Icono de Theófanes de Creta (1546)
Monasterio Stavronikita. Monte Athos. Grecia
La fiesta se fija 40 días después de Navidad, por ser el periodo de purificación de las madres prescrito por la ley de Moisés. Probablemente, esta celebración tuvo su origen en la Iglesia de Jerusalén.
La escena evangélica se desarrolla en el interior del Templo, donde Simeón va al encuentro de María, abraza al Niño y profetiza sobre cada uno de ellos: Jesús será crucificado, signo de contradicción, y a María una espada le atravesará el alma. En el encuentro participan otras dos personas, que forman una pequeña procesión: la profetisa Ana y José, portador de la ofrenda de las tórtolas. Las luces son introducidas en la celebración hacia el siglo V.
María ofrece a Jesús; Simeón y Ana, ya viejos, lo reciben con alegría, en presencia de un San José azorado y pensativo. Es la fiesta del encuentro entre la humanidad y Cristo, encuentro entre el hombre viejo, representado por Simeón, y el Hombre Nuevo, Nuestro Señor.
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