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martes, 7 de diciembre de 2010

UN ADVIENTO PARA LA AUSTERIDAD

Un año más, el Adviento llega con aires de austeridad, si bien siempre ha sido la austeridad una de las características que nos preparan mejor para el recuerdo del nacimiento de Jesús en la carne. El Misterio de la Navidad es un Misterio de sencillez y pobreza. Por eso, la actitud del cristiano ante él ha de ser la misma.
Adviento es esperanza, es mirada alta por encima de la bajeza del pecado. Adviento es un camino de esfuerzo y un camino de conversión. Adviento es una siembra de esperanza en la historia particular de cada uno y de la Historia general que necesita de esos destellos de esperanza que la saquen del laberinto. Adviento es mirada limpia, ojos grandes y corazones abiertos.
Este año, una vez más, el tiempo de Adviento se convierte en ambiente navideño por la fuerza de la sociedad del consumo que nos consume. Adviento ha pasado a ser luz de consumo y del bienestar y luz de fiesta adelantada. Son las alargadas fiestas del invierno. Ha vuelto el contexto en el que surgieron las fiestas navideñas y se ha convertido todo el mes de diciembre en un amplio calendario festivo que alienta el consumo y deja a las gentes más vacías. Por eso, hoy más que nunca, hay que salir para reinventar la esperanza y alentar con la esperanza que no defrauda.
La Iglesia, situada en el mundo con voz propia y evangélica, tiene un mensaje que ofrecer en estos tiempos de crisis económica, pero también de crisis moral y social. Su mensaje es Jesucristo y su actitud ha de ser de abierta fraternidad solidaria para con los que atraviesan por dificultades. No se trata de dar limosna, sino de darnos en entrega generosa al proyecto de Dios sobre el mundo. Y eso pasa, inevitablemente, por un amor inmenso al mundo y al hombre, redimido por Jesús. Ese amor es necesario como paso previo y, hoy por hoy, se demuestra con gestos de austeridad, sencillez, alegría compartida e importante solidaridad fraterna. Un Adviento nuevo.

Publicado en el nº 2.732 de Vida Nueva (del 4 al 10 de diciembre de 2010).

2 comentarios:

  1. Estoy plenamente de acuerdo con lo dicho en este artículo. En primer lugar está el amor, que ha de ser el motor de nuestras vidas. Si el amor no se significa, es decir, si no lo traducimos en signos o gestos concretos queda en algo etéreo y lo etéreo no cambia el mundo ni es anuncio de nada... Jesús tradujo el amor a una manera de vivir muy concreta y radical, sin medias tintas. En él tenemos señalado el "camino, la verdad y la vida" ¿por qué nos cuesta tanto vivirlo?, ¿no será que estamos tan llenos de nosotros mismos que somos incapaces de dejar que el Señor nos vaya moldeando? Le pido hoy al Señor por nuestra comunidad parroquial, para que nos ayude a irnos vaciando de todo lo que nos impide dejarle entrar en nuestras vidas para que nos transforme y, como María, seamos capaces de acogerle para ofrecerlo a todos los hombres y mujeres que nos rodean.

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  2. Maria es el modelo de como esperar al Señor y nuestro mejor modelo de oración ,entrga, espera vigilancia. La Virgen lo esperó con inefable amor de madre. Ella nos lleva de la mano al encuentro del Señor

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