«Yo
soy la luz del mundo» (Jn 8,12)
Explicación del icono en: http://www.mercaba.org/Iconos/Presentacion/encuentro.htm
Lecturas: http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2015-02-02
Explicación del icono en: http://www.mercaba.org/Iconos/Presentacion/encuentro.htm
Esta celebración, a la que sería más propio llamar
«fiesta del encuentro» (del griego Hypapánte), se desarrollaba ya en
Jerusalén en el siglo IV. Con Justiniano, en el año 534, se volvió obligatoria
en Constantinopla, y con el papa Sergio I, de origen oriental, también en
Occidente, con una procesión a la basílica de Santa María la Mayor que se celebraba
en Roma. La bendición de las candelas (de donde proviene la denominación de
«candelaria») se remonta al siglo X. Celebra el episodio que narra san
Lucas. Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, a los 40 días del
parto, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor y así cumplir su
santa Ley. En el templo les salió al encuentro el anciano Simeón, hombre justo
y que esperaba la consolación de Israel. El anciano anunció a María su
participación en la Pasión de su Hijo, y proclamó a éste "luz para
alumbrar a las naciones". De ahí que los fieles, en la liturgia de hoy,
salgan al encuentro del Señor con velas en sus manos y aclamándolo con alegría.
Es una fiesta fundamentalmente del Señor, pero también celebra a María,
vinculada al protagonismo de Jesús en este acontecimiento por el que es
reconocido como Salvador y Mesías
¿Por qué, oh Virgen, miras a este Niño? Este Niño, con
el secreto poder de su divinidad, ha extendido el cielo como una piel y ha
mantenido suspendida la tierra sobre la nada; ha creado el agua a fin de que
hiciera de soporte al mundo. Este Niño, oh Virgen purísima, rige al sol,
gobierna a la luna, es el tesorero de los vientos y tiene poder y dominio, oh
Virgen, sobre todas las cosas. Pero tú, oh Virgen, que oyes hablar del poder de
este Niño, no esperes la realización de una alegría terrena, sino una alegría
espiritual (Timoteo de Jerusalén, siglo VI).
Añadimos también
el esplendor de los cirios, bien para mostrar el divino esplendor de Aquel que
viene, por el que resplandecen todas las cosas y, expulsadas las horrendas
tinieblas, quedan iluminadas de manera abundante por la luz eterna; bien para
manifestar en grado máximo el esplendor del alma, con el que es necesario que
nosotros vayamos al encuentro de Cristo. En efecto, del mismo modo que la
integérrima Virgen y Madre de Dios llevó encerrada con los pañales a la
verdadera luz y la mostró a los que yacían en las tinieblas, así también
nosotros, iluminados por el esplendor de estos cirios y teniendo entre las
manos la luz que se muestra a todos, apresurémonos a salir al encuentro de Aquel
que es la verdadera luz (Sofronio de Jerusalén, f 638).
Lecturas: http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2015-02-02
No hay comentarios:
Publicar un comentario