Las iremos numerando por orden de aparición, lo que no quiere decir que sean más importantes unas que otras.
ADORA Y CONFÍA
“No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir, más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele, en medio de inquietudes y dificultades,
el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo,
acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres frustrado,
si Dios te considera plenamente realizado,
a su gusto.
Piérdete confiado, ciegamente, en ese Dios
que te quiere para sí.
Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas.
Piensa que estás en sus manos,
tanto más fuertemente cogido,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz. Que nadie te altere.
Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.
Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro
una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor
continuamente te dirige.
Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada,
como fuente de energía y criterio de verdad,
todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: cuanto te reprima e inquiete es falso.
Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado, triste,
adora y confía…”
Pierre Teilhard de Chardin
Esta oración me habla de la confianza plena en Dios: si Él me sostiene siempre, como una madre cuida a su hijo... nada puedo temer y viviré agradecida todos los días de mi vida.
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