"El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos" (Mc 9,35)
A veces, Señor, la pequeñez de mi ser criatura me parece
inadecuada e insuficiente para contener mis grandes deseos. Y hago de todo para
acabar con aquellos a quienes advierto como límites a mi necesidad de
expandirme, de “sentirme grande”: ser más que los otros, recibir más que los
otros, contar más que los otros.
Tú
sales al encuentro de esta prepotente necesidad de sobresalir y me propones
ponerla al servicio del amor, haciéndome el último de todos, el siervo de
todos, el más pacífico, el más dócil, el más misericordioso, acogedor con
todos.
Envía
de lo alto tu Espíritu de sabiduría, para que haga de mi vida una obra de paz.
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