Toma, Señor, y recibe
toda mi libertad, mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
Tú me lo diste,
a ti, Señor, lo torno.
Todo es tuyo.
Dispón de todo según tu voluntad.
Dame tu amor y tu gracia,
que ésta me basta.
Felicidades, Nacho.
ResponderEliminarAprovechemos el tiempo de verano para conocer un poco más a San Ignacio y el legado que nos transmitió desde su propia vida, en la que fue haciendo sitio a Aquel que él descubre como el fundamento de todo.
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