“Levántate y come, pues todavía te
queda un camino muy largo” (1 Re 19,7)
Ilumina, Señor, mi mente para que pueda
comprender que la eucaristía es «memorial de la muerte del Señor».
En ese pan has puesto «todo deleite», porque en él has puesto toda
tu historia de amor conmigo y con el mundo. Con ese pan quieres
recordarme todo el amor que sientes por mí, un amor que ha llegado a
su cumbre insuperable en la muerte y resurrección de tu Hijo, de
suerte que yo no pueda dudar ya nunca.
Oh Señor, ese pan que recibo con tanta
ligereza contiene verdaderamente todo tu amor por mí, contiene el
recuerdo de tus maravillas y la cumbre de las maravillas de tu amor.
Y contiene asimismo el recuerdo de que este amor tuyo te ha costado
mucho y me sugiere que, si deseo amarte a ti y a mis hermanos, no
debo reparar en costes.
Refuerza mi pequeño corazón,
demasiado pequeño para comprender; ilumínale sobre los costes del
amor, para que no se desanime, para que se reanime, reemprenda el
camino, no se achique y esté seguro de que contigo y por ti vale la
pena caminar y sudar aún un poco, especialmente cuando tenemos que
desarrollar tareas delicadas. ¡Todavía un poco, que la meta no está
lejos!
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