. Si lo vivimos en nuestra propia experiencia, en la vida diaria, lo anunciaremos. Si no lo estamos anunciando... la conclusión es clara: o no nos lo acabamos de creer o no lo vivimos, que viene a ser lo mismo. Me uno a tu oración y le pido al Resucitado que nos ayude a confiar en que Él está y estará con nosotros hasta el final de los tiempos.
ResponderEliminarFelicidades, José María.
ResponderEliminarFelicidades Padre José María! me alegro saber de UD. estoy buscando cómo comunicarme con UD. y dí con este blog, no sé si sabe que estoy en España pero ahora en Mallares- Piura - Perú de vacaciones ya casi dos meses. ¿Cómo puedo escribirle o llamarle? Este es mi correo: reinadogevelyn@gmail.com ò el de celadoras55@hotmail.com sólo me quedan 10 días en mi tierra y si Dios quiere de nuevo a Valladolid-España, me gustaría comunicarme con UD. Antes de viajar. Abrazos, mis oraciones y me encomiendo a las suyas. Giovanna Talledo. Unidos en oración.
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