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sábado, 3 de septiembre de 2011

DOMINGO 23 DEL TIEMPO ORDINARIO

"Señor, que no seamos sordos a tu voz"  (Salmo 94)



Es la presencia de Cristo en medio de su Iglesia la que da valor y peso a sus decisiones.

Esto es lo que ahora se profundiza: cuando la comunidad está bien unida y compacta en una misma fe, sucede en ella lo que el Antiguo Testamento llama la “Shekináh”, es decir, ella es espacio habitado por la “gloria del Señor”, que para nuestro caso es el Señor Resucitado.  La unidad de la comunidad expresa la comunión perfecta con Jesús viviente en medio de ella.
Llama la atención que en una comunidad así, es tal la solidaridad entre los hermanos, que todos son capaces pedir lo mismo (“se ponen de acuerdo para pedir algo”, 18,19), renunciando a sus intereses personales, los cuales normalmente aflorarían a la hora de hacer peticiones.
En una comunidad que llega a este nivel profundo de solidaridad, teniendo un mismo “sentir” profundo, pueden resonar con fuerza las palabras de Jesús: “allí estoy yo en medio de ellos” (18,20). 
¡Esta sí que es una verdadera comunidad!

Lecturas del día:



1 comentario:

  1. Todos / as somos responsables en la tarea de la Iglesia de anunciar la Buena Noticia. Comencemos este curso con la ilusion y la luz de Jesus que nos empuja a remar mar adentro. Somos imprescindibles en la comunidad cristiana donde cada uno aporta sus dones que recibio de Dios. Y por ultimo una frase que siempre ha calado en mi corazon desde mi primer campamento: "una clin de caballo se rompe, cinco no". Os invito a todos / as a no echar en saco roto todo el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones. nacho

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