Vistas de página en total

Buscar este blog

jueves, 25 de noviembre de 2010

ORACIÓN 2

Continuamos con las oraciones. El autor de la que os ofrecemos hoy no lo sabemos... Es una oración que nos habla de esa presencia de Dios siempre sorprendente... para todo aquel que está atento a las señales que nos envía permanentemente. Sólo hay que mirar con su mirada, la del amor. 

A Dios le gusta sorprender

A nuestro Dios le encantan los disfraces.
Se disfraza de aliento, de soplo, de brisa suave o viento huracanado.
De zarza ardiendo o nube opaca o luminosa.
De pan, de vino.
De humano.
¡Dios es todo un furtivo!
Lo suyo es sorprender.
No hacer nada como si estuviera previsto,
venir cuando no se le espera,
aparecer donde aparentemente nada tiene que hacer,
utilizar unas ropas que no le conocíamos,
deslizarse entre las páginas de una agenda apretada en la que parece
que no hay sitio para nadie,
dejarse oír en esa llamada de teléfono enervante,
sonreír al trasluz de esos ojos tan tristes,
pedir ayuda...
¡Ya lo creo que a Dios le gusta sorprender!
Al fin, el amor no es sino la capacidad cotidiana de dar sorpresas:
Cuando no hay sorpresas,
el amor corre grave peligro de apagarse.
Al Señor le encanta sorprendernos.
No para cazarnos,
sino para reavivar nuestra fe vacilante,
para despertar nuestra esperanza,
para disfrutar de nuestro asombro.
No lo olvides:
a Dios le encanta sorprender.
Si te pones a su alcance.
Si te dejas sorprender.
Si, de hecho, ya andas sorprendido por las mil y una sorpresas
que te asaltan en tu vivir cotidiano...
Seguro: ¡Dios está cerca!


1 comentario:

  1. Me encanta este Dios nuestro, siempre tan sorprendente... Voy a estar más atenta aún, quiero descubrirle en todos los disfraces, ¡que no se me pase ninguno!

    ResponderEliminar