"El poderoso ha hecho en mí cosas grandes" (Lc 1,49)
La convicción de que el cuerpo de María quedó inmaculado tras el parto, no conoció la corrupción del sepulcro y fue asumido directamente al cielo, ya existía en la comunidad cristiana primitiva. Aunque los Evangelios no lo recojan, este hecho se basa en una firme tradición, y es un dogma que comparten católicos y ortodoxos. La gran fiesta de la Dormición fue reconocida por la Iglesia de Oriente en el siglo VI. En Occidente hablamos de Asunción, y los ortodoxos hacen hincapié en que María se durmió.
En el icono, tras el féretro, aparece Cristo con el alma de su Madre en brazos.
En la parte superior, María sube transportada por los arcángeles y las puertas del Paraíso se abren. Los doce apóstoles sobre las nubes del cielo se encaminan a Jerusalén, donde han sido convocados por la Virgen.
Los edificios representan la casa de María y el Templo de Jerusalén. Pedro (a la izquierda con un incensario) y Pablo (orando al pie del lecho), acompañados de los ángeles, apóstoles, obispos, Padres de la Iglesia y las santas mujeres.
Oh Santa María , virgen de los inicios, confiados t e invocamos
Dormición de Dionisio. Finales del siglo XV. Moscú. |
La convicción de que el cuerpo de María quedó inmaculado tras el parto, no conoció la corrupción del sepulcro y fue asumido directamente al cielo, ya existía en la comunidad cristiana primitiva. Aunque los Evangelios no lo recojan, este hecho se basa en una firme tradición, y es un dogma que comparten católicos y ortodoxos. La gran fiesta de la Dormición fue reconocida por la Iglesia de Oriente en el siglo VI. En Occidente hablamos de Asunción, y los ortodoxos hacen hincapié en que María se durmió.
En el icono, tras el féretro, aparece Cristo con el alma de su Madre en brazos.
En la parte superior, María sube transportada por los arcángeles y las puertas del Paraíso se abren. Los doce apóstoles sobre las nubes del cielo se encaminan a Jerusalén, donde han sido convocados por la Virgen.
Los edificios representan la casa de María y el Templo de Jerusalén. Pedro (a la izquierda con un incensario) y Pablo (orando al pie del lecho), acompañados de los ángeles, apóstoles, obispos, Padres de la Iglesia y las santas mujeres.
Oh Santa María , virgen de los inicios, confiados t e invocamos
en el umbral ansiado del tercer milenio de la vida de la
santa Iglesia de Cristo:
Iglesia tú misma ,
tienda humilde del Verbo, mecida por el soplo del Espíritu.
Misericordiosa , acompaña nuestros pasos
hasta las fronteras de una humanidad redimida y
apaciguada y mantén contento y firme nuestro corazón en l a
certeza de que el Dragón no es más fuerte que tu Belleza,
mujer frágil y eterna ,
salvada la primera y amiga de las criaturas ,
que todavía en el mundo gimen y esperan. Amén.
Juan Pablo II
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