Esta celebración, para nosotros y nosotras, es un momento privilegiado de encuentro donde celebrar y compartir la vida de la HOAC con el mundo obrero y de reflexión y denuncia de la realidad conflictiva que está afectando a la vida de tantos trabajadores y trabajadoras. Con él queremos reafirmar nuestro compromiso de recuperar el sentido de la dignidad de la persona, de ser obrero y de ser hijo e hija de Dios, así como nuestra esperanza de contribuir en devolver a Cristo a los pobres, al mundo obrero y del trabajo.
Este año queremos acercarnos a los rostros sangrantes de esta crisis económica que padecemos y presentar la realidad creciente de empobrecimiento y deshumanización que padece el mundo obrero. La actual situación de precariedad laboral y empobrecimiento no es producto solamente de la crisis económica, sino efecto de un mal endémico al sistema económico y productivo vigente, agravado aún más por la crisis, especialmente, en nuestro país, en lo referente al desempleo.
Según el VI Informe de la Fundación FOESSA, entre 1994 y 2007 España experimentó un crecimiento económico superior a la media europea, pero los índices de pobreza se mantuvieron en estos años en torno al 20 %. Es decir, que el empleo creado en estos años no ha servido para reducir la bolsa de pobreza y que muchos trabajadores y trabajadoras permanecen en ella a pesar de estar trabajando.
Por tanto, el empobrecimiento es una injusticia estructural de nuestra sociedad, consecuencia de la distribución injusta de los bienes, es un problema radicalmente político. Tomar conciencia del empobrecimiento como injusticia es hoy tarea fundamental, porque en nuestra sociedad se tiende a ocultarlo y a culpabilizar y responsabilizar a las personas empobrecidas de su propia situación. Construir una sociedad a la altura de la dignidad del ser humano pasa porque la lucha contra la pobreza ocupe el centro de la acción política.
El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia nos aportan un proyecto de humanización, de ser y vivir desde Jesucristo, y otra manera de comprender y construir las relaciones sociales –la economía, el trabajo, la política, la cultura…- que ponen a la persona en el centro de la realidad y, especialmente, a las personas empobrecidas. La tarea de promoción de la justicia en el mundo obrero forma parte de nuestra misión evangelizadora como creyentes y como Iglesia, desde el ánimo que nos da la fe en Jesucristo, que vino a anunciar la Buena Noticia a los pobres.
Nuestra pretensión es que podamos compartir, ahora y siempre, la vida y las aspiraciones de las víctimas del mundo obrero; en primer lugar, con ellas y también con nuestras parroquias, grupos y movimientos cristianos, organizaciones ciudadanas y con todos los trabajadores y trabajadoras.
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