«Serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos»
(Lc 1,76).
De grandes dimensiones, el Santo está aquí representado como se le hallaba del lado derecho en la iconostasia de la Iglesia de Oriente, símbolo del Antiguo Testamento, e inclinándose delante del Pantocrator, colocado en el centro.Con ambas manos intercede para la remisión de los pecados de la humanidad. El campo central más profundamente ahuecado refuerza el brillo de la imagen.
Lecturas del día:
(Lc 1,76).
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Icono del Bautista. Rusia, s. XVII |
De grandes dimensiones, el Santo está aquí representado como se le hallaba del lado derecho en la iconostasia de la Iglesia de Oriente, símbolo del Antiguo Testamento, e inclinándose delante del Pantocrator, colocado en el centro.Con ambas manos intercede para la remisión de los pecados de la humanidad. El campo central más profundamente ahuecado refuerza el brillo de la imagen.
Juan se identifica desde lejos en los iconos por su rostro
de asceta y su barba bastante alborotada, barba que la iconografía convencional
siempre representa con un aspecto similar.Con mechones de pelo que surgen de la
barba, pero bastante cuidados. Además, habitualmente lleva los pies descalzos
como lo describe el Antiguo Testamento caminando por el desierto, alimentándose
de miel silvestre.
Los iconos de Juan Bautista eran especialmente venerados en
los monasterios de orden de estricta obediencia, ya que es el santo protector
de los monjes.
El primer testigo cualificado de la luz de Cristo fue Juan
el Bautista. En su figura captamos la esencia de toda misión y testimonio. Por
eso ocupa una posición tan importante en el prólogo y emerge con su misión
antes incluso de que la Palabra aparezca en la carne. Es testigo con las
vestiduras de precursor.
Eso significa sobre todo que él es el final y la conclusión
de la antigua alianza y que es el primero en cruzar, viniendo de la antigua, el
umbral de la nueva. En este sentido, es la consumación de la antigua alianza,
cuya misión se agota aludiendo a Cristo. Por otra parte, Juan es el primero en
dar testimonio realmente de la misma luz, por lo que su misión está claramente
del otro lado del umbral y es una misión neotestamentaria. La tarea veterotestamentaria
confiada por Dios a Moisés o a un profeta era siempre limitada y circunscrita
en el interior de la justicia.
Esta tarea era confiada y podía ser ejecutada de tal modo
que mandato y ejecución se correspondieran con precisión. La tarea
veterotestamentaria confiada a Juan contiene la exigencia ¡limitada de
atestiguar la luz en general. Es confiada con amor y -por muy dura que pueda
ser- con alegría, porque es confiada en el interior de la misión del Hijo (A.
von Speyr, // Verbo si fa carne, Milán 1982, I, pp. 64ss).

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