Hoy, cuando en el mundo es negra la noche, en la esperanza que me da la Buena Nueva grito fuertemente mi fe en el futuro de la humanidad.
No quiero que las circunstancias actuales dispensen a los humanos de hacer una tierra mejor.
No quiero creer que el ser humano sólo sea una pajita que la corriente de la vida hace volar y que no puede influir en el curso de los acontecimientos.
No quiero compartir la opinión de los que pretenden que el hombre es cautivo de la noche sin estrellas, del racismo y de la guerra, que la aurora radiante de la paz y de la fraternidad no será nunca una realidad.
No quiero hacer mía la predicación cínica de los que dicen que los pueblos caerán uno tras otro en la oscuridad del militarismo, hacia el infierno de la destrucción termonuclear.
Yo creo que la verdad y el amor dirán la última palabra; que la vida, aunque a veces parezca vencida, será siempre más fuerte que la muerte.
Yo creo que un día todos los habitantes de esta tierra podrán recibir tres comidas al día para la vida del cuerpo, junto con la educación y la cultura para la salud del espíritu, la igualdad y la libertad para la vida del corazón.
Creo también que un día toda la humanidad reconocerá que Dios es la fuente de su amor.
Yo creo que la bondad nos salvará y dará como fruto la paz.
El lobo y el cordero pacerán juntos, cada hombre podrá sentarse tranquilo a la sombra de su higuera, en su viña, y ya nadie tendrá miedo a nada.
MARTIN LUTHER KING
Premio Nobel de la Paz 1964
Yo también creo que la paz es posible: la paz que nos hace hermanos, amigos y compañeros de camino. Y mi compromiso para este año es construir este sueño aquí, entre nosotros. ¿Quién se apunta conmigo?
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