"Está bien esperar en silencio la salvación del Señor" (Lam 3,6)
Padre nuestro, que estás en los cielos y nos miras a nosotros, pequeñas criaturas de la tierra, reaviva nuestra fe y nuestra esperanza ante el misterio de la muerte.
También tú, junto con tu Hijo, has querido experimentar el gélido silencio del sepulcro. También tú, que eres el eterno Viviente, has querido -por amor y compasión- ser como una semilla enterrada en la tierra. Por tu desconcertante humildad y empatía, concédenos la gracia de saber aceptar con entereza y serenidad la ley natural de la muerte como paso a la vida resucitada.
Tengo la impresión de que la historia actual, el mundo, vive una especie de gran "Sábado Santo". Parece que el mal y la muerte reinan por todos los sitios (al menos, en los medios), y que Dios ha callado o, peor, ha desaparecido. Y se hace totalmente presente la queja del salmista: "Todo el mundo me pregunta: ¿dónde está tu Dios".
ResponderEliminarSomos incapaces de ver más allá de las apariencias la semilla de la resurrección.
Claro, es fácil echar la culpa al mundo, a los otros, de todos los males, y así nos excusamos. No creo que sea esto así. Pienso que el problema está en nosotros los cristianos, en que no somos capaces con nuestra vida de dar un sentido, una esperanza a esta historia que, no lo olvidemos, es Historia de Salvación.